El término "ángel" deriva de una traducción griega del original hebreo "mal'akh", que
significaba antiguamente "la cara oculta de Dios". En griego, el término "ággelos" se traduce
por "mensajero" o "enviado". El latín "angelus" quiere decir algo parecido a "vehículo de
información".
Los ángeles no tienen forma, son energía pura, pero algunos investigadores ocultos
dicen que pueden tomar una apariencia casi humana cuando lo creen necesario para entrar en
contacto con los hombres. Las alas con las que se les suele representar en imágenes y
pinturas son en realidad su aura. Ellos no necesitan alas para volar ya que son puro espíritu.
Carecen de edad, porque se mueven fuera de nuestra dimensión espacio-temporal y a una
velocidad superior a la de la luz.
Los ángeles no mueren como nosotros, pero tienen períodos de descanso tras los
cuales asumen un nuevo vehículo etérico. Se alimentan con radiaciones de energía, ya que se
mueven en una esfera totalmente inmaterial.
Uno de los cometidos de los ángeles tal vez el principal consiste en moldear nuestras
circunstancias con el barro que nosotros les proporcionamos o sea, somos nosotros quienes
les damos el material que utilizarán para confeccionar nuestras anécdotas cotidianas, las
cuales han de ayudarnos a comprender y a asimilar determinadas lecciones que no hemos sido
capaces de asimilar de otro modo. Ese "barro" está formado por la materia sutil que se
desprende de nuestros sentimientos y pensamientos, y posee una fuerza tan grande como la
materia física, aunque no podamos verla con nuestros ojos físicos (a la materia sutil) ni palparla
con nuestras manos.
Dice V.B. Anglada (gran investigador del mundo angélico) que cuando un ser humano
emite un deseo o un pensamiento, de él se desprenden una serie de impulsos electromagnéticos
revestidos de esencia creadora que van a parar al éter del espacio1
Estas ondas eléctricas, dirigidas e imbuidas de una intención, quedarían flotando en el
espacio si no fuera por la participación de determinado tipo de ángeles, cuya misión consiste
en hacerse cargo de ellas para vitalizarlas y transportarlas hacia su destino, o bien cobijarlas en
espera de que puedan ser expresadas. El ángel aglutina, pues, estos impulsos, se baña en
ellos y constituye con aquel éter dinamizado y substanciado una forma determinada, esto es lo
que hemos querido decir al afirmar que los ángeles moldean nuestras circunstancias.
Nosotros proporcionamos la pasta, ellos ponen el molde y facilitan los medios para la
elaboración del pastel. Este "pastel" no es lo que creemos otro que el rosario de anécdotas que
constituyen nuestra existencia terrenal. Si hemos mezclado mal los ingredientes, si en vez de
azúcar pusimos sal, si la harina o los huevos estaban pasados de fecha, nuestro bizcocho no
estará muy sabroso. Es decir, si los sentimientos o pensamientos que emitimos en un momento
dado son de mala calidad (si son de odio, de venganza, de codicia, de egoísmo, de desunión, o
sea, si carecen de amor), el "pastel" de nuestras circunstancias tampoco será muy grato al
paladar.
A este respecto, resulta paradójico constatar que si los excrementos de nuestro cuerpo
físico nos molestan, en cambio ni siquiera somos conscientes de los que se desprenden de
nuestros cuerpos sutiles (el emotivo y el mental). Nos regodeamos en ellos cada vez que nos
invade un sentimiento negativo, o cuando visualizamos espectáculos con contenidos violentos
o pornográficos por ejemplo.
Todos los pensamientos y emociones que emitimos, no pueden perderse en el espacio,
van a parar a unos depósitos comunes para todo el mundo, llamados Egregores. Existen dos
grandes tipos de Egregores: el blanco y el negro. El primero reúne todos los pensamientos de
amor, altruismo, bondad, humildad, solidaridad, así como todos los rezos de los devotos, y el
segundo recoge toda la negatividad.
Cada vez que un ser humano emite un pensamiento de odio, rencor, codicia, envidia,
etc. y no lo materializa transformándolo en un acto concreto, ese propósito negro emitido es
volcado en el Egregor negativo. Cuando transformamos en actos nuestras intenciones, éstas
mueren en la tierra, su esencia se diluye al ser cristalizada. Por ejemplo, si siento el deseo de
matar a una persona y lo realizo, este deseo no irá a perjudicar a nadie que no sea a mí misma
o a mi víctima, con la cual estableceré una relación kármica que ya purgaré en su momento,
pero no involucro a nadie más en el asunto ya que mi deseo no irá a parar al Egregor negro.
