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ENTRE EL CIELO y LA TIERRA.. para crear tu Propio Paraíso
Blog de Liliel

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22 de Enero, 2009 · General

OSHO (El libro del hombre-resumen)


OSHO

El Libro del Hombre

(resumen)

 

 

 

La represión es vivir una vida que no te corresponde. La re­presión es hacer cosas que nunca has querido hacer. La represión es ser la persona que no eres. La represión es una manera de destruirte. La represión es un suicidio, muy lento por su­puesto, pero es un envenenamiento lento y certero. La expresión es vida; la represión es suicidio.

Este es el mensaje del tantra: no vivas una vida de represión; de lo contrario, no vivirás. Vive una vida de expresión, de creatividad, de alegría. Vive de la forma que la existencia (Dios) ha querido que vivas, vive de forma natural. Y no tengas miedo de los sacerdotes.

Hazle caso a tus instintos, hazle caso a tu cuerpo, a tu cora­zón, a tu inteligencia. Confía en ti mismo, ve a donde quiera lle­varte tu espontaneidad, y no habrá pérdida. Y fluyendo espontá­neamente con tu vida natural, un día te encontrarás a las puertas de lo divino.

La represión es una manera de evitar los riesgos. Por ejem­plo, te han enseñado que no tienes que enfadarte, y crees que la persona que nunca se enfada deberá ser inevitablemente muy cariñosa. Te equivocas. La persona que nunca se enfada tampo­co es capaz de querer. Van unidos, juntos en el mismo lote.

El hombre que ama de verdad a veces estará muy enfadado. Pero su enfado es hermoso, surge de su amor. Su energía es ca­liente, y no te sentirás herido por su rabia. De hecho, le agrade­cerás que estuviera enfadado. ¿Lo has observado? Cuando quie­res a alguien y haces algo, si esta persona se enfada mucho, si francamente se enfada, se lo agradecerás porque te quiere tanto que puede permitirse el enfadarse contigo. ¿Por qué si no? Si no quieres afrontar el enfado, te comportas con cortesía. Cuando no quieres afrontar nada, cuando no te quieres arriesgar, sigues sonriendo. No importa.

 

Cuando amas, puedes enfadarte. Cuando amas, puedes per­mitírtelo. Si te amas (y esto es algo esencial en la vida; de lo con­trario, te la perderás) no serás represivo, serás expresivo con todo lo que te trae la vida. Lo estarás expresando, su alegría, su tristeza, sus altos, sus bajos, sus días, sus noches.

Pero te han educado para ser falso, te han educado para que seas un hipócrita. Cuando estás enfadado sigues sonriendo con una sonrisa postiza. Cuando estás enfurecido, reprimes tu rabia. Cuan­do te sientes sexual, lo reprimes. Nunca eres fiel a lo que sientes.

 

El tantra dice: sé expresivo. Pero recuerda, la expresión no significa irresponsabilidad. El tantra dice: sé expresivo con inte­ligencia y no perjudicarás a nadie. Un hombre que no se hace daño a sí mismo no puede hacerle daño a nadie. El hombre que se perjudica a sí mismo es, en cierto modo, peligroso. Si ni siquiera está enamorado de sí mismo, es peligroso: es capaz de ha­cerle daño a cualquiera. De hecho, lo hará.

Si estás triste, deprimido, lograrás que la gente que está a tu alrededor esté triste y deprimida. Cuando estás feliz te gustaría crear una sociedad feliz, porque la felicidad sólo puede existir en un mundo feliz. Sí vives con alegría querrás que todo el mundo sea feliz

 

Estamos viviendo con los pétalos cerrados, con miedo de ha­cernos vulnerables si los abrimos. De modo que todo el mundo usa escudos de todo tipo, te escudas incluso detrás de la amistad. Parecerá contradictorio, porque la amistad significa estar abier­to el uno al otro, compartir vuestros secretos, compartir vues­tros corazones. Todo el mundo vive lleno de contradicciones, La gente utiliza la amistad, el amor y la oración para escudarse. Cuando quieren llorar, no pueden; sonríen, porque la sonrisa es un escudo. Cuando no quieren llorar, lloran, porque en deter­minadas ocasiones las lágrimas pueden actuar de escudo. Nues­tra risa sólo es un movimiento con los labios, y tras ella escon­demos la verdad: nuestras lágrimas.

Toda la sociedad se ha desarrollado en torno a una idea que básicamente es hipócrita. Tienes que ser lo que los demás quie­ren que seas, no lo que eres. Por eso todo se vuelve falso, ficti­cio. Mantienes la distancia incluso en la amistad. Permites a los demás que se acerquen sólo hasta un cierto punto. Si alguien se acerca demasiado quizá pueda ver detrás de tu máscara. 0 quizá se dé cuenta de que no es tu cara sino sólo una máscara, y tu cara está detrás. En el mundo que hemos estado viviendo hasta ahora todas las personas han sido mentirosas y falsas.

Mi visión del nuevo hombre es la de un rebelde, la de un hombre que está buscando su ser original, su rostro original. Un hombre que está preparado para renunciar a todas las más­caras, todas las pretensiones, todas las hipocresías, y mostrarle al mundo quién es en realidad. No importa que te amen o te cri­tiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo. Aunque te crucifiquen, tú seguirás estando sa­tisfecho e inmensamente complacido.

 

Un hombre de verdad, un hombre sincero, un hombre que conoce el amor y la compasión y que comprende que la gente está ciega, inconsciente, dormida, espiritualmente dormida... Hacen las cosas medio dormidos. Has estado condicionado du­rante tanto tiempo, tantos años, toda tu vida, que deshacerte del condicionamiento también te llevará un tiempo. Te han cargado con toda clase de ideas falsas, mentiras. Te llevará un tiempo re­nunciar a ellas, reconocer que son falsas y ficticias. En realidad, en cuanto te das cuenta de que algo es falso no es difícil renun­ciar a ello. Cuando reconoces lo falso como falso se cae por su propio peso. Basta simplemente con reconocerlo. Se rompe tu conexión, tu identidad. Y cuando desaparece lo falso, aparece lo verdadero con toda su novedad, toda su belleza, porque la since­ridad es belleza, la honestidad es belleza, la autenticidad es be­lleza. Simplemente ser tú mismo es ser bello.

Tu conciencia, entendimiento y valentía de que estás deci­dido a encontrarte y tu compromiso con esto disolverá todos los rostros falsos que te han sido adjudicados por los demás. Ellos también son inconscientes (tus padres, tus profesores), no te en­fades con ellos. También son víctimas como tú.

 

Olvídate de todas las finalidades. Olvídate incluso de la idea de futuro.

Olvida completamente que vaya a haber un mañana. Retíra­te de todas las dimensiones y direcciones. Concéntrate aquí y ahora, y en ese instante podrás conocer la vida en su eternidad.

 

TODOS los padres tienen expectativas y, a través de ellas, des­truyen a sus hijos. Tienes que liberarte de tus padres, del mismo modo que llega un día en el que el niño tiene que salir del vientre de la madre; de lo contrario, el vientre sería su Muer­te. Después de nueve meses, el niño tiene que salir del vientre, tiene que dejar a la madre. Por mucho que le duela y a pesar de que la madre se sienta vacía, el niño tiene que salir. Más adelan­te, en otra época de su vida, el niño tendrá que liberarse de las expectativas de los padres. Entonces, por primera vez, se volverá un ser por derecho propio, por cuenta propia. Entonces se val­drá por sí mismo, Será libre de verdad. Si los padres están des­piertos, si son más comprensivos, ayudarán a sus hijos a que sean lo más libres posible, lo antes posible. No les condicionarán para que sean útiles; les ayudarán a ser amorosos.

Hay un mundo totalmente nuevo que está esperando a na­cer, en el que la gente estará trabajando... El carpintero trabaja­rá porque ama la madera. El profesor estará enseñando en la es­cuela porque le gusta enseñar. El zapatero seguirá haciendo zapatos porque le gusta hacer zapatos. Actualmente está suce­diendo algo muy confuso. El zapatero hace de cirujano; el ciru­jano hace de zapatero. Ambos están enfadados. El carpintero hace de político; el político hace de carpintero. Ambos están enfadados. Toda la vida parece estar profundamente enfadada. Fí­jate en la gente, todos parecen estar enfadados. Todo el mundo parece estar donde no le corresponde. Todos parecen unos in­adaptados. Todo el mundo parece estar insatisfecho a causa del concepto de utilidad; no hace más que obsesionarles.

He oído contar una historia muy hermosa:

La señora Jiménez, que acababa de llegar al cielo, se dirigió tímidamente al ángel que hacía las inscripciones.

-Dígame, ¿sería posible tener una entrevista con alguien aquí en el cielo?

El ángel de¡ registro le contestó:

-Por supuesto, suponiendo que esa persona esté en el cielo.

-Estoy segura de que está aquí -dijo la señora Jiménez-; en realidad, quiero ver a la Virgen María.

El ángel que hacía las inscripciones carraspeó:

-Ah, sí. Da la casualidad que está en otra sección, pero si in­siste, entregaré su solicitud. Es una señora muy amable y tal vez quiera visitar su antiguo barrio.

Se presentó la solicitud y la Virgen estuvo muy atenta. No pasó mucho tiempo antes de que la señora Jiménez recibiera la visita de la Virgen. La señora Jiménez contempló durante un largo rato la figura radiante que tenía delante suyo y finalmen­te dijo:

-Por favor, perdone mi curiosidad, pero siempre le he queri­do hacer esta pregunta: ¿qué se siente al tener un hijo tan ma­ravilloso que desde que nació ha sido alabado por cientos de mi­llones de personas como si fuera un dios?

La Virgen respondió:

-Francamente, señora Jiménez, a nosotros nos habría gus­tado que fuese médico.

 

Los padres siempre tienen alguna expectativa, y esa expecta­tiva se vuelve venenosa. Dejadme que os diga algo: amad a vues­tros hijos pero nunca pongáis vuestras expectativas en ellos. Amad a vuestros hijos todo lo que podáis, y dadles la sensación de que los queréis por lo que son, y no por lo útiles que puedan ser. Amadles enormemente y dadles la sensación de que los acep­táis como son. Ellos no tienen que satisfacer ninguna exigencia. El amor que les dais no tiene que ser diferente según hagan esto o aquello. El amor es incondicional. Y entonces se podrá crear un mundo totalmente distinto. Las personas se dedicarán na­turalmente a las cosas que les gustan. Las personas se moverán naturalmente en la dirección que instintivamente sienten que fluyen.

 

El padre insiste: «Quiéreme, soy tu padre», y el niño tiene que fingir que le quiere. El hijo ni siquiera tiene necesidad de querer a su madre. Una de las leyes de la naturaleza es que la ma­dre quiere a su hijo por un instinto natural, pero no viceversa, el hijo no tiene un instinto natural de amor hacia la madre. Nece­sita a su madre, pero eso es otra cosa; la utiliza, pero eso es otra cosa, no hay ninguna ley de la naturaleza por la que tenga que querer a su madre. Le gusta porque le ayuda, es muy útil; sin ella no podría existir. De modo que le está agradecido, le tiene res­peto, todas estas cosas están bien, pero el amor es un fenómeno totalmente distinto.

Al amor fluye partiendo de la madre hacia el hijo y no al revés. Esto es muy sencillo porque el amor de¡ hijo fluirá hacia sus propios hijos, no puede ir a la inversa, del mismo modo que el Ganges fluye hacia el mar y no hacia su origen. La madre es el origen y el amor fluye hacia la nueva generación. Invertir el sentido es un acto forzado, no es natural, no es biológico.

 

Te has olvidado de lo que es realmente el amor. Te enamoras del color del pelo, pero ¿qué tiene eso que ver con el amor? Cuando hayan pasado dos días ya no te fijarás en el color del pelo. 0 te enamoras de un determinado tipo de nariz o de unos determinados ojos, pero tras la luna de miel ¡todas estas cosas te aburren! Y entonces tienes que arreglártelas de alguna manera para Fingir, engañar. Tu espontaneidad ha sido corrompida y en­venenada de lo contrario, tu amor no se haría pedazos. Pero sólo te enamoras de las partes. Si alguien te pregunta: «¿Por qué quieres a esta mujer o a este hombre?», tu respuesta será «por­que es muy bella», o «por su nariz, sus ojos, la proporción de su cuerpo, esto y lo otro ... ». ¡Todo esto es un disparate! Este amor no puede ser muy profundo ni tener mucho valor. No se puede convertir en una amistad íntima. No durará toda la vida; pronto se secará porque es muy superficial. No ha nacido del corazón, es un fenómeno mental. Quizá te guste porque se parece a una actriz, pero gustar no es amar. El amor es un fenómeno total­mente distinto, indefinible, misterioso; tan misterioso que Jesús dijo: «Dios es amor.» Convierte a Dios y al amor en sinónimos, en indefinibles. Pero el amor natural se ha perdido.

