KARMA y REENCARNACION
Karma y reencarnación
Conceptos como karma y reencarnación no solo conciernen a buscadores espirituales. Son temas profundamente existenciales y comprenderlos puede cambiar nuestra percepción de la vida, tanto la propia como la de toda la creación. Entre otras cosas, nos advierten sobre leyes que no podemos ignorar si queremos ser felices.
“El presente es producto del pasado, pero también es la semilla del futuro” Sathya Sai Baba
Comúnmente se entiende al karma como una fatalidad que trae el destino. “Qué karma”, dicen muchos occidentales cuando se lamentan por algo que les está sucediendo. Sin embargo, la palabra karma proviene del sánscrito –lengua antigua de la India- y significa acción, trabajo. Toda acción tiene una consecuencia, un efecto, y se llama ley del karma a esta relación entre causa y efecto. Los efectos se producen en distintos períodos de tiempo, los hay inmediatos, a corto, mediano y largo plazo. Esto es fácil de observar en el plano físico: si pisamos una cáscara de banana, nos caemos en el acto. Si ponemos agua al fuego hierve luego de unos minutos y si plantamos una semilla, se convertirá en árbol después de muchos años. Lo mismo sucede con la ley del Karma: para cada acción, palabra o pensamiento hay una consecuencia, y esta última no siempre sucede en el momento. Es por eso que esta ley no es tan evidente como las leyes físicas o humanas. Tampoco hay un manual disponible que diga que a tal acción corresponde tal reacción después de un “x” período de tiempo. Sin embargo, esto no signfica que la ley del karma no exista. De la misma manera que no hay aparatos, ni sentidos, ni razonamiento que pueda medir o comprobar sentimientos como el amor o virtudes como la humildad, y no por eso podemos negar su existencia. “Ustedes no pueden ver los cimientos de un rascacielos, y sin embargo no dicen que este simplemente comienza en la planta baja, ¿no es así? De la misma forma, los cimientos de esta vida fueron construidos en el pasado, en vidas ya vividas por ustedes. Esta estructura fue formada por el plano de de otras vidas. Lo no visto decide las curvas y los finales: el número de pisos, la altura y el peso”, afirma Sathya Sai Baba.
LAS LEYES DE LA CREACIÓN Cada individuo deberá experimentar las consecuencias de sus propias acciones, buenas o malas, en la vida actual o en las próximas. Es por eso que no se puede hablar del karma sin mencionar la reencarnación. La teoría de la Reencarnación afirma que, aunque la mayor parte de nosotros no tenemos recuerdos conscientes de nuestras vidas pasadas, no sólo estamos viviendo los efectos de lo que hicimos en ellas, sino que precisamente esas acciones –buenas o malas- son las que nos hacen renacer y ser desiguales. Entonces, la teoría afirma que hay una entidad, llamada alma o espíritu, que asume diferentes cuerpos, diferentes formas para ir evolucionando. Aunque generalmente se piensa que la Reencarnación es aplicable sólo a las almas de los hombres, en realidad es un proceso que afecta a toda vida y a todo organismo. Reencarnación, ascenso de la vida a través de sucesivos cuerpos a más plenas y nobles capacidades de pensar y sentir por un lado; y Evolución, ascenso de las formas a mayores complejidades de estructura por otro, son las manos derecha e izquierda del Creador. Lo cierto es que karma y reencarnación no son temas menores sino profundamente existenciales: si tenemos una sola vida, ¿Por qué algunos nacen con defectos congénitos o severas discapacidades? ¿Por qué a unos les toca una tribu paupérrima de África y a otros una cuna de oro? Solo un Dios injusto o inexistente podría crear semejante desigualdad de recursos y oportunidades en bebés inocentes. Asimismo, mientras que las leyes humanas no son perfectas y permiten que muchos criminales vivan sin pagar por lo que hicieron (sin mencionar las injusticias sociales y económicas de todos los días), la ley del karma se ocupa de que cada acto tenga su consecuencia, incluyendo los crímenes contra las otras especies y contra el planeta en que vivimos. Esto no significa que haya un Dios que castigue. Dice Sathya Sai Baba: “Dios no inflige daño a nadie. Todo lo que pasa es consecuencia de nuestros propios pensamientos y acciones. No pueden esperar obtener un buen resultado si llevan a cabo una mala acción, y si realizan una buena acción no obtendrán de ella una mala reacción. El tipo de semillas que planten determinará lo que cosechen”. En este sentido, la ley del karma es tan impersonal como las leyes físicas de la naturaleza: la fuerza de gravedad no contempla si la persona es linda o fea, buena o mala, rica o pobre: si cae de un décimo piso, se mata. Ambas son leyes de la creación, solo que una es más evidente al ojo físico de la otra. Las acciones pasadas no solo explican la felicidad o sufrimiento de la vida actual, sino que también determinan nuestro entorno, nuestras relaciones, nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, el país donde nacemos, la clase social y hasta los talentos: “¿Qué es lo que da a cada individuo la habilidad de desarrollar talentos especiales? ¿No será que los trae consigo de su nacimiento anterior? Pueden decir que se debe al esfuerzo que realizó en volverse poeta o cantante. Pero no es así. Piensen en cómo, sin ningún entrenamiento particular, muchos individuos exhiben talentos tan especiales”, explica Sathya Sai Baba.