Este Egregor, verdadero banco de energía negativa, es el que surte de "carburante" a
todos los magos negros, delincuentes, asesinos, violentos y gentes de mal del planeta. Cuando
una persona está a punto de cometer un acto delictivo cualquiera, asesinato, por ejemplo, debe
succionar una cantidad determinada de carburante de ese Egregor negro, que le aportará la
fuerza necesaria para llevar a cabo su fechoría.
Naturalmente, estos procesos son en la gran mayoría de casos absolutamente
inconscientes, salvo en algunos casos como el de los magos negros que juegan voluntaria y
conscientemente con estas fuerzas. Lo mismo ocurre con el Egregor positivo, del que se nutren
los magos blancos, los curanderos y todas aquellas personas que trabajan para el bien común.
De todo ello se deriva que todos somos en menor o mayor medida responsables de
todo lo que sucede en el planeta, tanto lo negativo: crímenes y fechorías; como lo positivo: los
actos de amor. Cada vez que insultamos al conductor que nos adelanta indebidamente, cada
vez que envidiamos a nuestro vecino porque posee un coche más potente que el nuestro, que
criticamos a la suegra (aunque se lo merezca), que discutimos por un "quítame de ahí esas
pajas" con nuestra pareja, que maldecimos a los delincuentes tras oír el noticiero, a los
criminales o malhechores al visualizar una película, estamos inyectando, sin darnos la menor
cuenta, energía negativa al Egregor negro y por tanto estamos armando el brazo de algún
delincuente.
Y luego, en el colmo del cinismo, cuando abrimos el periódico y leemos las atrocidades
que se van cometiendo a diestro y siniestro, nos escandalizamos con grandes aspavientos y
pensamos que el mundo está totalmente desquiciado, pero nunca se nos ocurre asumir la parte
de culpa (consciente o inconsciente) que tenemos en todo ello.
Así, de la misma forma que el carburante que surte los depósitos de las gasolineras no
viene solo, por arte de magia, sino transportado por unos camiones, la energía de la que
hablamos, ya sea positiva o negativa, también necesita de unos vehículos y de unos operarios
para alcanzar su fin bueno o malo y estos operarios son los ángeles.
Todo ello significa que si en un momento dado sentimos rabia o rencor por una persona,
es preferible cristalizar estas emociones, materializarlas verbalmente a través de una discusión,
o bien, aunque sea pegando puñetazos a una mesa o a la pared. Naturalmente, lo ideal es
racionalizar esa emoción, comprender la raíz de nuestro estado de ánimo y superarlo.
Pero si no sabemos hacerlo, siempre es mejor quemar la rabia a través de un partido de
squash o dándole a un punching ball.
En cambio, si las sentimos y las reprimimos, si no les damos una salida
concreta, el hecho de dejar que se incorporen al Egregor negro equivale a encargar a otro que
haga el trabajo sucio que somos incapaces de llevar a cabo.
Los ángeles tienen por cometido condensar el espíritu para formar la materia. Toda
energía, desde la que genera un simple electrón, hasta la que se expresa en los más elevados
niveles del sistema solar, tiene carácter angélico.
La energía, tal como la conocemos, que surge del contacto de la mente divina con los
éteres del espacio, produce un choque, una vibración y determina la respuesta sensible de los
ángeles; el resultado es la substanciación del éter, o sea su conversión en materia. La materia
sería pues el resultado de la energía que manipulan los ángeles al condensar los éteres.
Los ángeles también son un factor decisivo en el proceso de encarnación de un ser
humano ya que ellos son los encargados de leernos la "cartilla" de nuestro karma pendiente
cuando nos estamos preparando para encarnarnos, de manera que nuestra alma escoja las
facturas que está dispuesta a satisfacer en su próxima existencia humana.
Las almas más fuertes y evolucionadas deciden cargar con muchas facturas
pendientes, incluso las hay que prefieren liquidarlas todas de golpe en una sola vida. Las más
débiles o menos experimentadas solicitan que se les fraccionen los pagos, de modo que
tardarán más pero no sufrirán tanto de una sola vez; este trance -previo a la concepción física
es un momento muy delicado en que el alma debe cuidarse de no pedir más ración de karma
que la que está realmente dispuesta a soportar.