 

 Es un fenómeno del corazón. Es un modo de trascender el cuerpo y la mente. No es prosa, es poesía. No es matemáticas, es música. No puedes hacerlo, sólo puedes serlo. El amor no es algo que haces, es lo que eres. Pero estas obligaciones pesan sobre tu espontaneidad. El amor nunca es un deber, no puede ser impuesto. No te puedes obligar a amar todo lo que puedas. Esto es lo que hace la gente y por eso hay tan poco amor en el mundo.

 

Observa, estate despierto y empieza a abandonar todos tus patrones de reacción. Intenta responder a la realidad en cada mo­mento, no según la idea preconcebida que hay en ti, sino de acuer­do a la realidad que hay en el exterior. ¡Responde a la realidad! Responde con toda tu consciencia, pero no con tu mente.

Entonces, cuando respondas con espontaneidad y no reac­ciones, nacerá la acción. La acción es bella, la reacción es horri­ble. Solamente el hombre consciente actúa, el hombre incons­ciente reacciona. La acción libera. La reacción continúa creando cadenas y las va haciendo cada vez más gruesas, fuertes y resis­tentes.

Vive una vida de respuesta y no de reacción.

 

 

EL SEXO es un asunto sutil, delicado, porque la palabra «sexo» está asociada a siglos de explotación, corrupción, ideas per­vertidas y condicionamientos. Esta palabra está totalmente car­gada. Es una de las palabras más cargadas de la existencia. Cuan­do dices «Dios» parece que está vacía. Cuando dices «sexo» está demasiado cargada. Aparecen en la mente mil y una asociacio­nes: miedo, perversión, atracción, un tremendo deseo y también un tremendo anti-deseo. Surgen todas a la vez. Sexo: la propia palabra crea confusión, caos. Es como si alguien tirara una pie­dra en un estanque silencioso; surgen miles de ondas, ¡sólo por la palabra «sexo»! la humanidad ha estado viviendo bajo con­ceptos muy equivocados...

 

Alrededor de los catorce años, la energía, de repente, se inunda de sexo. Es como si se abrieran unas com­puertas dentro de ti. Se abren fuentes sutiles de energía que no estaban abiertas todavía, y toda tu energía se vuelve sexual, te­ñida de sexo. Piensas sexo, cantas sexo, andas sexo..., todo se vuelve sexual. Todas las acciones se tiñen. Esto sucede sin que hagas nada. Es natural. La trascendencia también es natural. Si se vive el sexo totalmente, sin censurar, sin ideas de cómo deshacerse de él

 

El sexo se trasciende sin ningún esfuerzo por tu parte. Si ha­ces esfuerzos será represión, porque no tiene nada que ver con­tigo. Es intrínseco a tu cuerpo, a tu biología. Naces como un ser sexual; no tiene nada de malo. Es la única manera de nacer. Ser humano es ser sexual.

 

 fuiste concebido en un profundo acto sexual. La primera célula fue una célula sexual, y de esa célula fueron surgiendo todas las demás. Pero cada célula sigue siendo básicamente sexual. Todo tu cuerpo es sexual, hecho de células sexuales. Ahora ya son mi­llones de células.

Recuerda: tú existes como un ser sexual. Una vez que lo aceptas, se disuelve el conflicto creado a lo largo de los siglos. En cuanto lo aceptas profundamente, sin ideas por medio, cuando piensas en el sexo como algo sencillamente natural, lo vives. No me estás preguntando cómo trascender la comida, cómo tras­cender la respiración; porque ninguna religión te ha enseñado a trascender la respiración, por eso. De lo contrario, estarías pre­guntando: «¿Cómo trascender la respiración?» ¡Tú respiras! Eres un animal que respira; también eres un animal sexual. Pero hay una diferencia. Los primeros catorce años de tu vida, al co­mienzo, casi no son sexuales, y como mucho existen unos rudi­mentos del juego sexual que realmente no son sexuales, sino una preparación, un ensayo, nada más. A los catorce años, de re­pente, la energía ha madurado.

Observa esto.... nace un niño e inmediatamente, a los tres segundos, el niño tiene que respirar; si no, morirá. Después la respiración seguirá estando presente a lo largo de toda su vida, porque comenzó desde el primer momento. No puede ser tras­cendida. Tal vez se detenga antes de morir, unos tres segundos antes, pero no antes de eso. Tenlo en cuenta siempre: los dos ex­tremos de la vida, el principio y el fin, tienen un parecido exac­to, son simétricos. El niño nace, comienza a respirar a los tres segundos. Cuando el niño sea un viejo y se esté muriendo, en cuanto se detenga la respiración, a los tres segundos de detener­se, morirá.

El sexo aparece en una etapa muy posterior: durante catorce años el niño ha vivido sin sexo. Y si la sociedad no está demasia­do reprimida y, en consecuencia, obsesionada con el sexo, el niño podrá vivir ignorando que existe el sexo o algo parecido. El niño puede permanecer completamente inocente. Esa ino­cencia tampoco es posible porque la gente está muy reprimida. Cuando aparece la represión también aparece, codo con codo, la obsesión.

 

Siempre que es­tás muy reprimido empiezas a tener una curiosidad perversa. El problema no es el sexo sino la curiosidad perversa.

 

El sexo es hermoso. En sí mismo, el sexo es un fenómeno rít­mico natural. Ocurre cuando el niño está listo para ser concebi­do, y menos mal que sucede, si no, no existiría la vida. La vida existe a través del sexo; el sexo es el instrumento. Si compren­des la vida, si la amas, sabrás que el sexo es bendito, es sagrado. Entonces lo vives, disfrutas de él; y desaparece con la misma na­turalidad como apareció, espontáneamente.

 

¿Cuales la diferencia entre sexo normal y sexo tantrico?

 

Tu acto sexual y el acto sexual tántrico son básicamente di­ferentes. Tu acto sexual es para descargar; es como un buen es­tornudo. Expulsas la energía y aligeras el peso. Es destructivo, no es creativo. Es bueno, es terapéutico. Te ayuda a relajarte, pero nada más.

El acto sexual tántrico es, básicamente, diametralmente opuesto y diferente. No se hace para descargar. Se hace para per­manecer en el acto sin eyacular, sin expulsar toda la energía; para fundirse en el acto: al principio del acto, no al final. Esto transforma la cualidad, en conjunto, la cualidad es diferente.

Intenta comprender estas dos cosas. Hay dos tipos de clímax, dos tipos de orgasmo. Uno ya lo conoces. Llegas a la cúspide de la excitación y no puedes ir más lejos: ha llegado el final. La ex­citación alcanza un punto donde ya no es voluntaria. La energía te invade y sale. Te descargas, te aligeras. Expulsas la carga; pue­des relajarte y dormir.

Lo estás usando como si fuese un tranquilizante. Es un tran­quilizante natural: le seguirá un buen descanso.

 

Este es un tipo de orgasmo: llegar a la cúspide de la exci­tación. El tantra se basa en otro tipo de orgasmo. Si llamamos al primero un orgasmo cúspide, el orgasmo tántrico se podrá lla­mar orgasmo valle. En él no llegas a la cúspide de la excitación sino al valle más profundo de la relajación. Al principio, la exci­tación es necesaria para ambos. Por eso digo que al principio son iguales pero los finales son completamente diferentes.

La excitación se usa para ambos: tanto si vas a la cúspide de la excitación como si vas al valle de la relajación. para el prime­ro, la excitación tiene que ser intensa, cada vez más intensa. Tie­nes que desarrollarte en él, tienes que ayudarlo a crecer hasta la cúspide. En el segundo, la excitación sólo es el principio. Des­pués, una vez que el hombre ha penetrado, el amante y la ama­da se pueden relajar. No es necesario hacer ningún movimiento. Se pueden relajar en un abrazo cariñoso. Si el hombre o la mujer sienten que se va a perder la erección, sólo entonces se precisa movimiento. Pero después te vuelves a relajar. Puedes prolongar este profundo abrazo durante horas sin eyacular, y después los dos podéis dormir juntos profundamente. Esto -esto- es un or­gasmo valle. Los dos están relajados y se encuentran dos seres relajados.

 

En el orgasmo sexual corriente se encuentran dos seres ex­citados, tensos, llenos de excitación, intentando descargarse. El orgasmo sexual corriente parece una locura; el orgasmo tántri­co es una meditación profunda, relajante.

 

El acto sexual tántrico se puede repetir todas las veces que quieras. El acto sexual corriente no se puede repetir todas las veces que quieras porque pierdes energía, y tu cuerpo tendrá que esperar para volver a recuperaría. Y cuando la recuperes, la vol­verás a perder. Parece absurdo. Desperdiciar toda la vida en ga­narla y perderla, ganarla y perderla: es como una obsesión.

 

Después de un acto sexual tántrico, no has caído sino que has ascendido. Te sientes cargado de energía, más vital, más vivo, radiante. Ese éxtasis puede durar horas, incluso días. Sólo depende de la profundidad con que lo hayas realizado. Si empie­zas a practicarlo, antes o después te darás cuenta que la eyaculación es una pérdida de energía. No es necesaria, a menos que necesites tener niños. Y con un acto sexual tántrico te sentirás profundamente relajado durante todo el día. Basta una sola ex­periencia tántrica para que te sientas relajado durante varios días, cómodo, en casa, no violento, no enfadado, no deprimido. Una persona así no puede ser un peligro para los demás. Si pue­de, ayudará a los demás a ser felices. Si no puede, al menos no hará infeliz a nadie.

Solamente el tantra puede crear un nuevo hombre, y enton­ces crecerá el hombre que pueda conocer la eternidad, el no ego­centrismo y la no dualidad con la existencia.

 

 

HABÉIS leído Zorba el griego? ¡Leedlo! Zorba le dice a su jefe:

 -Hay algo que te falta, jefe. ¡Un toque de locura! Hasta que no cortes la cuerda no estarás realmente vivo.

Un poco de locura te proporciona dimensiones, poesía y el suficiente coraje para ser feliz en este mundo infeliz.

 

Zorba tiene su propia belleza. Kazantzakis, que escribió la novela Zorba el griego, es uno de los mejores novelistas de este siglo, y sufrió inmensamente a manos de la Iglesia.

Zorba es un nombre ficticio, no un personaje histórico. Cuando Kazantzakis escribió Zorba el griego fue expulsado de la Iglesia. Cuando escribió Zorba le presionaron: «0 retiras tu libro Zorba o, si no, te expulsaremos.» Como no retiró el libro fue ex­pulsado de] cristianismo y le condenaron al infierno.

Zorba, en realidad, es la personalidad de Kazantzakis que el cristianismo reprimió, la que no pudo vivir pero quería poner en práctica. Expresó toda esa parte de su vida que no practicaba en el nombre de Zorba. Zorba es un hombre hermoso..., no te­nía miedo al infierno, no codiciaba el cielo, vivía momento a mo­mento, disfrutaba las pequeñas cosas..., la comida, la bebida, las mujeres. Después de un día de trabajo, se llevaba su instrumen­to a la playa y bailaba durante horas.

 

Y la otra cara de Kazantzakis que vivió en Zorba el griego..., Zorba es el criado; la otra parte es el amo que empleó a Zorba de criado. Siempre está triste, sentado en su oficina, clasificando sus archivos, nunca se ríe, nunca disfruta, nunca sale y en el fondo tiene envidia de Zorba porque él gana poco dinero, no demasia­do, pero vive como un emperador, sin pensar en el mañana, en qué pasará. Come bien, canta bien, baila bien. Y su amo, que es muy rico, está triste, tenso, angustiado, padeciendo, sufriendo.

Zorba es la parte no vivida de todas las personas que se dicen religiosas.

 

Toda la vida de Zorba es un placer físico, pero sin ansiedad, sin culpa, sin preocuparse por el pecado o la virtud.

 

Nikos Kazantzakis os representa a vosotros, a cada ser hu­mano. Era un hombre excepcional, pero víctima de su pasado. Era un hombre muy sensible, por eso se hizo tan patente la di­visión; era un hombre muy inteligente que se daba cuenta de que estaba dividido. Eso le provocaba una gran tortura interna.

Estar dividido contra ti mismo es un infierno, luchar conti­go mismo es una tortura continua. Quieres hacer algo -es una de tus partes-, y la segunda parte dice: «No, no lo puedes hacer. Es un pecado.» ¿Cómo puedes estar en paz contigo mismo? Y la persona que no está en paz consigo misma no puede estar en paz con la sociedad, con la cultura, y finalmente, con la existencia. El individuo es la piedra angular de la existencia.

Me gustaría que Zorba estuviese vivo dentro de todas las per­sonas del mundo, porque es vuestro patrimonio natural. Pero no deberías detenerte en Zorba. Zorba es sólo el principio.