LOS DISTINTOS TIPOS DE KARMA
Nacemos por impacto del karma, pero esto no implica que las acciones pasadas hayan sido malas. Hay tres tipos de karma: malo, bueno y mixto. El mal karma se llama Dushkarma. “Todos los actos que se hacen sin temor a las consecuencias; todos los actos hechos bajo la influencia de los seis enemigos (lujuria, ira, codicia, apego, vanidad y envidia); todos los actos que revelen la bestia en el hombre, que indiquen que no tiene discernimiento, indagación y desapego; que no demuestran compasión, rectitud, verdad, paz y amor, estos son los Dushkarmas o malas acciones”, afirma Sathya Sai Baba. El karma bueno o Sath-karma consiste en todas las acciones hechas en reverencia a Dios, son los actos realizados con verdad, rectitud, paz y amor. El karma mixto o Misra karma es un poco más complejo: “A pesar de que los actos son buenos, revelan impulsos opuestos. Por ejemplo, una persona puede abrir refugios o centros de distribución de agua, pero a los obreros o empleados les pagan un salario bajo y en forma irregular. También están los que hacen donaciones a los pobres, pero solo ropa que ya no sirve o monedas gastadas o en desuso. Hagan lo que hagan, su propósito es buscar reconocimiento, ganar un buen nombre”. Muy difícilmente tenemos la intención de actuar mal, y sin embargo, una y otra vez caemos en hábitos negativos. El único modo de abstenernos de las malas acciones es utilizar la fuerza de voluntad, que nos ayuda a romper con hábitos incorrectos y a hacer cosas positivas. Sathya Sai Baba nos da la clave para desarrollar la fuerza de voluntad. Él explica que la voluntad es una cuestión de energía. Todos disponemos de cierta cantidad de energía, que es utilizada para diferentes actividades físicas o mentales. Estas pueden ser bajas, mixtas o altas; actividades que atan o que liberan, actividades relacionadas con el mundo o relacionadas con Dios. El circuito empieza así: cuando queremos satisfacer un deseo negativo, (por ejemplo, el deseo de criticar) reprimimos su ejecución. La energía que iba ser consumida en ese acto negativo pasa a formar parte de la fuerza de voluntad. Esta fuerza va a incrementarse por el nuevo caudal de energía que no fue consumido en aquel hábito, y dará lugar a un círculo virtuoso. Con la voluntad fortalecida, cada vez nos va a ser más fácil deshacernos de los malos hábitos y cultivar los buenos, y así sucesivamente. Luego de este proceso de purificación, sobreviene el karma del sabio o Nishkama karma (nish-kama: sin deseo): es la acción efectuada con desapego, sin conciencia de ser el hacedor, sin motivo y sin deseos, con el solo propósito de la rectitud. Esta conciencia de no ser el hacedor –puesto que lo único que existe es Dios- libera de las consecuencias tanto malas como buenas, y por lo tanto de seguir atados a la rueda de las reencarnaciones.