En efecto, puede ocurrir que en el momento de nacer, al ser consciente por última vez
(ya que según dicen A y D Meurois: al nacer perdemos generalmente la consciencia de todos
estos episodios) de lo que le espera, el alma se arrepienta o se asuste, e intente impedir su
nacimiento.
En algunos casos puede ser lo que le sucede a los fetos que se retrasan al nacer, a los
que se ahogan con el cordón umbilical o nacen de nalgas, que es una forma de demostrar que
quieren darle la espalda al mundo físico. Una vez cumplidos estos requisitos, entra en acción
otro tipo de ángeles, que le leen al alma otra cartilla, la de las experiencias que le quedan por
vivir para alcanzar la perfección. Y el alma escoge, o pacta con ellos, las asignaturas en las que
ha decidido graduarse. En este momento el alma visualiza, como si se encontrara ante una
pantalla de cine, las grandes líneas por las que va a transcurrir su próxima existencia física. En
las últimas etapas del proceso, a los ángeles les toca buscar una familia y un entorno
adecuados para el futuro encarnante, de modo que encuentre todas las facilidades para llevar a
cabo su programa. Ésta es una tarea que les puede costar a los ángeles un gran esfuerzo y un
gran despliegue "logístico" ya que si los que han sido designados como los futuros padres más
adecuados -con los que muy probablemente existen lazos kármicos previos-, no se conocen,
habrá que reunirlos, y los ángeles tendrán que crear la circunstancia adecuada para ello.
Si viven en un mismo lugar, tal vez resulte fácil, pero si uno vive en la Patagonia y el
otro en Alaska, pongamos por caso, será todo un reto lograr juntarlos.
Si este proceso fuera conocido por todo el mundo y enseñado en las escuelas,
disminuiría sin duda el número de partidarios del aborto voluntario, al ser conscientes de la
enorme cantidad de trabajos y desvelos que este acto llega a anular de un plumazo.
A los ángeles también les corresponde fijar el momento astral del nacimiento de un ser,
de manera que la posición de los astros ese día sea la adecuada para que pueda cumplir su
destino. En ese sentido, los médicos que, por razones de comodidad deciden adelantar los
partos, están obstaculizando la labor angélica y perjudicando a la futura alma.
Pero los seres alados no sólo se ocupan de los humanos, sino también del reino animal.
Debido al hecho de que los animales no poseen una conciencia individualizada que les sirva de
guía, las Jerarquías Superiores les han asignado unos tutores angélicos, llamados "Espíritus
Grupo", encargados de despertar sus instintos y de excitar sus impulsos para lograr
determinadas conductas.
Las actividades de estos ángeles "grupales" -hay uno para cada especie animal han
sido descubiertas por científicos como Rupert Sheldrake (especialista en biología molecular
considerado como un auténtico revolucionario en su campo). Partiendo de sus investigaciones
sobre la memoria, este biólogo formula la teoría de que existe en la naturaleza algo parecido a
unos depósitos que ha bautizado con el nombre de "campos morfogenéticos de conciencia" en
los que se acumulan las experiencias humanas. Esto conformaría una suerte de memoria
colectiva de la que nacería el instinto de la especie.
Cada persona tendría acceso a estos "depósitos de memoria" a través de la "resonancia
mórfica", algo comparable a un cable telefónico invisible. Parte de esta teoría se basa en la
observación del mundo animal. En efecto, se ha comprobado científicamente que cuando un
animal en un extremo del globo terràqueo aprende un comportamiento nuevo, todos los demás
animales de su misma especie, aunque se encuentren en el extremo contrario y sin posibilidad
alguna de comunicación, adoptan automáticamente la misma pauta.
Según Sheldrake, esto es debido a que cualquier experiencia nueva en el mundo animal
(y también en el humano) queda inscrita de forma inmediata en los "depósitos de memoria" o
"campos morfogenéticos de conciencia" (o Archivos Akásicos en términos esotéricos)
mencionados, a los cuales el animal tiene acceso también de forma inmediata. Pero lo que
Sheldrake no alcanzó a ver -aunque ha estado muy cerca y puede que en este momento ya lo
haya descubierto y rehúse divulgarlo para que no le cierren las puertas de la comunidad
científica-, es que este servicio de aportación de datos no se efectúa solo, por arte de magia,
sino gracias a la colaboración de una serie de ángeles, los "Espíritus Grupo" de los animales,
que se encargan de "apuntar" la nueva información, introducirla en un "fichero" y comunicarla a
la especie animal correspondiente.