 

Desde que te conocí me atrevo a amar, a reír y a bai­lar otra vez. Has abierto mis ojos a la belleza, a la poesía de la vida. Me siento más joven casi como un niño, asombrado por la belleza que impregna todo,­ un joven pagano vagando con placer, bebiendo el néctar, disfrutando de cada gota. ¿Es esto profunda­mente inmoral?

 

 

Me gustaría que fueses a la vez Zorba el griego y Gautama el Buda, simultáneamente. No me conformo con menos. Zorba re­presenta la tierra con las flores y el follaje, las montañas, los ríos y los mares. Buda representa el cielo con todas las estrellas, las nubes y los arco iris. El cielo sin la tierra estaría vacío. El cielo no se puede reír sin la tierra. La tierra sin el cielo estaría muerta. La unión de ambos, y nace un baile en la existencia. El cielo y la tierra bailando juntos.... hay risa, hay alegría, hay celebración.

 

Si un hombre puede ser un auténtico Zorba no estará lejos de ser un Buda. Habrá hecho la mitad del camino.

 

Toda la existencia está bailando, excepto el hombre. Se ha convertido en un enorme cementerio. Os estoy llamando para que salgáis de vuestras tumbas.

No, no es inmoral. Todas las religiones dirán que lo es, pero esas religiones están equivocadas. El que diga que es inmoral está contra la humanidad, contra la existencia, contra la alegría, el éx­tasis y todo lo que conduce a la divinidad. Estoy totalmente a favor.

 

Este es el primer paso: sé uno contigo mismo. Este primer paso se ha vuelto difícil debido a todo el condicionamiento, a toda la educación, a todos los esfuerzos por civilizarte. Si has dado el primer paso simplemente al aceptarte y amarte tal y como eres, momento a momento... Por ejemplo, estás triste. En este momento estás triste. Todo tu condicionamiento te está di­ciendo: «No deberías estar triste. Está mal. No deberías estar triste. Tienes que estar contento.» Aquí surge la división, el pro­blema. Estás triste: esta es la verdad en este momento. Y tu con­dicionamiento, tu mente dice: «No deberías estar así, tienes que estar contento. iSonríe! ¿Qué van a pensar de ti?» Si estás tan triste, tu mujer te puede abandonar; si estás tan triste, quizá tus amigos te abandonen; si sigues estando tan triste, tu negocio se hundirá. Tienes que reírte, tienes que sonreír, tienes que fingir al menos que eres feliz.

 

El problema es que finges, disimulas. Logras sonreír, pero entonces te divides en dos. Has reprimido la verdad, te has vuel­to falso. La sociedad respeta a los farsantes. El farsante se con­vierte en un santo, se convierte en un gran líder. Y todo el mun­do le empieza a seguir. El farsante es tu ideal.

Por eso eres incapaz de conocerte. ¿Cómo te vas a conocer si no te aceptas? Siempre estás reprimiendo tu ser. ¿Qué hay que hacer entonces? Cuando estés triste acepta la tristeza: eso eres tú. No digas: «Estoy triste.» No digas que la tristeza está separa­da de ti. Simplemente di: «Soy la tristeza, en este momento soy la tristeza.» Vive tu tristeza con total autenticidad. Te sorpren­derás de cómo se abre en tu ser una puerta milagrosa. Si puedes vivir tu tristeza sin la idea de ser feliz, entonces serás feliz auto­máticamente, porque desaparecerá la división. Ha dejado de ha­ber divisiones. «Soy la tristeza», y entonces deja de surgir la cuestión de tener el ideal de querer ser otra cosa. De modo que no hay ningún esfuerzo, ningún conflicto. «Simplemente soy esto», y se produce una relajación. Y en esa relajación hay gra­cia, en esa relajación hay alegría.

El dolor psicológico existe porque estás dividido. El dolor significa separación y la felicidad significa no separación. Te pa­recerá paradójico: ¿cómo te vas a alegrar si estás triste y aceptas tu tristeza? Te puede parecer paradójico, pero es así. Inténtalo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay días que me siento como un hombre y otros como una mujer. ¿Puedo ser ambos? ¿0 me volveré esquizofrénico?

 

Todo el mundo es ambos y tú te has dado cuenta. Está muy bien, es un gran hallazgo sobre tu ser. Todo el mundo es ambos pero hasta ahora la sociedad ha estado condicionada de tal modo..., nos han enseñado y educado de tal modo.... que un hombre es un hombre, y una mujer es una mujer. Es un arreglo muy falso, no es fiel a la naturaleza. Si un hombre empieza a llorar y a gemir, la gente le empieza a decir: «No llores como una mujer, no te la­mentes, no seas marica.» Es una bobada, porque un hombre tiene tantas glándulas lacrimales como una mujer. Si la naturaleza no hubiese querido que llorase y gimiese, no las tendría.

Esto es muy represivo. Si una niña se empieza a comportar como un chico, es ambiciosa, agresiva, la gente piensa que algo está mal. Le llaman marimacho; no es una niña. ¡Qué tontería! No es una división natural; es una división política, social.

Se ha obligado a las mujeres a hacer el papel de mujeres veinticuatro horas al día, y al hombre a hacer el papel de hom­bre veinticuatro horas al día; esto es antinatural y sin duda cau­sa mucho sufrimiento en el mundo. Hay momentos en que el hombre es suave y debería ser fe­menino. Hay momentos en los que el marido debería ser la es­posa, y la esposa el marido, y esto debería ser muy natural. En­tonces habría más ritmo y armonía. El hombre estará más relajado si no se supone que deba ser un hombre veinticuatro horas al día. Y una mujer será más natural y más espontánea si no se supone que deba ser una mujer las veinticuatro horas del día.

Sí, de vez en cuando, en un ataque de ira, una mujer puede ser más peligrosa que un hombre, y a veces, en los momentos tiernos, un hombre puede ser más cariñoso que ninguna mu­jer..., y estos momentos siempre están cambiando. Los dos es­tados son tuyos; no creas que te estás volviendo esquizofrénico o algo así. Esta dualidad forma parte de la naturaleza.

 

Este cambio ocurre continuamente, de día o de noche. Cuando respiras por la aleta izquierda funciona el hemisferio de­recho del cerebro, que es la femenina. Cuando respiras por la aleta derecha funciona el hemisferio izquierdo, la parte mascu­lina. A veces puedes jugar con esto.

Si estás muy enfadado, haz una cosa: tápate la aleta derecha de la nariz y empieza a respirar por la izquierda; al cabo de unos segundos verás que la rabia ha desaparecido, porque para estar enfadado necesitas estar en la parte masculina de tu ser. Intén­talo y te sorprenderás. Simplemente con cambiar la respiración de un lado al otro sucede algo muy importante. Si sientes frialdad respecto al mundo respira por la aleta izquierda y deja que te inunde tu imaginación, tu fantasía, tu calidez.... y de repente te sentirás lleno de calidez.

 

La dependencia de las mujeres que siente cualquier hombre le hace reaccionar de tal manera que intenta manipular a la mu­jer como si fuese su esclava, una esclava espiritual. También tie­ne miedo porque es hermosa. Es hermosa no sólo para él, sino para cualquiera que la mire y cualquiera que esté en contacto con ella. En la mente machista y egoísta surge una gran envidia. El hombre ha hecho con las mujeres lo que Maquiavelo le pro­pone a los políticos; el matrimonio también es política. Maquiavelo sugiere que la mejor defensa es una ofensa, y el hombre ha utilizado esta idea desde hace siglos.... siglos antes de que Ma­quiavelo reconociese que era un hecho básico en todas las esfe­ras políticas. Siempre que exista algún tipo de dominación, la ofensa será inevitablemente la mejor defensa. Al defenderte, ya estás perdiendo terreno; ya has aceptado estar en el lado de los derrotados. Estás protegiéndote.

Hay que entender algo importante: la sexualidad del hombre es local, está limitada a sus genitales y al centro sexual del cere­bro. Pero con la mujer es diferente: su sexualidad está en todo el cuerpo. Todo su cuerpo es sensible, erótico.

 

¿Por qué siempre estoy mendigando atención? ¿Qué puedo hacer acerca de esto?

 

PEDIR atención es una de las debilidades humanas, una debili­dad profundamente arraigada. Las personas piden atención porque no se conocen a sí mismas. Uno sólo puede verse la cara en los ojos de los demás, puede encontrar su personalidad en las opiniones de los demás. Lo que los demás dicen tiene una im­portancia enorme. Si le rechazan, le ignoran, se siente perdido. Si pasas y nadie se fija en ti empezarás a perder lo que has con­seguido reunir: tu personalidad. Es algo que tú has creado. No la has descubierto, no es natural. Es artificial y arbitraria.

No solamente tú eres un mendigo de atención; casi todo el mundo lo es. Y esta situación no cambiará a menos que descu­bras tu auténtico ser, que no depende de la opinión, atención, crítica o indiferencia de nadie; que no tiene nada que ver con los demás. Como hay muy pocas personas que han sido capaces de descubrir su realidad, todo el mundo está lleno de mendigos. En el fondo todos estáis tratando de que os presten atención; es el alimento de vuestra personalidad. Incluso es aceptable que la gente te censure, te critique o esté en tu contra; por lo menos te están prestando atención. Claro, es mucho mejor si son amigables, respetuosos; pero tu personalidad no puede sobrevivir si no te dan algún tipo de atención. Puede ser negativa o positiva, eso no importa. La gente tiene que hablar de ti; sean respetuosos o no, están satisfaciendo el mismo propósito.

Me gustaría que pensaras acerca de la palabra respeto. No quiere decir honor, que es lo que dicen sin excepción todos los diccionarios. Respeto significa simplemente volver a mirar, res­peto. Si pasando por un camino alguien se vuelve a mirarte..., le has llamado la atención, eres alguien. Eres capaz de hacer cual­quier tontería para llamar la atención porque el respeto te da la impresión de ser alguien especial.

 

¿Qué es lo significativo de que un hombre haga un ayuno?

 

 Mahatma Gandhi utilizó esta estrategia durante toda su vida: lo único que pretendía era llamar la atención de toda la nación. Y si decidía ayunar hasta morir, llamaría la atención de todo el mundo inmediatamente. De lo contrario, no hay ninguna espi­ritualidad en el hecho de ayunar: hay millones de personas que se mueren de hambre. En los próximos diez, doce años, morirán millones de personas de inanición. Nadie les va a honrar o res­petar. ¿Por qué? Por que su inanición es inevitable. No están mu­riéndose de hambre por voluntad propia sino porque no tienen comida; sólo son gente pobre y famélica.

Pero Mahatma Gandhi tenía todo lo que necesitaba, aunque vivía como un pobre. Uno de sus seguidores más próximos, una mujer muy inteligente, Sarojini Naidu, había presentado un in­forme con pruebas de que mantener a Mahatma Gandhi pobre costaba una fortuna. No se trataba de una pobreza sencilla; era un espectáculo manipulado.

No podía beber leche de búfalo porque es rica en vitamina A y en otras vitaminas. No podía beber leche de vaca porque también es demasiado rica, y la gente pobre no se lo puede permitir. Sólo podía beber leche de cabra porque es el animal más barato y los pobres se lo pueden permitir. Pero os sorprenderéis al sa­ber que ¡bañaban a su cabra dos veces al día con pastillas de ja­bón Lux! La comida de su cabra consistía en un alimento tan nu­tritivo del que incluso un hombre rico podría sentir envidia. ¡Qué mundo más injusto! A la cabra le daban de beber leche de vaca. Su comida consistía en anacardos, nueces, manzanas y otras frutas nutritivas; no se sustentaba con pasto. Su alimenta­ción, en aquellos tiempos, costaba diez rupias diarias; diez ru­pias diarias en aquella época eran suficiente para que una perso­na se mantuviese un mes.

Y Gandhi viajaba en tercera clase. Naturalmente, estaba lla­mando la atención... ¡un hombre importante que viaja en ter­cera! Pero nadie se daba cuenta de que el compartimiento de tercera clase que podía transportar, por lo menos, a sesenta via­jeros, transportaba a una sola persona; resultaba mucho más caro que un compartimiento con aire acondicionado. Pero esto llamaba la atención.

Empezó a usar la ropa que usan los campesinos en India..., que son el 80 por 100 de la población. Como empezó a utilizar ropa de campesino -la parte superior del cuerpo está desnuda, la parte inferior sólo va envuelta en un trozo de tela- los pobres de este país empezaron a tenerle mucho respeto y a llamarle ma­hatma, el gran espíritu. Pero he estado analizando su vida a fon­do. No encuentro un gran espíritu; ni siquiera he encontrado un pequeño espíritu; sólo hace política en el nombre de la religión. Sabía perfectamente que en India sólo se puede influir por me­dio de la religión, cantaba cantos devocionales todos los días, por la mañana y por la noche, pero sólo lo hacía para llamar la aten­ción,

La atención nutre al ego de una forma desmesurada.