Es un proceso parecido al que seguimos cuando nos disponemos a ingresar dinero en
una cuenta bancaria, el ingreso no se hace sólo por el mero hecho de que hayamos penetrado
en el Banco, sino que es necesaria la intervención de unos operarios.
La organización cósmica es mucho más sencilla de lo que uno imagina, y en la
naturaleza vemos su réplica según el lema iniciático "Como arriba es abajo". Algún día no
lejano los científicos se darán cuenta de ello y empezará para ellos un proceso de aseveración
de hechos y verdades que ahora ni siquiera sospechan, perdidos en el laberinto de las
ecuaciones concretas.
Deva significa "ser de luz". Los devas pertenecen a un linaje inferior al de los ángeles, y
no deben ser confundidos con ellos, la diferencia entre ambos estriba en que los ángeles
poseen conciencia propia y la mayoría de los Devas no.
Los devas, también llamados "Elementales", se dividen básicamente en cuatro
categorías: las Salamandras o "espíritus del Fuego", las Ondinas o "espíritus del Agua", lasSílfides o Silfos o "espíritus del Aire" y los Gnomos, también llamados enanitos del bosque o
"espíritus de la Tierra". Estos Elementales son los corpúsculos de que se forman los cuatro
Elementos, los cuales no existirían sin ellos; son entidades micro-orgánicas que forman el tejido
del universo y están al servicio de quien sabe mandarlas.
Los devas son responsables de todo cuanto ocurre en sus elementos. Por ejemplo, no
se puede declarar un incendio sin la participación activa y el consentimiento de las
Salamandras, ni un maremoto sin la acción de las Ondinas, ni un tifón sin las Sílfides o un
terremoto sin los Gnomos. El mago o el iniciado capaz de hacer obedecer a estos devas tiene,
pues, el poder de detener o provocar cualquier fenómeno de este tipo, como lo hizo Moisés con
las aguas.
Lo que a los ojos de quienes desconocen estos mecanismos parece un milagro, no es
más que la consecuencia directa de un proceso natural, que no resulta tan complicado como
aparenta. Lo difícil es alcanzar el estado evolutivo que le permita a uno obrar estos prodigios.
Cada hogar tiene sus duendes protectores que son a veces responsables de ciertos
ruidos o fenómenos extraños que se registran en las casas, ya que tienen el poder de imitar
cualquier ruido, como el de un timbre, un ronquido, silbidos, etc. También pueden mover
objetos, cerrar puertas o incluso provocar roturas de vasos, platos, etc. cuando existen cargas
negativas -debido a peleas, enfados o emociones negativas de los habitantes de la casa en elambiente.
Son muy juguetones y generalmente cuando se manifiestan es para dar fe de su
presencia o para impresionar los sentidos. Los niños, hasta los siete años, son muy a menudo
conscientes de su existencia, los duendes pueden ser para ellos auténticos compañeros de
juegos.
Los animales del hogar también son muy sensibles a su presencia, sobre todo los
gatos, cuando tienen comportamientos extraños, como ponerse a maullar sin razón aparente,
puede ser debido a que un duende les está tirando de la cola.
No hay que temer a estos devas, y si se hacen notar demasiado, se les puede rogar
mentalmente que no molesten. Aunque los devas inferiores que suelen aparecer cuando el
ambiente de un lugar o una casa está enrarecido por disputas o tensiones, pueden provocar
alteraciones desagradables.
Éste es el caso de las casas "encantadas", estos devas infunden pavor a las personas
que se encuentran en el entorno, pueden desde provocar ruidos de cadenas a abrir grifos o
desplazar muebles.
Para hablar de su origen, o, mejor dicho, del inicio de sus trabajos con los seres
humanos, debemos situarnos en los albores de la Creación. Hemos visto que, al consumir el
fruto del Árbol del Bien y del Mal, es decir, al adquirir la facultad del discernimiento, el hombre
recibe una gran cantidad de luz que se ve incapaz de asimilar.
Lo que podemos considerar como la primera Creación finaliza con el Diluvio Universal,
un proceso descrito por Kabaleb en sus obras mencionadas y sobre el que no nos
extenderemos por no ser el objeto del presente libro.
Nos situamos, pues, en la segunda Creación, que arranca con el final del Diluvio,
cuando las aguas volvieron a su cauce. Habiendo aprendido de lo sucedido, el Creador decide
cambiar de táctica, y en vez de presentarle al ser humano el "filete" entero, lo trocea. O sea que
divide todo el conocimiento divino y lo fracciona en setenta y dos partes para facilitar su
comprensión.
Cada una de estas partes constituiría una forma de entender la organización cósmica,
constituiría una lengua y, por tanto, un grupo humano (las 72 naciones que fueron entonces
creadas figuran en la tabla siguiente, que ha sido extraída del libro de Lenain, "La Science
Cabalistique.
Setenta y dos es el potencial que conlleva el nombre de Jehová –la divinidad que
presidió la construcción de nuestro universosi sumamos el valor numérico de las letras
hebraicas que componen su nombre, que son Yod-He-Vav-He:
Yod = 10
Yod-He = 15
Yod-He-Vav = 21
Yod-He-Vav-He = 26
10+15+21+26=72, el número de los atributos de Jehová. 72 es una cifra cargada de
simbolismo: de 72 peldaños constaba la escalera del sueño de Jacob, la que unía el cielo con
la tierra. El cuerpo humano consta de 72 partes.
Jesucristo, además de los doce apóstoles, escogió a 72 discípulos y los mandó a
recorrer el mundo, para hablar de la necesidad de establecer en la Tierra el reino del Amor.
Cada grupo humano, cada una de las 72 naciones creadas, debía aplicarse en aprender
una parcela del conocimiento cósmico y al frente de cada una de ellas Jehová puso una
entidad espiritual: un Genio. Estas entidades pertenecen al linaje angélico, o sea que Jehová
escogió, entre los miles de ángeles que pueblan las altas esferas, a un grupo de 72 para
confiarles una delicada misión: nuestro aprendizaje.
Seguramente el Creador tenía previsto que los seres humanos vivieran, a lo largo de
numerosas encarnaciones, en los distintos pueblos, para así impregnarse de la esencia
espiritual y experimental que cada uno podía proporcionarle. De esta forma, tenía que llegar un
momento en que el hombre hubiera completado su aprendizaje en las setenta y dos
asignaturas necesarias para alcanzar la perfección. Tras la perfección, su destino era volverse
a fundir en la unidad divina, prescindiendo de su cuerpo físico, aportando al Ego Superior, es
decir, a Dios, un enorme bagaje formado con el cúmulo de sus experiencias y de la sabiduría
adquirida.
Puede decirse en este sentido que el propósito de la Creación era precisamente éste:
crear un vehículo, -el humano- capaz de cosechar una serie de experiencias destinadas a
enriquecer al Gran Arquitecto del Universo, como dijo el Maestro Jesús: "AL ESPÍRITU LE HA
SIDO DADO CARNE Y HUESO PARA QUE PUEDA APRENDER QUIÉN ES". En efecto,
cuando una persona posee un potencial creador, le surge (si no está aletargada) la necesidad
de ejercitarlo, para comprobar cuáles serán los resultados.
Y en este caso, éstos no se ajustaron a los planes primigenios. Y por una razón bien
sencilla: el libre albedrío, el regalo supremo que Dios le concedió al ser humano.
Por culpa de, o gracias a su libre albedrío, Pinocho pudo burlar los proyectos de
Gepetto de llevarlo al colegio y hacer de él un hombre de provecho; lo mismo le ocurrió al
Creador. Los hombres se desviaron todo lo que pudieron de sus planes; en vez de recorrer,
uno tras otro, los distintos pueblos, a algunos les dio por aferrarse a ellos (a los pueblos), como
uno se engancha a una droga, perpetuándose por un tiempo prolongado en la misma raza, lo
cual era contrario a toda evolución.
De esta forma invalidaban las enseñanzas proporcionadas por el Genio regente del
pueblo en cuestión, ya que repetían el curso encarnación tras encarnación. El resultado fue que
los pueblos que profesaban un amor excesivo a su raza fueron dispersados para favorecer así
su fusión con otras gentes no pertenecientes a la misma raza. Pero los hubo que, en el colmo
de la tozudez y del desconocimiento total de los planes del Creador, aun encontrándose
alejados de sus tierras, aun siendo dispersados, volvían a formar núcleos compactos en los
que no dejaban penetrar a nadie ajeno a su raza; pero ésta es harina de otro costal.
precisamente en este momento en que hemos alcanzado un punto de inflexión,
debemos empezar a recorrer el sendero al revés, es decir, emprender el camino de vuelta.
Los 72 Genios han de ayudarnos a conseguirlo. La personalidad de cada Genio ha sido
creada ex profeso para el fin perseguido, es decir, para el programa que tiene que difundir.