 

Mendigar la atención no es solamente tu problema; es una realidad humana. Y el motivo es que dependes de tu personali­dad, que es falsa y ha sido creada por la sociedad, y ésta te la pue­de arrebatar. No dependas de ella. No está en tus manos. Lo que está en tus manos es tu propia individualidad. ¡Descúbrela!

 

¡No dependas de los demás! Sé un ser independiente. Escu­cha tu voz interna.

En el momento en que empiezas a acallar y a silenciar tu mente podrás escucharla no es difícil. Y cuando digo que no es difícil, lo digo con absoluta autoridad: ¡No es difícil! Si me ha su­cedido a mí, te puede suceder a ti, no hay ninguna diferencia. To­dos los seres humanos tienen en potencia la capacidad de cono­cerse a sí mismos. Y cuando te conoces a ti mismo nadie te puede arrebatar tu individualidad. Aunque te maten sólo mata­rán tu cuerpo, no a ti.

 

¿Cuál es tu forma de hacer el amor?

 

 Si te fijas en cómo ha­ces el amor, tú mismo notarás que es aburridísimo. Y especial­mente para la mujer, porque el hombre acaba en dos o tres mi­nutos y la mujer ni siquiera ha empezado. En todo el mundo, las culturas han impuesto en la mente de las mujeres el que ellas ni siquiera deben disfrutar, moverse o ser juguetonas; a eso se le llama «sucio»; lo hacen las prostitutas, no las señoras. Las seño­ras tienen que tumbarse casi como muertas y dejar que ese vie­jo haga lo que quiera; no es nada nuevo, no hay nada nuevo ni siquiera para ver.

No te lo tienes que tomar como una ofensa. Tu novia te está diciendo algo realmente sincero y honesto. ¿Le has dado alguna alegría orgásmica? ¿O la has usado sólo para disipar tu energía sexual? ¿La has reducido a un objeto más? Ella está condiciona­da para aceptarlo, pero ni siquiera puede gozar de esta acepta­ción.

Haces el amor en la misma cama donde peleas cada día. De hecho, la pelea es el preludió: os tiráis almohadones, os gritáis, discutís sobre cualquier cosa y entonces, cuando estáis cansados, tenéis que negociar. Vuestro amor es sólo una negociación. Si eres un hombre con una sensibilidad estética, tu aposento para el amor debería ser un lugar sagrado, porque es en ese apo­sento de amor donde nace la vida. Debería tener unas flores bo­nitas, incienso, fragancia; deberías de entrar en ella con un gran respeto.

Y el amor no debería ser solamente algo abrupto.... agarrar a la mujer. Ese asunto de hacer el amor y salir corriendo no es amor. El amor debería tener un preámbulo con una música bo­nita, bailar juntos o meditar juntos. Y el amor no debería ser una cuestión mental, estar continuamente pensando en cómo hacer el amor y después irte a dormir. El amor debería implicar un profundo compromiso de todo tu ser y no debería ser planeado por la mente, sino que debería surgir espontáneamente. Una hermosa música, una fragancia, estáis bailando cogidos de las manos, os habéis vuelto niños pequeños jugando con flores... Si el amor sucede espontáneamente en esta atmósfera sagrada ten­drá una cualidad diferente.

 

Intenta hacer con tu novia lo que te estoy diciendo. Sé el compañero inactivo y deja que ella sea la parte activa. Déjale que se desinhiba. No tiene que comportarse como una señora, tiene que comportarse como una auténtica mujer. La señora ha sido inventada por el hombre; la mujer ha sido creada por la existen­cia. Tienes que llenar la brecha entre sus orgasmos. Esa brecha sólo se puede llenar de una manera, permaneciendo inactivo, si­lencioso, y disfrutando cuando ella se vuelve loca. Y ella tendrá orgasmos. Tú deberías finalizar el juego con tu orgas­mo, pero no comenzar con él.

 

Nadie está donde piensas que está. Nadie está en casa. Cuan­do hagas el amor, conviértelo en un proceso meditativo. Toda tu presencia tiene que estar ahí, rociando a la mujer con tu amor. La mujer tiene que estar ahí, derramando toda su belleza y su gracia sobre su amante. Entonces no serás una víctima; de lo contrario, eres un víctima.

 

Las personas creativas no se sienten deprimidas o culpables. Su participación en el universo, a través de sus accio­nes creativas, les dan una tremenda satisfacción y les dan digni­dad. Ese es el derecho de nacimiento de todo hombre, pero muy pocos lo reclaman.

Y no es un problema, es muy fácil usar la energía en campos creativos. Pinta, haz jardinería, planta flores, escribe poesía, aprende música, baila. Aprende cualquier cosa que transforme tu energía destructiva en energía creativa. Entonces no estarás enfadado con la existencia, estarás agradecido. No estarás en contra de la vida. ¿Cómo puede estar una persona creativa en con­tra de la vida, en contra del amor? Es imposible, no ha sucedido nunca. Sólo la gente poco creativa está en contra de todo.

 

Cambia tú. Cambia radicalmente. Deja de hacer las cosas que has estado haciendo siempre. Empieza a hacer cosas que no ha­yas hecho nunca. Cambia radicalmente, vuélvete una persona nueva y te sorprenderás. Cuando te vuelves una nueva persona, tu esposa se volverá una nueva persona. Lo tiene que hacer para responderte. Al principio le será difícil porque será casi como vi­vir con otro marido pero, poco a poco, ella verá que si tú puedes cambiar, ¿por qué ella no? Nunca estés esperando que el otro cambie. En todas las relaciones empieza tú a cambiar.

La vida todavía puede convertirse en un paraíso; nunca es demasiado tarde. Pero se necesita un gran coraje para cambiar. Todo lo que es realmente necesario es un poco más de conscien­cia. Desautomatiza tu comportamiento; observa lo que has esta­do haciendo hasta ahora. Haces lo mismo, y tu esposa reacciona de la misma manera. Se ha convertido en un patrón establecido.

 

 

 

 

 

 

 

¿Te has sentado a su lado en alguna ocasión, en silencio, sólo tomándola de la mano, sin decir una palabra, solamente sintién­dola, y permitiendo que ella te sienta? Las mujeres y sus maridos sólo tienen un tipo de comunicación: la discusión. No pienses que sólo tu mujer es responsable. Podría serio, pero ese no es el asun­to, porque ella no ha hecho la pregunta. La has hecho tú. Empie­za a cambiar tu vida. Dale a la pobre mujer la sensación de que es importante. Dale a la pobre mujer la sensación de que es necesa­ria. ¿Sabes que en la vida la mayor necesidad es el sentirse nece­sario? Y a menos que una persona sienta que él o ella son necesa­rios, sus vidas permanecerán sin significado, como un desierto.

Ríete con ella, escuchad música juntos, iros de vacaciones. Acaricia su cuerpo, porque los cuerpos se empiezan a encoger cuando nadie los acaricia. Los cuerpos empiezan a afearse cuan­do nadie los mira con aprecio. Y luego piensas: ¿por qué mi mu­jer no es guapa? Tú no estás creando el clima en donde la belleza crezca, florezca. Si amas a una persona, ¡inmediatamente la persona se vuelve hermosa! El amor es un proceso muy alquí­mico. Mira a la persona con ojos amorosos y de repente verás cómo cambia su aura, que su cara se vuelve radiante, cómo lle­ga más sangre a la cara, los ojos se vuelven más brillantes, bri­llo, inteligencia.... y como un milagro.

El amor es un milagro, el amor es mágico. Todavía no es de­masiado tarde.

 

Para el hombre que no puede vivir consigo mismo, el otro es una necesidad, una absoluta necesidad, porque siempre que está solo se aburre de sí mismo; se aburre tanto que quiere estar ocu­pado con otra persona. Al ser una necesidad se convierte en una dependencia, tienes que depender del otro. Y como se convierte en una dependencia, odias, te rebelas, te resistes, porque es una esclavitud. La dependencia es un tipo de esclavitud, y nadie quie­re ser un esclavo.

Te encuentras con una mujer; no eres capaz de vivir solo. Esta mujer tampoco es capaz de vivir sola, por eso se encuentra contigo; de otra forma no habría necesidad. Los dos están aburridos de ellos mismos y los dos están pensando que el otro les ayudará a librarse del aburrimiento. Sí, al principio así pare­ce, pero sólo al principio. Cuando deciden vivir juntos, pronto ven que el aburrimiento no ha desaparecido; no sólo se ha do­blado sino que se ha multiplicado. Ahora bien, en un principio estaban aburridos de ellos mismos, ahora están aburridos del otro también; porque cuanto más cerca estás del otro, cuanto más le conoces, más se convierte casi en parte de ti.

 

Un psicoanalista se encuentra con otro psicoanalista en la calle. El primero le dice al segundo:

-Tienes buen aspecto. ¿Cómo me encuentras a mí?

 

Nadie sabe de sí mismo, nadie está familiarizado consigo mismo. Sólo podemos ver el rostro de los demás. Una mujer es muy hermosa, un hombre es muy hermoso, sonriendo, son todo sonrisas. Nosotros no conocemos su angustia. Quizá todas esas sonrisas sólo sean fachadas para engañar a los demás y engañar­se a sí mismos. Quizá detrás de esas sonrisas haya muchas lágri­mas. Puede que tenga miedo de que si no sonríe se vaya a echar a llorar. Cuando ves al otro, simplemente ves el exterior, te ena­moras del exterior. Pero cuando te vas acercando pronto te das cuenta de que las profundidades internas de la otra persona son tan oscuras como las tuyas. Es un mendigo igual que tú. Ahora hay.... dos mendigos mendigando el uno del otro.

 

Si tienes suficiente dicha para compartir sólo entonces es­tarás contento con tu amor. Si no tienes suficiente dicha para compartir, tu amor te va a dejar cansado, exhausto, aburrido. Por eso siempre que estás con una mujer estás aburrido y quie­res librarte de ella, y siempre que estás solo te aburres de ti mis­mo, quieres librarte de tu soledad, y vas y buscas una mujer. ¡Es un círculo vicioso! Puedes seguir moviéndote como un péndulo de un extremo al otro durante toda tu vida.

 

Te relacionas; mientras todo va bien, compartes. Y si ves que ha llegado el momento de partir porque vuestros caminos se se­paran en este cruce, te despides con una gran gratitud por todo lo que el otro ha sido para ti, por todas las alegrías, todos los pla­ceres y todos los momentos hermosos que has compartido con el otro. Sin tristeza, sin dolor, simplemente te separas.

Nadie puede garantizar que dos personas serán felices estan­do juntos para siempre, porque la gente cambia. Cuando te en­cuentras con una mujer ella es una persona, tú eres otra perso­na. Después de diez años tú serás otra persona, ella será otra persona diferente. Es como un río: el agua está fluyendo conti­nuamente. La gente que se enamora ya no está allí, ninguno de los dos está allí. Ahora puedes seguir agarrándote a una determinada promesa que te hizo otra persona diferente; pero tú no la has hecho.

Un auténtico hombre de comprensión nunca hace promesas para el mañana, sólo puede decir: «Por ahora.» Un hombre real­mente sincero no puede prometer en absoluto. ¿Cómo puede prometer? ¿Quién conoce el mañana? Puede que haya un maña­na o puede que no. En el día de mañana: «No será lo mismo, tú no serás el mismo.» En el día de mañana: «Quizá encuentres a alguien con quien encajes más profundamente, quizá yo en­cuentre a alguien con quien podría estar más en armonía.» El mundo es amplio. ¿Por qué agotarlo hoy? Mantén las puertas abiertas, mantén las alternativas abiertas.

Estoy en contra del matrimonio. El matrimonio crea proble­mas. El matrimonio se ha vuelto horrible porque obliga a las personas a ser falsas: han cambiado, aunque siguen fingiendo que son los mismos.

 

Un anciano de ochenta años de edad estaba celebrando el cincuenta aniversario de su boda con su esposa, que tenía seten­ta y cinco. Volvieron al mismo hotel y al mismo enclave de mon­taña donde habían pasado su luna de miel. ¡La nostalgia! Ahora él tenía ochenta años, ella setenta y cinco. Hicieron una reserva en el mismo hotel y pidieron la misma habitación que la última vez. Estaban intentando revivir esos hermosos días de hacía cin­cuenta años.

Cuando se fueron a dormir la mujer dijo:

-¿Te has olvidado? ¿No vas a besarme de la misma manera que me besaste la noche de nuestra luna de miel?

El anciano dijo:

-De acuerdo -y se levantó.

La mujer le preguntó:

-¿Adónde vas?

Él dijo:

-Voy al baño por mi dentadura.

 

Muy pocas personas crecen de verdad, incluso aunque enve­jezcan no están creciendo. Envejecer no es crecer.

 

 

 

 

Aprende a ser silencioso, pacífico, aquietado. Aprende a ser una no mente. Este tiene que ser el principio. Antes de esto no se puede hacer nada y después de esto, todo se vuelve más fácil. Cuando te encuentras a ti mismo completamente feliz y extáti­co, entonces aunque empiece la tercera guerra mundial y el mundo entero desaparezca dejándote solo, no te afectará.