Los 72 Genios están agrupados en nueve Coros formados cada uno por ocho Rostros
Divinos: Serafines, que trabajan en la esfera cabalística de Kether; Querubines, en la esfera de
Hochmah; Tronos, en Binah; Dominaciones, en Hesed; Potencias, en Gueburah; Virtudes, en
Tiphereth; Principados, en Netzah; Arcángeles, en Hod y, finalmente, Ángeles, en Yesod.
Varios esoteristas, como Kircher ("Oedipus Egiptiacus"), Enel, Cornelio Agripa
("Filosofía Oculta") o Lenain ("La Science Cabalistique") han investigado el tema. Este último
publicó en 1823 la lista completa de los 72 Genios, junto con sus virtudes, pero existían
inexactitudes en las fechas y horas que Lenain daba por válidas para invocarlos.
Resumiendo lo anterior, diremos que el ser humano, al principio de la Creación, era
como un explorador en un espacio en el que no existía la vida. Y del mismo modo que los
cosmonautas, antes de embarcarse, se llevan los víveres que han de permitirles subsistir
durante el viaje, también el hombre tiene que recibir el alimento intelectual y emocional que ha
de ayudarle a subsistir en su paso por la Tierra, el manjar espiritual que ha de permitirle
entender lo que está haciendo y las leyes en las que su trabajo puede apoyarse.
Dicho de otra forma, necesita disponer del manual de instrucciones de la máquina del
universo, de un "mapa de carreteras" capaz de guiarle en su periplo. Y ese mapa o manual lo
constituyen los programas de los 72 Genios. Ellos introducen en nosotros, en unos depósitos
que se hallan en nuestro interior -llamados "moradas filosofales"las esencias primordiales.
Para averiguar con exactitud cuál es el Genio Físico de un individuo es preciso conocer
el grado en que se ubica su Sol de nacimiento. Saber solamente el día en que uno ha nacido
puede ser suficiente si se trata de un día intermedio:
Por ejemplo el Genio 1 es el Físico de las personas que han nacido del 21 al 25 de
Marzo (aproximadamente, ya que el Sol recorre en un año 360 grados en 365 días), pero si el
nacimiento fue el día 21 de Marzo a una hora en que el Sol aún no había penetrado en Aries,
entonces el Genio Físico en este caso no sería el 1, sino el anterior, el 72. Lo mismo ocurrirá
con un nacimiento el día 25 de Marzo a una hora en que el Sol se sitúe más allá del grado 5 de
Aries, en cuyo caso el Genio Físico no será el 1, sino el 2.
El segundo Ángel Tutelar es el Genio Emotivo (o Genio por Rotación), el cual cuida de
la orientación de nuestros deseos y de todo lo relativo a nuestros sentimientos.
Independientemente de cuáles sean sus virtudes genéricas, nuestro Genio Emotivo nos ayuda
a superar los estados emocionales, a luchar contra la voz del instinto. Si nos enfrentamos a una
decepción amorosa, nos ayuda a salir del bache aportándonos la luz necesaria para lograrlo.
El Genio Emotivo de nuestro ejemplo será el que rige de 2° a 3° de Aries, o sea el Genio
nº 3, tal y como viene indicado justo antes de cada plegaria, pero para averiguar ese grado
será imprescindible emplear las efemérides o disponer del horóscopo particular.
El tercer Ángel Tutelar es el Genio Mental, que se ocupa de las ideas, de todo lo relativo
a la mente, al intelecto. Nos ayuda a concentrarnos, a tener buena memoria cuando nos
enfrentamos a un examen, o cuando tenemos que dar una charla o solucionar un problema
mental cualquiera. El Genio Mental rige los 20 minutos en los cuales se produce el nacimiento
de una persona, contando a partir de la hora de salida del Sol, ya que el día comprende 72
períodos de 20 minutos (72"20=144ómin=24 horas).
Por ejemplo, si el día en que nacimos el Sol salió a las 7h de la mañana (esto puede
averiguarse consultando unas efemérides o un buen calendario) y hemos nacido a las 7.35: h,
nuestro Genio Mental es el nº 2 porque de 7 a 7.20h rige el Genio nº 1, de 7.20 a 7.40h rige el
Genio nº 2, etc... Naturalmente, para averiguar el Genio Mental de una persona es preciso
conocer con absoluta fiabilidad el momento de su nacimiento, con hora y minuto.
Belcebú: 1 al 8.
Serpiente Pitón: 9 al 16.
Belial: 17 al 24.
Satán: 25 al 32.
Asmodeos: 33 al 40.
Abaddon: 41 al 48.