 

El día en el que ese momento llegue a tu vida podrás com­partir tu dicha. Ahora serás capaz de dar amor. Antes de eso sólo habrá sufrimiento, esperanzas y frustraciones, deseos y fracasos, sueños.... y te llenarás las manos y la boca de polvo. Sé cons­ciente, no malgastes tu tiempo. Cuanto antes empieces a vibrar en la no mente, mejor. Entonces pueden florecer en ti muchas cosas: el amor, la creatividad, la espontaneidad, la alegría, la ora­ción, la gratitud, Dios.

 

Me preguntas: «¿Tienes algo que decirme?» Recuerda dos cosas: en primer lugar, las tres reglas de la perdición. Hay tres formas de perderse en este mundo. La primera es el sexo, la se­gunda es el juego y la tercera es la política. El sexo es la más di­vertida, el juego es la más excitante y la política es la más efecti­va. En segundo lugar, recuerda también la ley fundamental de todas las revoluciones; cuando llegue la revolución, las cosas se­rán diferentes, no mejores, sólo diferentes.

Los políticos han estado dirigiendo el mundo entero desde hace siglos; ¿hacia dónde, con qué fin? ¿No ha pasado suficiente tiempo para que podamos ver la estupidez de este juego? Por lo menos somos conscientes, completamente conscientes de cinco mil años de política: antes de eso debía suceder lo mismo, pero después de estos cinco mil años de juego político, ¿qué ha ocu­rrido? El hombre sigue estando en la misma oscuridad, en el mismo sufrimiento, en el mismo infierno. Sí, la política conti­núa dándole esperanzas, esperanzas de un mañana mejor que nunca llega. El mañana nunca llega.

 

La gente llega a mí y me pregunta: «¿Qué sucederá después de la muerte?» Yo no les respondo, en su lugar les hago otra pre­gunta. Les pregunto: «Olvida todo lo relacionado con el después de la muerte, déjame que te pregunte una cosa: ¿qué está suce­diendo antes de la muerte?» ...porque todo lo que esté su­cediendo antes de la muerte continuará sucediendo después de la muerte. Es una continuidad: tu conciencia será la misma, an­tes o después no cambiará nada. El cuerpo podría no ser el mis­mo, el recipiente podría cambiar, pero el contenido seguirá sien­do el mismo. Todo lo que sucede le está sucediendo al contenido, no al contenedor.

 

EL HOMBRE no es sólo cabeza y corazón. Hay algo más en él: su ser. Por eso tienes que entender tres cosas: la cabeza, el co­razón y el ser.

He dicho que la religión es del corazón, porque la religión es el puente entre la cabeza y el ser. La cabeza no puede saltar di­rectamente al ser, a menos que vaya a través del corazón.

La ciencia está limitada a la cabeza, la razón, la lógica. El co­razón está limitado a los sentimientos, las emociones, sensacio­nes. Pero el ser está más allá de ambos. Es puro silencio; no hay pensamiento, no hay sentimiento. Y sólo el hombre que conoce su ser es auténticamente religioso. El corazón es sólo una para­da temporal.

 

La cabeza puede entender algo del corazón, porque hasta el científico más grande se enamora. Su cabeza no puede concebir qué está pasando; ¿enamorarse? No puede demostrarlo racional­mente, no puede entender por qué le ha sucedido con un hom­bre o una mujer en particular, qué química hay detrás, qué físi­ca hay detrás; no parece haber salido de ninguna parte. Pero tampoco lo puede negar, está ahí, y está poseyendo toda su vida. Por esto digo que la religión corresponde al corazón. Esta decla­ración sólo es temporal.

Cuando te pueda convencer de que vayas desde el pensa­miento al sentimiento, entonces te podré decir que la religión corresponde al ser. La religión no es pensamiento ni sentimien­to, no tiene lógica ni emoción. Sólo es puro silencio: en un sen­tido, está totalmente vacía porque no hay sentimiento, no hay pensamiento, y en otro sentido, está desbordando éxtasis, bendi­ción.

 

Me gustaría que todos los científicos escucharan al corazón. Eso cambiaría el carácter de la ciencia. Dejaría de estar al servicio de la muerte, dejaría de crear cada vez más armas destructi­vas. Estaría al servicio de la vida. Crearía mejores rosas, rosas más fragantes; crearía mejores plantas, mejores animales, mejo­res pájaros, mejores seres humanos. Pero el objetivo esencial es ir del sentimiento al ser. Y si un científico es capaz de usar su ca­beza en lo que se refiere al mundo objetivo, su corazón en lo que se refiere al mundo interpersonal y su ser en lo que a la existen­cia se refiere, entonces es el hombre perfecto.

Mi visión del nuevo hombre es la de un hombre perfecto: perfecto en el sentido que estas tres dimensiones funcionan sin contradecirse entre sí, sino al contrario, complementándose mutuamente.

El hombre perfecto creará un mundo perfecto. El hombre perfecto creará un mundo de científicos, un mundo de poetas.

 

El nuevo hombre no sólo es listo con la aritmética, también puede disfrutar y componer música. Puede bailar, puede tocar la guitarra, que es una tremenda relajación para su cabeza, porque la cabeza deja de funcionar. Y el nuevo hombre no está sola­mente en el corazón: en algunos momentos se abandona inclu­so más profundamente, y únicamente es. Esa fuente del ser es el mismísimo centro de tu vida. Entrar en contacto con ella, estar allí te rejuvenece. Todas las energías de tu corazón y tu cabeza se multiplicarán tremendamente porque irás consiguiendo nue­va energía cada día, en cada momento.

 

El mundo tiene que ser científico cuando se trata de tecno­logías, de confort. El mundo tiene que ser poético; si no, el hom­bre se convierte en un robot. La cabeza es un ordenador. Sin la poesía, la música, el baile y el canto, un ordenador podrá hacer lo que hace tu cabeza de un modo mucho más eficiente e infali­ble. Los papas han estado declarando que son infalibles. No lo son. Pero si quieren serlo, pueden reemplazar sus cerebros por un ordenador; entonces serán infalibles.

 

Los negocios no deberían entrar en tu ser. Los negocios deberían ser algo exterior, una forma de ganar tu sustento. Cuando cierres la tienda, no sigas llevándola en la cabeza. Cuan­do estás en casa con tu mujer, con tus hijos, no seas un hombre de negocios. Eso es horrible: significa que tu ser se está tiñendo con tus acciones. El hacer es superficial. El ser debería trascen­der tu acción y siempre deberías ser capaz de dejar a un lado tu hacer, y entrar en el mundo de tu ser.

Sé un hombre de negocios en tu tienda y deja de serio en tu casa. Y en ocasiones, durante algunas horas, olvida incluso el hogar, la familia, tu esposa, tus hijos.

Durante unas horas estate sólo contigo mismo. Sumérgete cada vez más en tu propio ser. Disfruta de ti mismo, ámate a ti mismo y poco a poco te harás consciente de que está manando una gran alegría sin causa alguna del mundo exterior, sin causa externa. Es tu propio sabor, es tu propio florecimiento.

 

«Sentado en silencio, sin hacer nada, llega la primavera y la hierba crece espontáneamente. » Siéntate en silencio, sin hacer nada, y espera la primavera. Llega, siempre llega, y cuando llega la hierba crece espontáneamente. Verás cómo surge una gran alegría en ti sin motivo alguno. Entonces, comparte, ¡dáselo a la gente! Entonces, tu caridad será interna. Entonces, no será so­lamente un medio para alcanzar un objetivo, tendrá un valor in­trínseco.

 

La mente irá contigo; está en tu interior. Y donde quie­ra que estés, esa misma mente creará el mismo tipo de mundo a tu alrededor.

Puedes abandonar el mundo, pero serás el mismo. Crearás de nuevo el mismo mundo porque llevas esa huella en tu men­te. No se trata de dejar el mundo, se trata de cambiar la mente, renunciar a la mente.

 

La vida es una oportunidad para crecer, para ser, para flore­cer. La vida en sí misma está vacía; a menos que seas creativo no serás capaz de llenarla de satisfacción. Tienes una canción en tu corazón para ser cantada y una danza para ser bailada, pero la danza es invisible, y la canción..., ni siquiera tú la has oído aún. Está oculta profundamente en el centro más interno de tu ser; tiene que ser traída a la superficie, tiene que ser expresada.

 

Todos nosotros somos vagabundos buscando un hogar, pero la búsqueda es muy inconsciente, a tientas en la oscuridad, sin saber exactamente qué estamos buscando, quiénes somos, a dónde vamos. Vamos como un tronco a la deriva, seguimos sien­do accidentales. Y esto es posible porque millones de personas a nuestro alrededor están en el mismo barco, y cuando ves que millones de personas están haciendo las mismas cosas que tú, entonces debes estar en lo cierto, porque millones de personas no se pueden equivocar. Esa es tu lógica, y esa lógica es básica­mente errónea: millones de personas no pueden estar en lo cier­to. Es muy raro que una persona esté en lo cierto; es muy raro que una persona realice la verdad. Millones de personas viven vi­das de mentira, vidas fingidas. Sus existencias son sólo superfi­ciales; viven en la circunferencia, completamente inconscientes del centro. Y el centro lo contiene todo: el centro es el reino de Dios.

 

Empieza por hacerte consciente; esa es la única manera de llegar. Es arduo, es duro. Seguir siendo accidental es fácil; no ne­cesita inteligencia, por eso es fácil. Cualquier idiota puede ha­cerlo; todos los idiotas ya lo están haciendo. Es fácil ser acci­dental porque nunca te sientes responsable de nada de lo que pasa. Siempre puedes echarle la culpa a otra cosa: el destino, Dios la sociedad, la estructura económica, el Estado, la Iglesia, la madre, el padre, los padres.... Puedes continuar echándole la culpa a otra persona; por eso es fácil.

Ser consciente significa tomar toda la responsabilidad a tus espaldas. Ser responsable es el principio de la budeidad.

Cuando uso la palabra responsable no la estoy utilizando con la connotación ordinaria de ser cumplidor con tus obligaciones. Estoy usándola en su significado real y esencial: capacidad de responder; ese es mi significado. Y la capacidad de responder es posible sólo si eres consciente. Si estás profundamente dormido, ¿cómo puedes responder? Si estás dormido, los pájaros seguirán cantando pero tú no los escucharás, las flores seguirán floreciendo y nunca serás capaz de sentir la belleza, la fragancia, la alegría que están derramando sobre la existencia.

Ser responsable significa estar alerta, consciente. Ser res­ponsable significa estar atento. Actúa con toda la consciencia que te sea posible. Hasta las cosas más pequeñas, como andar por la calle, comer tu alimento o darte un baño, no deberían ser hechas mecánicamente. Hazlas con total consciencia.

Poco a poco, los actos pequeños se hacen luminosos, y poco a poco, esos actos luminosos van reuniéndose en tu interior, y fi­nalmente.... la explosión. La semilla ha explotado, el potencial se ha realizado. Ya no eres una semilla sino una flor de loto, una flor de loto dorada, una flor de loto de mil pétalos.

 

Un ser iluminado significa simplemente un hombre al que no le queda ninguna pregunta en su vida, todas están resueltas. Un ser iluminado significa un hombre que está constantemente en el mismo estado de silencio, paz y satisfacción interna pase lo que pase en el exterior: éxito o fracaso, dolor o placer, vida o muerte.

Un hombre iluminado significa un hombre que ha experi­mentado algo de lo que tú también eres capaz, pero que no has intentado. Está lleno de luz, lleno de felicidad, lleno de éxtasis, veinticuatro horas al día. Está casi ebrio, ebrio de lo divino. Su vida es una canción, su vida es una danza, su vida es júbilo. Su presencia es una bendición.

 

Y si quieres conocerle, tienes que estar con él. No puedes ob­servarlo desde el exterior, tienes que acercarte. Tienes que entrar en un estado de intimidad. Tienes que unirte a su caravana, tie­nes que tomar su mano. Tienes que alimentarte de él, y tienes que permitir que entre en tu corazón. Pero desde el exterior, por favor, no intentes encontrar ninguna característica; todas estas son experiencias internas...

Aunque siempre se pueden dar algunas indicaciones. En la proximidad de un iluminado sentirás una cierta fuerza magnéti­ca, una tremenda atracción, un centro carismático. Quizá no te acerques a causa de tu miedo. Es peligroso acercarse a un ser iluminado, porque puedes acercarte pero después no puedes ale­jarte. Acercarse es arriesgado. Es sólo para jugadores, no para hombres de negocios.

 

Hablar sobre el nuevo hombre es peligroso. Un nuevo hom­bre significa cortar completamente con el pasado, interrum­piendo, desarraigándote totalmente del pasado, muriendo al pa­sado y viviendo el presente. Y a los viejos hábitos les cuesta morir. Nos hemos acostumbrado a oír hablar de un hombre me­jor; se nos ha metido hasta en la circulación de la sangre. Cada santo, cada mahatma habla acerca del hombre mejor; es su de­ber, ya lo sabemos. ¿Pero acerca del nuevo hombre? Entonces nos da miedo. Trae algo completamente nuevo; nos lleva al terri­torio de lo desconocido, está tratando de desarraigarnos de lo co­nocido. Hemos vivido durante miles de años de una manera de­terminada; estamos condicionados por esto, somos parte de esto. Sólo muy poca gente consigue salirse. Por eso mi mensaje está destinado a unos pocos escogidos.

Recuerda, los viejos hábitos tardan en morir; y nuestras re­ligiones, nuestras filosofías son muy antiguas, nuestros estilos de vida son muy antiguos. Y yo estoy por lo nuevo. Pensamos que lo viejo es oro, ¡pero yo digo que lo viejo es sólo basura!

 

Es como decirle a una persona enferma: «Te daré me­dicina para mejorar tu enfermedad.» La persona enferma no quiere que su enfermedad mejore-, quiere librarse de ella, quiere estar sano.

 

La meditación pertenece al corazón, no a la mente; no es ló­gica; está más cerca del amor.

No es como otras actividades científicas, sino más parecido a la música, a la poesía, la pintura, la danza; por eso, se le puede llamar un arte. Pero la meditación es un misterio tan grande que llamándola «ciencia» y «arte» no llegas a abarcarla. Es un truco; o lo captas o no lo captas. Un truco no es una ciencia, no puede enseñarse. Un truco no es un arte. Un truco es algo misterioso para la comprensión humana.

Por ejemplo, puede que hayas conocido a alguien.... hay gente que tiene la habilidad de hacerse amigo inmediatamente. Basta encontrártelo en un autobús durante unos momentos para que de repente sientes como si os conocierais de siempre, quizá de muchas vidas. Y tú no puedes indicar con precisión qué es lo que está sucediendo, porque es la primera vez que ves a este hombre... Un truco es algo misterioso, poca gente lo capta.

 

Una de las dificultades para todos los meditadores lo consti­tuye el no poder explicar a sus amigos, a sus familias, lo que están haciendo.... porque la mayoría de la humanidad no está in­teresada en ello en absoluto. Y los que no están interesados en absoluto simplemente piensan que las personas que están in­teresadas tienen algo un poco flojo en la cabeza, que algo anda mal.

«Sentado en silencio, sin nada que hacer, la primavera llega y la hierba crece espontáneamente»

 

Si un hombre no tiene algo en su corazón, una pequeña se­milla, entonces para él es imposible. Puede aprender la técnica, puede aprender el arte. Pero si no conoce el truco no va a tener éxito. Por eso miles de personas empiezan a meditar, pero muy pocos, tan pocos que se pueden contar con los dedos de las ma­nos, alcanzan alguna vez la iluminación. Y a menos que la me­ditación se convierta en iluminación, simplemente has desper­diciado tu tiempo.

 

Esto es sólo un hábito. Como fumar, como beber, como cualquier cosa, es sólo un hábito. No hagas de la meditación un hábito. ¡Deja que esté viva! Entonces el descontento irá desapa­reciendo poco a poco; sentirás contentamiento. Y no sólo mien­tras estás meditando. Si algo sucede sólo cuando estás medi­tando es falso, es una hipnosis. Te hace bien, pero no va a ser muy profundo. Es bueno sólo por comparación. Si no sucede nada, ni meditación, ni algún momento de éxtasis, no te preo­cupes. Si está sucediendo algo, no te aferres. Si la meditación va correctamente, en profundidad, te sentirás transformado a lo largo de todo el día. Y un contentamiento sutil estará presente en todo momento. Sentirás en tu interior un centro sereno: contentamiento.

 

Por supuesto, habrá resultados. La rabia será cada vez menos habitual. Irá desapareciendo. ¿Por qué? Porque la rabia muestra una mente no meditativa; una mente que no está a gusto consigo misma. Por eso te enfadas con los demás: básicamente, estás enfadado contigo mismo. Porque estás enfadado contigo mismo, sigues enfadándote con los demás.

¿Has observado que sólo te enfadas con aquellas personas que te son muy próximas? Cuanto más intimidad, más rabia. ¿Por qué? Cuanto más grande sea la distancia entre tú y la otra persona, menos rabia habrá. No te enfadas con un extraño. Te enfadas con tu mujer, con tu marido, con tu hijo, con tu hija, con tu madre. ¿Por qué? ¿Por qué te enfadas más con las perso­nas con las que tienes mayor intimidad? La razón es esta: estás enfadado contigo mismo. Cuanto más intimidad tiene una per­sona contigo, más identificado está contigo. Estás enfadado con­tigo mismo, por eso siempre que tienes a alguien cerca puedes echarle tu rabia encima. Se ha vuelto parte de ti.

Con la meditación estarás cada vez más feliz contigo mismo; recuerda, contigo mismo.

 

Es un milagro cuando alguien está más feliz con uno mismo. Nosotros, o estamos felices con alguien o enfadados con alguien. Cuando uno va sintiéndose más feliz con uno mismo, esto es realmente enamorarse de uno mismo. Y cuando estás enamora­do de ti mismo, es difícil enfadarse. Todo el asunto te parece ri­dículo. Habrá cada vez menos rabia, cada vez más amor y más compasión. Estos serán los signos, los signos generales.

Por eso no te creas que has conseguido algo si empiezas a ver luces o si estás viendo bonitos colores. Están bien, pero no te des por satisfecho a menos que haya cambios psicológicos reales: menos rabia, más amor; menos crueldad, más compasión. A me­nos que suceda esto, el que estés viendo luces y colores, y escu­chando sonidos, es un juego de niños. Son hermosos, muy her­mosos; está bien jugar con ellos, pero no son el objeto de la meditación. Suceden en el camino, son sólo la consecuencia, pero no les des importancia.

 

Dentro no puedes ver nada. Primero sentirás tu transforma­ción interna en tus relaciones externas y luego irás más profun­do. Sólo entonces empezarás a sentir algo en tu interior. Por eso, prueba, penetra en tus relaciones y mira allí si tu meditación está progresando o no.

Si sientes un amor creciente, un amor incondicional, si sientes compasión sin motivo, si sientes una preocupación por el bienestar de los demás, por la abundancia, tu meditación está creciendo. Entonces olvídate de todo lo demás. Con esta obser­vación observarás muchas cosas en ti mismo. Serás más silen­cioso, menos ruidoso en tu interior. Cuando haga falta hablarás, cuando no haya necesidad estarás en silencio. En este momento no puedes estar en silencio en tu interior. Te sentirás más a gus­to, relajado.

 

Si vas por una calle, una calle oscura, y de repente ves una serpiente, una serpiente peligrosa allí sentada, ¿qué harás? ¿Te pondrás a pensar? No, darás un salto. Y ese salto no vendrá de tu mente porque tu mente necesita tiempo, y las serpientes no tie­nen tiempo; no tienen mente. La serpiente te atacará, por eso no puedes dejar que entre la mente. Cuando estás frente a la ser­piente saltas, y ese salto viene de tu ser; llega antes que el pen­samiento. Primero saltas y luego piensas.

 

Esto es lo que denomino la cualidad del guerrero: la acción llega sin pensar, la acción es sin mente; la acción es total. Te pue­des convertir en un guerrero sin ir a la guerra, no hace falta ir a la guerra.

Toda la vida es una situación de emergencia y por todos los lados hay enemigos y serpientes, feroces animales salvajes listos para atacarte. Toda la vida es una guerra. Si estás alerta verás que toda la vida es una guerra, y que en cualquier momento pue­des morir; por eso la situación de emergencia es permanente. Estate alerta, sé como un guerrero moviéndose entre el enemi­go. En cualquier momento, en cualquier lugar, puede saltar so­bre ti la muerte; no dejes entrar a la mente. Y sé un jugador; este salto sólo pueden darlo los jugadores. El salto es tan grande que aquellos que están pensando en beneficios no pueden darlo. Es un riesgo, un gran riesgo; podrías perderte y podrías no ganar nada. Viniendo a mí podrías perderlo todo y no ganar nada.

Repetiré uno de los dichos de Jesús: «Quien se aferre a la vida, quien trate de preservarla, la perderá; y quien esté dispues­to a perderla la conservará.» Eso es hablar en el idioma de un ju­gador: piérdela; esa es la manera de conservarla. Muere; ese es el modo de alcanzar la vida eterna, la vida inmortal.

Cuando digo un hombre de negocios, estoy diciendo una mente calculadora, astuta. No seáis calculadores. Los niños ja­más son hombres de negocios, y es difícil encontrar un adulto que no sea un hombre de negocios.

 

 

 

 

 

 

Todo niño es un guerrero y todo adulto es un negociante. Cómo se convierten en negocian­tes todos los guerreros es una larga historia: toda la sociedad, la educación, la cultura, el condicionamiento, te vuelve más mie­doso, más asustado. No puedes correr riesgos, y todo lo que es hermoso es arriesgado.

El amor es un riesgo. La vida es un riesgo. Dios es un ries­go. Dios es el riesgo supremo, y no lo alcanzarás por medio de las matemáticas, sino tomando el mayor riesgo, arriesgando todo lo que tienes. Y tú no conoces lo desconocido: arriesgas lo conocido y no conoces lo desconocido.

La mente negociante te dirá: «¿Qué estás haciendo, perdiendo todo lo que tienes por aquello que nadie sabe si existe o no?» La mente del guerrero dice: «Lo conocido ya ha sido conocido, deja de tener interés; se ha convertido en una carga y es inútil transportarla. Lo desconocido debe de ser conocido ahora, y debo de arriesgar lo conocido por lo desconocido.»

Y si puedes arriesgar, arriesgando totalmente, no guardán­dote nada, sin hacerte trampas, sin ocultar nada; de repente lo desconocido te envuelve. Y cuando llega, te haces consciente de que no sólo es lo desconocido, también es lo incognoscible. No está en contra de lo conocido, está más allá de lo conocido. Para adentrarse en esa oscuridad, para adentrarse en ese lugar inex­plorado sin mapas, sin senderos, para adentrarse sólo en ese ab­soluto, hace falta tener la cualidad del guerrero.

A muchos de vosotros todavía os queda algo de esto porque una vez fuisteis niños; erais todos guerreros, soñabais con lo desconocido. Esa infancia está oculta pero no puede ser destrui­da; está ahí, todavía tiene un rincón propio en tu ser. Deja que funcione; sed como niños y seréis de nuevo guerreros. Eso es lo quiero decir.

 

Una vez un samurái zen, un guerrero zen, volvió a casa del frente antes de lo previsto y se encontró a su criado haciendo el amor con su esposa. Siendo un hombre de zen le dijo a su criado:

-No te preocupes, acaba tu trabajo. Te espero fuera. Tendrás que agarrar una espada con las manos y luchar conmigo. Está, bien todo lo que está pasando. Te espero fuera.

 

El pobre criado se echó a temblar. Ni siquiera sabía cómo agarrar la espada, y su amo era un guerrero famoso; le iba a cor­tar la cabeza de un solo golpe. Por eso salió corriendo por la puerta trasera a ver al maestro zen, que también era maestro del guerrero. Le dijo al maestro:

-Me he metido en un lío. Es culpa mía, pero ha sucedido.

El maestro escuchó su historia y dijo:

-No hace falta que te preocupes. Te enseñaré a sujetar la es­pada, y también te voy a decir que no importa que tu amo sea un gran guerrero. Lo que importa es la espontaneidad. Y tú serás el mejor en espontaneidad, porque parece que él está confiado: ni se plantea que este criado vaya a sobrevivir. Será casi como un gato jugando con un ratón. Por eso no te preocupes. Sé total, y golpéale fuerte porque esa es tu única oportunidad de vivir, de supervivencia. Por eso no vayas a medias, no te supedites pen­sando que quizá te vaya a perdonar. Nunca te perdonará; tienes que luchar con él. Le has provocado y desafiado. Pero no pasa nada, puedo ver que acabarás ganando.

El criado no podía creérselo y el maestro dijo:

-Deberías entender que también soy su maestro y sé que va a reaccionar de acuerdo a su entrenamiento. Sabiendo que va a ganar, no puede ser incondicional; y a ti no te queda más alter­nativa que ser incondicional. Sé total. No sabes dónde ni cómo golpear, por eso golpéale en cualquier parte. ¡Vuélvete loco!

El criado dijo:

-Si tú lo dices, así lo haré. En realidad, no tengo ninguna posibilidad de sobrevivir; entonces, ¿por qué no hacerlo total­mente?

Viendo que llegaba el momento, aprendió a sujetar la espa­da, regresó y desafió a su amo:

-¡Venga, vamos!