Meririm: 49 al 56.
Astaroth: 57 al 64.
Mammon: 65 al 72.
Son enormes las ventajas que pueden derivarse del contacto con el mundo angélico
porque nuestro Ego Superior sólo desea lo mejor para su vehículo físico, lo mejor para su
bienestar y sobre todo para su evolución. Y como es puro amor desinteresado, aspira y anhela
poder ayudarnos en nuestro peregrinaje humano para que tropecemos lo menos posible.
Pero, de la misma forma que no nos puede tocar la lotería si no compramos un billete,
nuestra divinidad interior no se mueve a nuestro favor, o lo hace mucho más lentamente, si no
se lo pedimos. Y es importante tener en cuenta que para ella no existen enfermedades
incurables ni problemas insolubles, ni existe lo que llamamos el fracaso, la incomprensión, la
soledad.
Es lamentable pensar que el ser humano, siendo detentador de ese inmenso poder, no
haga uso de él.
Las jerarquías angélicas constituyen una cadena de intermediarios entre el hombre y la
divinidad, la cual ocupa el lugar reservado al Presidente de una Compañía. Si observamos el
funcionamiento de una gran sociedad anónima, tendremos una idea aproximada del
funcionamiento de la organización cósmica. En la Sociedad Anónima, vemos que normalmente
el Presidente sólo suele estar en contacto con determinados altos funcionarios que dirigen los
grandes departamentos.
Ellos le exponen los temas más importantes de sus secciones, y sobre esta base éste
toma sus decisiones, después de haber escuchado a sus consejeros. En cada departamento, el
Jefe procede del mismo modo con sus subordinados, y existe un Jefe de Personal que se
encarga de canalizar las quejas o sugerencias que proceden de los simples empleados. Todo
ello constituye una cadena jerárquica perfecta, que va de arriba hacia abajo y de abajo hacia
única forma de averiguarlo es haciéndose amigo, muy amigo, de alguien que está arriba.
Si uno gana su confianza, con gestos inequívocos de lealtad, acabará enterándose de
las decisiones que se toman en la cúpula, y no solamente eso, sino que ese amigo
perteneciente a una jerarquía superior puede promoverlo, para que pueda escalar rápidamente.
Si así sucede aquí abajo, donde todo está orientado de acuerdo con el modelo cósmico,
con más precisión sucederá arriba, porque todo funciona allí con mayor perfección. De modo
que conviene ganarse la confianza de los intermediarios, empezando por los que se sitúan en
los escalones más próximos a nosotros.
¿De qué manera lo lograremos? Ellos ejercen una labor didáctica respecto a nosotros y,
como hemos visto, disponemos diariamente de un profesor en funciones que nos enseña una
parte de la dinámica cósmica. Este profesor a menudo se desespera al comprobar que no
asimilamos lo que trata de explicarnos: es más, ni siquiera nos enteramos de que nos lo está
explicando (mediante una serie de anécdotas, como hemos visto anteriormente). Pero si de
pronto lo descubrimos, si somos alumnos aplicados y aprendemos rápidamente su asignatura,
se sentirá tan satisfecho que podremos pedirle cualquier cosa con la seguridad de que hará lo
posible por concedérnosla.
Si hacemos amistad con él, es decir, si hablamos con él a menudo, no solamente nos
dispensará su asignatura, sino que nos dirá cosas sobre su vida particular y nos enteraremos
de los asuntos relacionados con su intimidad. Si procedemos de igual forma con los 72
profesores que han sido asignados al género humano, acabaremos teniendo un conocimiento
perfecto de las condiciones de vida en cada uno de los planos en que se desarrolla la Creación,
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y nuestras "amistades" nos conducirán a los más altos peldaños de la empresa, alcanzaremos
la omnisciencia, la sabiduría suprema, ya que en ellos se encuentra la base de todos los
poderes que el hombre puede conquistar en el mundo físico.
Lo que nos separa de Dios es la ignorancia, que es la misma barrera que separa al
botones del Director General. Si nos hacemos íntimos de los Genios de la Cábala, podremos
tratar de tú a tú con nuestra divinidad interna, porque mientras seamos con ella reverenciosos y
protocolarios y nos acerquemos a ella con inciensos y cánticos, será señal de que aún estamos
muy lejos de esa divinidad, que se nos presenta como algo mítico, inasequible.