El samurái no se lo podía creer. Estaba pensando que su cria­do caería a sus pies llorando y gimiendo y diría:

-¡Perdóname!

Pero, en vez de eso, el criado rugía como un león y ¡tenía la espada de su maestro zen! Reconoció la espada y le dijo:

-¿De dónde la has sacado?

El criado respondió:

-De tu maestro. Venga, vamos, decidamos esto de una vez por todas. Uno de los dos sobrevivirá, pero los dos no.

El samurái sintió un pequeño temblor en su corazón, pero siguió pensando todavía:

-¿Cómo es posible? Son años de aprendizaje... He estado lu­chando en guerras durante años, y este pobre criado...

Pero tuvo que sacar su espada.

El criado se volvió totalmente loco. No sabiendo dónde gol­pear, golpeaba en todas partes.... El samurái estaba en desventa­ja porque podía pelear con cualquier guerrero que supiera pe­lear, pero este hombre no sabía nada y ¡estaba haciendo todo tipo de cosas! El criado le empujó contra el muro, y el samurái tuvo que decirle:

-Por favor, perdóname. Me vas a matar. No sabes luchar, ¿qué estás haciendo?

El criado dijo:

-No se trata de hacer. Son mis últimos instantes; voy a ha­cerlo todo con totalidad.

El criado se convirtió en el vencedor, y el guerrero también fue al maestro y dijo:

-¿Qué milagro has hecho? En cinco minutos se convirtió en un gran guerrero, y estaba dando tales golpes, de una forma tan estúpida, que me podía haber matado. No sabe nada pero me po­día haber matado. Me arrinconó contra el muro de mi casa, me puso su espada contra mi pecho. Le tuve que pedir perdón y le tuve que decir que estaba bien lo que había hecho y que podía continuar.

El maestro le dijo:

-Tienes que aprender una lección; finalmente, lo que impor­ta es la totalidad, la incondicionalidad absoluta..., es igual que traiga la victoria o la derrota. Lo que importa es que este hom­bre era total, y que un hombre total nunca es derrotado. Su to­talidad es su victoria.

 

 

VIVIR peligrosamente significa vivir. Si no vives peligrosamen­te, no vives. La vida sólo florece en el peligro. La vida nunca florece en la seguridad; sólo florece en la inseguridad.

Si empiezas a vivir sin riesgos te conviertes en una charca estancada. Entonces tu energía deja de moverse. Entonces tie­nes miedo, porque uno nunca sabe cómo adentrarse en lo desconocido. Y, ¿para qué arriesgarse? Lo conocido es más seguro. Después te obsesionas con lo conocido. Te sigue hartando, te aburre, te hace sentir desgraciado pero aún sigue pareciéndote familiar y confortable. Y por lo menos es conocido. Lo descono­cido te hace temblar. La misma idea de lo desconocido te hace sentir inseguro.

Sólo hay dos tipos de personas en el mundo. Las personas que quieren vivir confortablemente.... están buscando la muer­te, quieren una tumba confortable. Y las personas que quieren vivir, escogen vivir peligrosamente, porque la vida prospera sólo cuando hay riesgo. ¿Has ido alguna vez a escalar montañas? Cuanto más alto subes, más renovado te sientes, más joven. Cuan­to más grande es el peligro de caer, cuanto más grande es el abismo que hay a tu lado, más vivo estás.... cuando estás entre la vida y la muerte, colgando entre la vida y la muerte. Entonces no hay aburrimiento, no hay polvo del pasado, ni deseo para el futuro. Entonces el momento presente es muy afilado, como una llama. Es suficiente. Vives en el aquí y ahora... 0 cuando es­tás haciendo surf, esquiando o planeando: cuando hay riesgo de perder la vida hay una tremenda alegría, porque el riesgo de per­der la vida te hace estar tremendamente vivo.

 

Cuando te digo vive peligrosamente quiero decir que tomes no sólo riesgos físicos, sino psicológicos y finalmente espiritua­les. La religión es un riesgo espiritual. Es ir a unas alturas de las que quizá no haya posibilidad de regresar.

 

Cuando te digo vive peligrosamente quiero decir que no vi­vas una vida ordinariamente respetable.... alcalde de la ciudad o miembro de la cooperación. Esto no es vida. 0 eres ministro, o tienes una buena profesión y estás ganando mucho, y el dinero se va acumulando en el banco y todo va a la perfección. Cuando todo está yendo a la perfección, fíjate, te estás muriendo y no pasa nada. Puede ser que la gente te respete y cuando te mueras, una gran procesión seguirá tu cortejo. Bueno, eso es todo. En los periódicos publicarán fotos tuyas y escribirán editoriales, y después la gente te olvidará. Y has vivido toda tu vida sólo para esto.

Observa; uno puede desperdiciar su vida por cosas ordina­rias, por cosas mundanas. Ser espiritual significa entender que esas pequeñas cosas no deberían tener demasiada importancia. No estoy diciendo que no tengan significado. Estoy diciendo que tienen significado, pero no tanto como tú te crees.

El dinero es necesario. Es una necesidad. Pero el dinero no es el objetivo y no puede serlo. Una casa es una necesidad, sin duda. Es una necesidad. No soy un asceta y no quiero que des­troces tu casa y huyas a los Himalayas. La casa es una necesidad, pero la casa es una necesidad para ti. No me malentiendas. Bajo mi punto de vista, este asunto está patas arriba. Las personas vi­ven como si fueran una necesidad para la casa. Siguen trabajan­do para la casa. Como si fueran necesarios para la cuenta del banco; simplemente, van acumulando dinero y luego mueren. Y nunca han vivido. Nunca han tenido un solo momento de vida palpitante y fluyente. Estaban aprisionados en la seguridad, en la familiaridad, en la respetabilidad.

 

Ama, pero no pienses que mañana esa mujer estará disponi­ble para ti. No te esperes eso. No reduzcas a esa mujer a una es­posa. Entonces estás viviendo peligrosamente. No reduzcas ese

hombre a un marido, porque un marido es algo feo. Deja que tu hombre sea un hombre y que tu mujer sea una mujer. Y no hagas que tu día de mañana sea predecible. No esperes nada y es­tate preparado para todo. Esto es lo que quiero decir con vive pe­ligrosamente.

;Qué es lo que hacemos? Nos enamoramos de una mujer e inmediatamente vamos al juez, a la oficina M registro o a la iglesia a casarnos. No estoy diciendo que no te cases. Es una for­malidad. Está bien, satisface a la sociedad. Pero, en el fondo de tu mente, nunca poseas a una mujer. Jamás, ni por un momen­to, digas «me perteneces»; porque, ¿cómo te puede pertenecer una persona? Y cuando empiezas a poseer a una mujer, ésta te empieza a poseer a ti. Entonces, los dos dejáis de estar enamo­rados. Sólo os estáis aplastando y matando mutuamente, parali­zando mutuamente.

Ama, pero no degrades tu amor a través del matrimonio. Tra­baja -hay que trabajar-, pero no dejes que tu trabajo se convier­ta en tu única vida.

El juego debería ser tu vida, el centro de tu vida. El trabajo debería ser un medio para el juego. Trabaja en la oficina, traba­ja en la fábrica y trabaja en la tienda, pero sólo para tener tiem­po, oportunidad de jugar. No dejes que tu vida se reduzca a una rutina de trabajo, porque la meta de la vida es jugar.

Jugar quiere decir hacer algo por el puro placer de hacerlo.

 

 

 

 

 

 

Vivir peligrosamente significa vivir la vida como si cada mo­mento fuera un fin en sí mismo. Cada momento tiene su propio valor intrínseco. Y no tienes miedo. Sabes que la muerte está ahí y aceptas el hecho, y no te estás escondiendo de la muerte. En realidad, vas a su encuentro. Disfrutas esos momentos de en­cuentro con la muerte, físicamente, psicológicamente, espiri­tualmente.

Vivir peligrosamente significa disfrutar de esos momentos en los que entras en contacto directo con la muerte, en donde la muerte se convierte casi en una realidad.

 

nunca te olvides del arte de arries­gar, nunca jamás. Permanece siempre capaz de arriesgar. Y cuando encuentres una oportunidad de arriesgar no la desperdicies y así nunca serás un perdedor.

El riesgo es la única garantía para estar vivo de verdad.

 

LA VIDA bohemia es la única que vale la pena vivir! Los de­más tipos de vida son tibios; más que maneras de vivir la vida apasionada e intensamente son maneras de cometer un len­to suicidio. En el pasado, era inevitable que el artista viviera en rebelión, porque la creatividad es la rebelión más grande de la existencia. Si quieres crear, te tienes que liberar de todos los condicionamientos; de lo contrario, tu creatividad no será nada más que copiar, sólo será una copia. únicamente podrás ser crea­tivo si eres un individuo, no puedes crear si formas parte de la psicología de masas. La psicología de masas no es creativa; vive la vida como un fastidio. No conoce el baile, el canto, la diver­sión; es mecánica.

 

 

Un verdadero genio descartará toda esa tontería porque es un soborno. Que te den el Premio Nobel sólo significa que eres respetado por tus servicios a los poderes establecidos, que eres honrado porque has sido un buen esclavo, obediente, no te has descarriado, has seguido un camino ya recorrido.

El creador no puede seguir un camino ya recorrido. Tiene que buscar y encontrar su propio camino. Tiene que indagar en las junglas de la vida, tiene que ir solo, tiene que marginarse de la psicología de masas, de la psicología colectiva. La mente co­lectiva es la mente más inferior del mundo; hasta los así llama­dos idiotas están un poco por encima de la idiotez colectiva. Pero la colectividad tiene sus propios sobornos: respeta a las perso­nas, honra a las personas, sólo si persisten en que el camino de la mente colectiva es el único camino correcto.

En el pasado, creadores de todos los tipos -pintores, bailari­nes, músicos, poetas, y escultores- tuvieron que renunciar a ser gente respetable por pura necesidad. Tuvieron que vivir un esti­lo de vida bohemio, la vida del vagabundo; esa era la única posi­bilidad que tenían de ser creativos. En el futuro no hace falta que sea así. Si me entiendes, si sientes que lo que estoy diciendo tie­ne algo de verdad, entonces en el futuro todo el mundo deberá vivir individualmente y no habrá necesidad de una vida bohemia. La vida bohemia es la consecuencia de una vida respetable, or­todoxa, fija y convencional.

NI¡ esfuerzo consiste en destruir la mente colectiva y hacer libre a cada individuo, para que sea él mismo o ella misma. En­tonces no habrá ningún problema; entonces podrás vivir como quieras. De hecho, la humanidad nacerá realmente el día en que sea respetada la rebelión del individuo. La humanidad todavía no ha nacido; está todavía en el útero. Lo que ves como humanidad es sólo un fenómeno muy engañoso. A menos que demos a cada persona libertad individual, libertad absoluta para ser él mismo, para existir a su manera.... Y, por supuesto, no tiene que inter­ferir con nadie más; esa es parte de su libertad. Nadie debería de interferirle a nadie.

 

Disciplina es una hermosa palabra, pero ha sido mal em­pleada en el pasado, como todas las demás palabras hermosas. La palabra disciplina viene de la misma raíz que la palabra discípu­lo; el significado etimológico de la palabra es proceso de apren­dizaje. El que está dispuesto a aprender es un discípulo y el pro­ceso de estar dispuesto a aprender es disciplina.

La persona experta no está nunca dispuesta a aprender por­que piensa que ya sabe; está muy centrada en su así llamado co­nocimiento. Su conocimiento no es otra cosa que alimento para su ego. No puede ser un discípulo, no puede tener una auténti­ca disciplina.

Sócrates dice: «Sólo sé que no sé nada.» Ese es el principio de la disciplina. Cuando no sabes nada, por supuesto, surge un gran anhelo por aprender, por buscar, explorar, por investigar. Y en el momento en el que empiezas a aprender, inevitablemente, le sigue otro factor: tienes que renunciar continuamente a todo lo que has aprendido; de lo contrario, se convierte en conoci­miento y el conocimiento te impedirá seguir aprendiendo.

Un hombre verdaderamente disciplinado nunca acumula; muere momento a momento a todo aquello que ha llegado a co­nocer y se vuelve otra vez ignorante. La ignorancia es realmen­te luminosa. Una de las experiencias más hermosas de esta exis­tencia es vivir en un estado luminoso de no saber. Cuando estás en un estado de no saber estás abierto. No hay barreras, estás dis­puesto a explorar. Los hindúes no pueden experimentarlo, ya es­tán repletos de conocimientos.

 

La persona creativa tiene que disolver todos los deberías y no deberías. Necesita libertad y espacio, un espacio inmenso, nece­sita el cielo entero y todas las estrellas, sólo entonces su espon­taneidad interior comenzará a crecer.

Por eso recuerda, mí significado de disciplina no es el de los diez mandamientos; no te estoy dando ninguna disciplina; te estoy dando simplemente un vislumbre de cómo seguir aprendiendo y no convertirte en un erudito. Tu disciplina tiene que salir de tu co­razón, tiene que ser tuya, y hay una gran diferencia. Cuando otra persona te impone la disciplina nunca podrá encajar contigo; será como llevar la ropa de otro. Será siempre o demasiado floja o de­masiado apretada, llevándola siempre te sentirás un poco ridículo.

 

Intenta estar vivo con todas sus inconsistencias y vive cada momento sin ninguna referencia al pasado, sin ninguna re­ferencia al futuro tampoco. Vive el momento en el contexto del momento, y tu respuesta será total. Y esa totalidad tiene belleza y esa totalidad es creatividad. Entonces todo lo que hagas tendrá su propia belleza.

 

UNA PERSONA puede envejecer o bien seguir creciendo. La per­sona que sólo envejece no ha vivido en absoluto. Ha pasado el tiempo, pero no ha vivido. Toda su vida no es más que repre­sión. Yo te enseño a no envejecer. Eso no significa que no te ha­gas viejo, significa que te doy otra dimensión: seguir creciendo. Indudablemente envejecerás, pero sólo será cierto en lo que al cuerpo se refiere. Pero tu conciencia no envejecerá, tú no en­vejecerás; sólo seguirás creciendo. Seguirás madurando.

 

La vida no es un castigo. La vida es tan valiosa que no puede ser un castigo, es una recompensa. Y tú deberías dar las gracias a la existencia por escogerte; por respirar a través tuyo, por amar a través tuyo, por cantar a través tuyo, por bailar a través tuyo.

Si uno sigue creciendo en madurez y comprensión, nunca envejece; uno siempre es joven porque siempre está aprendien­do. Aprender te mantiene joven. Siempre eres joven porque no estás cargado de represiones. Y como no tienes peso, te sientes como si fueras un niño, un recién llegado a esta hermosa tierra.

 

He oído contar que tres sacerdotes se dirigían hacia Pitts­burgh. Llegaron a la ventanilla para comprar los billetes y la mu­jer que los vendía era extraordinariamente hermosa. Sus ropas eran casi inexistentes, tenía unos hermosos pechos y un escote en uve.

El más joven de los sacerdotes fue hasta la ventanilla, pero se le olvidó todo sobre el viaje: sólo veía dos bonitos pechos. La mujer le preguntó:

-¿Qué puedo hacer por usted?

-Tres billetes para Tetasburg -dijo él.

La mujer se enfureció:

-¡Oiga, usted es un sacerdote! -dijo.

El segundo se aproximó y le echó a un lado. Le dijo a la mujer:

-No se enfade, él es nuevo, inmaduro. Haga el favor de dar­nos tres billetes para Tetasburg.

La mujer le miró, ¿estos hombres están locos o qué?

-... Y recuerde una cosa: me gustaría que me diera el cam­bio en monedas de pezones* y duros.

La mujer empezó a gritar y a chillar:

-¡Esto es demasiado!

Entonces, el sacerdote más viejo se acercó y le dijo:

-Hija mía, no se enfade. Estos hombres viven en un monasterio, no salen, no ven nada. Debería de ser un poco más com­prensiva con ellos: han renunciado a la vida. Cálmese. Bueno, necesitamos tres billetes para Tetasburg.

La mujer no se lo podía creer; ¡los tres parecían idiotas!

El viejo sacerdote dijo:

-Recuerde una cosa, se lo advierto: use ropas más convenientes para cubrir su hermoso cuerpo. De lo contrario, el día del Juicio Final San Dedo ¡le señalará con su Pedro!

 

Esa es la situación de la persona obsesa. Cuanto más niegas tu vida, más te obsesionas con ella. Hasta ahora, no hemos per­mitido que el hombre viva una vida sin obsesiones.

 

El cuerpo, antes o después, envejece -su destino es hacerse viejo-, pero si no has vivido tus deseos, éstos clamarán a tu al rededor, inevitablemente, crearán algo desagradable en ti. En e caso contrario, el hombre mayor se convierte en el hombre más hermoso del mundo porque alcanza la inocencia, la misma ¡no ciencia del niño, o incluso mucho más profunda que la del niño se vuelve un sabio.

 

HOY en día es raro encontrar a un maestro y hay muchos impostores. Una de las cosas que se puede decir de los impostores es que puedes reconocerlos inmediatamente. En cuanto te piden que creas en cualquier cosa, en cuanto te piden que sigas unas ciertas reglas, regulaciones, en cuanto te piden que tengas fe en ellos, que nunca dudes, nunca preguntes, que tengas una fe indudable; esas son las indicaciones de los impostores. Donde­quiera que los encuentres, escapa de ese lugar tan rápido cómo puedas.

 

Mi esfuerzo aquí no es hacer discípulos, eso es sólo el prologo, sino crear maestros, tantos maestros como sea posible. El mundo necesita inmensamente, urgentemente, mucha gente consciente amorosa, libre, sincera. Sólo esa gente puede crear una cierta atmósfera espiritual que podrá impedir que este mundo sea destruido por las fuerzas suicidas, que son muy podero­sas, pero no más poderosas que el amor.

 

Mi noción de la rebelión y del rebelde es muy simple: un re­belde es un hombre que no vive como un robot condicio­nado por el pasado. En su forma de vivir, en su estilo de vida no interfiere de ninguna manera la religión, la sociedad, la cultura, ni cualquier otra cosa que pertenezca al ayer

El rebelde vive individualmente.... no como el diente de un engranaje, sino como una unidad orgánica. Su vida no es deci­dida por nadie más que su propia inteligencia. La fragancia de su vida es la de la libertad. No sólo vive en libertad, permite tam­bién que todo el mundo viva en libertad. No permite que nadie interfiera en su vida, ni interfiere en la vida de los demás. Para él la vida es sagrada, y la libertad es el valor supremo de tal for­ma que está dispuesto a sacrificarlo todo por ella: respetabilidad, estatus, incluso la vida misma.

La libertad para él es lo que para la gente así llamada reli­giosa en el pasado solía ser Dios. La libertad es su Dios.

 

El rebelde es aquel que vive siguiendo su propia luz, si­guiendo a su propia inteligencia. Crea su camino caminándolo, no sigue a la multitud en la superautopista. Su vida es peligro­sa; pero una vida que no es peligrosa no es vida en absoluto. Él acepta el desafío de lo desconocido. No se encuentra con lo des­conocido como algo que llegará en el futuro y que ha sido pre­parado por el pasado. Eso crea toda la angustia de la humanidad; el pasado te está preparando y el futuro nunca va a ser el pasa­do. Tu ayer nunca va a ser tu mañana.

 

Un rebelde es un continuo proceso de rebelión; no es estáti­co. Y ahí es donde puedo hacer una distinción entre el revolu­cionario y el rebelde.

El rebelde destruirá todas las religiones, todas las naciones, todas las razas, porque están todas podridas, pasadas, obstaculi­zando el progreso de la evolución humana. No están permitien­do que nadie llegue a su pleno florecimiento: no quieren seres humanos sobre la tierra, quieren corderos.

Jesús dice continuamente: «Yo soy tu pastor, y vosotros sois mis ovejas ... » Y siempre me he preguntado por qué ni un solo hombre se levantó y dijo: «¿Qué tipo de tontería estás diciendo? Si nosotros somos ovejas, entonces tú también eres una oveja; y si tú eres el pastor, entonces nosotros también somos pastores.» No sólo sus contemporáneos.... pero durante dos mil años no ha habido ningún cristiano que haya planteado la cuestión de que llamar a los seres humanos ovejas y llamarse a sí mismo el pas­tor, el salvador, es un insulto a la humanidad, una humillación muy grande.

«He venido a salvaros».... ¡y no se pudo salvar ni él! Casi la mitad de la humanidad está esperando todavía que regrese para salvarlos. Tú solo no puedes salvarte; necesitas al hijo primogé­nito de Dios, Jesucristo. Y él ha prometido a su gente: «Volveré pronto, en esta misma vida vuestra»... y han pasado dos mil años, han pasado muchas vidas y no parece haber signos, ni se­ñales. ..

 

EN UN BOSQUE cerca de una ciudad vivían dos mendigos. Na­turalmente, eran enemigos entre ellos como lo son todos los profesionales; dos médicos, dos profesores, dos santos. Uno era ciego y el otro era cojo, y ambos muy competitivos; se pasaban todo el día compitiendo entre ellos en la ciudad.

Pero una noche sus cabañas se incendiaron, porque se esta­ba quemando todo el bosque. El ciego podía correr, pero no po­día ver por dónde, no podía ver por dónde no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que todavía quedaban posibilidades de salir de ese fuego, pero no podía salir corriendo. El fuego iba de­masiado rápido, demasiado salvaje, por eso el cojo sólo podía ver cómo llegaba su muerte.

Se dieron cuenta de que se necesitaban. El cojo tuvo una realización súbita: «El otro hombre puede correr, el ciego puede correr y yo puedo ver,» Se olvidaron de su rivalidad. En un mo­mento tan crítico, cuando ambos estaban enfrentándose a la muerte, cada uno se olvidó de sus estúpidas enemistades. Crea­ron una gran síntesis; acordaron que el ciego llevaría al cojo en sus hombros y funcionarían como un solo hombre; el cojo podía ver y el ciego podía correr. Salvaron sus vidas. Y como se salva­ron la vida mutuamente se hicieron amigos; por primera vez de­jaron a un lado su antagonismo.

 

Zorba está ciego, no puede ver, pero puede bailar, puede can­tar, puede disfrutar. El Buda puede ver, pero sólo puede ver. Es pura visión, claridad y percepción, pero no puede bailar; está tu­llido, no puede cantar, no puede disfrutar.

Ha llegado la hora. El mundo es un fuego salvaje; todo el mundo está en peligro. El encuentro de Zorba y Buda puede salvar a toda la humanidad. Su encuentro es la única esperanza. Buda puede aportar la consciencia, la claridad, los ojos para ver el más allá, ojos para ver aquello que es casi invisible. Zorba pue­de dar todo su ser a la visión de Buda y dejar que no se quede sólo en una visión seca, sino hacerla un estilo de vida danzante, alborozado, extático.

 

 

Nunca nació

Nunca Murió

Sólo Visitó el

Planeta Tierra entre

11 de diciembre de 1931 - 19 de enero de 1990

 

Con estas palabras inmortales, Osho a la vez dicta su epitafio y nos dispensa de su biografía. Habiendo previamente rechazado todos sus nombres anteriores, finalmente acepta el nombre «Osho», explicando que viene de la palabra de William James «oceánico». «No es mi nombre», nos dice, «es un sonido curativo.»

 

Me gustaría deciros: la ciencia es el valor más alto. Y sólo hay dos tipos de ciencia: uno, la ciencia objetiva, que decide sobre el mundo externo; y dos, la ciencia subjetiva, que hasta ahora ha sido llamada religión. Pero es mejor no llamarla religión. Es me­jor llamarla ciencia de lo interno, y dividir la ciencia en ciencia de lo externo y ciencia de lo interno; ciencia objetiva y ciencia subje­tiva. Pero considerada como una única totalidad, la ciencia conti­núa siendo el valor más elevado; no hay nada por encima de esto.

 

Osho

 

 

 

publicado por angelteprotege a las 01:40 · 7 Comentarios  ·  Recomendar
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ESTE ES UN LIBRO MUY INTERESANTE,, TE LLENE DE MUCHA SABIDURIA..POR ESO ES IMPORTANTE QUE LO LEAS,, PARA PERDER EL MIEDO A LAS COSAS QUE PIENSAS QUE SON IMPOSIBLES...
publicado por ROXSANA ATENCIO, el 11.05.2011 17:08
ES UN LIBRO MUY INTERESANTE Y LLENO DE TANTAS VERDADES, LOS SERES HUMANOS NORMALMENTE TENEMOS MIEDO A LO DESCONOCIDO; PERO CON ESTE LIBRO SOLO QUIERES SABER Y APRENDER MAS. ¡¡¡¡EXCELENTE!!!!
publicado por LAURA LÓPEZ., el 05.10.2011 17:30
Lo super recomiendo, pensé que era un libro un tanto discriminante para las mujeres, sin embargo, encontré lo contrario, es un texto lleno de sabiduria, y realmente te transmite mucha energía positiva y te estimula y querer saber¡¡¡ ME ENCANTOOO
publicado por Jaky, el 20.01.2012 01:39
esta excelente
publicado por Leodegario Tovar, el 16.04.2012 04:38
Las profecías y las ciencias pasarán, pero el amor prevalecerá.

El amor está por encima de cualquier ciencia!!
publicado por Karina, el 20.08.2012 18:01
mui hermoso el libro . pero peligroso para los q no entienden...
publicado por andres, el 11.09.2012 21:42
me encanto y bendiciones para aquel que lo publico aunque sea solo el resumen GRACIASSSSS...
publicado por mimi as, el 13.11.2013 21:20
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