En cambio, cuando tratemos a Dios (o Ego Superior) de tú a tú, será señal de que
hemos penetrado en el círculo de su amistad, y ello significará que le hemos abierto la puerta
de nuestros organismos para que sea Él quien dirija la política de nuestra vida, siendo nosotros
unos meros ejecutores de nuestra personalidad divina.
Cada niño debería conocer a sus Genios Tutelares, que para él pueden representar una
ayuda extraordinaria además de una compañía para luchar contra todos los avatares ligados a
la infancia, como por ejemplo los terrores nocturnos, la soledad, la incomprensión de la que a
menudo son víctimas los pequeños por parte de los mayores, etc.
La finalidad de las enseñanzas de Kabaleb ha sido permitir a quienes entraràn en
contacto con ellas sentar en sí mismos las bases del edificio cósmico. Pero él insistía mucho en
que el puro conocimiento intelectual no iba a cambiar la vida de las personas, sino que para
lograr ser mejor, para superar ciertas tendencias ancladas en el carácter, para alcanzar la
plena realización como ser humano, es necesario sentir con plenitud el Amor.
El Amor es la palabra clave de la doctrina crística. El Maestro dijo que era el único
camino que llevaba al Padre. Si queremos llegar al Padre, lo cual no significa otra cosa que
alcanzar el conocimiento de la organización cósmica, es preciso recorrer el camino del Amor, y
éste no se concibe sin gestos y sin palabras. El Amor es un desbordamiento de uno mismo,
una entrega sublime al otro.
El enamorado necesita comunicarle a su amada lo que siente y lo hace con gestos
grandilocuentes que traducen aquello que las palabras, por sí solas, no sabrían expresar. Por
ello la religión del Cristo ha sido una religión de ritos y plegarias.
La plegaria es como el canto de amor del poeta a su amada y los ritos son los gestos
que el enamorado de la trascendencia ofrece a esa divinidad interna que se esconde de su
mirada
o en una pista de aterrizaje de aviones, pongamos por caso, la nitidez de las emisiones
dejará mucho que desear.
Cuando invocamos una fuerza celestial determinada, ésta tiene la obligación de acudir,
pero llamarla sin reunir determinadas condiciones equivale a invitar a un amigo a pasar un fin
de semana bajo un puente. En cambio, cumplir con estos requisitos significa construirle a la
fuerza en cuestión una morada dentro de nosotros para que pueda instalarse en todo
momento.
Para rezar, conviene escoger un lugar tranquilo, es preferible que sea siempre el
mismo, bien iluminado, limpio, a ser posible exento de ruidos mundanos, y también de olores
de cocina, de tabaco, de vapores de alcohol.
Si rogamos en un ambiente cargado, las que acudan a nuestra llamada serán más bien
entidades del bajo Astral, las que sienten apetencia por los desperdicios, y nuestra plegaria
difícilmente llegará a su destinatario.
Para que suba, es preciso que alguien la transporte, y son los Ángeles Mensajeros los
que se encargan de ello, los cuales reciben de manos de nuestros custodios personales, las
demandas que formulamos a la divinidad. Pero estos Ángeles son entidades muy elevadas, no
pueden acercarse a atmósferas particularmente densas porque su vibración destruiría tales
ambientes, causando estragos en las entidades inferiores que los habitan y los ángeles, por su
naturaleza, no pueden destruir.
Esto explica que muchas plegarias no lleguen a su destino, y sugiere la necesidad de
volver al templo para rezar. En efecto, la gente que acude a un templo, al penetrar en él suele
dejar fuera lo inferior (ésa es al menos la actitud que hay que tener) de su naturaleza para
elevarse, para replegarse hacia lo más digno y noble de su ser.
La vela encendida atrae las fuerzas que han de, contribuir a obtener aquello por lo cual
se reza, moviliza legiones en el más allá, es como un toque de trompeta. PERO CONVIENE
QUE SEA UN SOLA VELA, O BIEN TRES, nunca dos porque éste es el número que simboliza
la dualidad, y atrae una fuerza y su contraria al mismo tiempo, anulándose toda acción.
Es importante también saber que al encender una vela, es la intención que le damos a
ese gesto lo que genera "luz"; sin esta intención el encendido no tendría ningún valor.
El día en que todos seamos capaces de penetrar en la sabiduría oculta y observar lo
que se cuece en los mundos sutiles entre ángeles nos quedaremos anonadados al observar
sus métodos de trabajo y comprobar hasta qué punto, inciden en la vida de las sociedades.
Trabajar con las plegarias que ofrecemos a continuación puede ser una buena vía para lograr
alcanzar este conocimiento.