El karma según el tiempo
Karma y reencarnación son nociones inseparables y complementarias. Por eso el karma se divide en categorías temporales:
1. Karma pasado o Sanchita karma: el karma acumulado de vidas anteriores. 2. Karma presente o Prarabdha karma: del karma pasado se selecciona el que la persona deberá vivir en la vida presente. Es lo que experimentamos en la vida actual como resultado de las acciones pasadas. A la vez, es la semilla del karma futuro. 3. Karma futuro o Agami karma: Son las acciones, pensamientos, y palabras que realizamos en la vida presente, y que tendrán consecuencias en el futuro, tanto de esta vida como de las siguientes. Con respecto al karma futuro o Agami karma, los que están en el camino espiritual experimentan una aceleración de las consecuencias de sus acciones, producto del despertar de la conciencia. Por ejemplo, se comete un error y el resultado es experimentado a los cinco minutos, cuando antes esa misma persona sufría las consecuencias veinte años más tarde o en la vida siguiente. En cambio, cuando la persona es más inconsciente realiza acciones y las consecuencias se demoran. Como resultado se pierde de vista el hilo entre una y otra, y se retrasa el aprendizaje y el progreso.
EL EQUILIBRIO, EL PROGRESO, LA JUSTICIA
Cuando comprendemos la ley del karma, descubrimos en su fundamento tres razones:
Equilibrio: los grandes maestros enseñan que el estado primordial del Ser es de una paz absoluta, como un lago en perfecta calma. Cada una de nuestras acciones, pensamientos y palabras generan una perturbación en esa calma. Si nos remitimos a la analogía del lago, son como una piedra que se arroja al agua y genera ondas. La ley del karma es el gran igualador, y “requiere” la reacción o consecuencia necesaria para recuperar el equilibrio y la paz original.
Progreso: “El hombre es el peregrino de un largo viaje. Empezó en la piedra, pasó al reino vegetal y animal, para luego llegar al nivel humano. Todavía le queda un largo trecho, que es alcanzar su divinidad, y por lo tanto no debe rezagarse. Cada momento es precioso, cada paso debe llevarlo más cerca”, explica Sathya Sai Baba. El Universo manifestado proviene de Dios y está permeado por su omnipresencia. Mediante la creación, la Energía absoluta “juega” a perder su conciencia y se manifiesta primero como piedra, para luego recuperar paso a paso esa conciencia en niveles cada vez más complejos y perfectos de expresión. Este es un proceso inexorable que transitarán todas las formas hasta alcanzar la recuperación completa de la “memoria” de sí, y saber que son, han sido y serán esa Conciencia Absoluta en la que se originaron y a la que volverán a unirse. La ley del karma es un instrumento fundamental para lograr este progreso.
Justicia: como sólo somos conscientes de nuestra vida actual, no podemos ver la película completa donde todo se explica. Al comprender la ley del karma, vemos la manifestación de una justicia absoluta y divina por la cual nadie recibe lo que no merece sino aquello que “ganó”, tanto si es una deuda que debe pagar, o una recompensa a recibir. Esto nos ayuda a comprender que las aparentes injusticias -como el sufrimiento de un niño inocente- tienen su origen en acciones realizadas en vidas pasadas, y que es necesario experimentar las consecuencias para que esa alma pueda pagar sus deudas y progresar. La justicia divina no está basada en la venganza sino en la necesidad de lograr el balance de las acciones, que cada acción tenga su resultado para que podamos progresar. Así, promueve el avance de todos los hacia la meta final de la realización de la bienaventuranza y conciencia absoluta.
¿SE PUEDE MODIFICAR EL KARMA?
Los Maestros espirituales nos enseñan que no podemos hacer nada sobre el karma pasado o sanchita karma. El pasado ya sucedió y se refleja en el karma presente: una vez que la flecha fue disparada, llega inevitablemente a su destino. Pero sí se puede actuar sobre el presente: para evitar futuros sufrimientos, podemos practicar la triple pureza: pureza de pensamiento, palabra y acción. Otra vía por excelencia para neutralizar el mal karma es el servicio desinteresado al prójimo en necesidad, que demuestra y promueve el principio del Amor. Con respecto a las consecuencias presentes de nuestras acciones pasadas, si bien la flecha ya fue disparada, según Sathya Sai Baba hay un modo de “neutralizarla” : “Podría decirse que el karma de los nacimientos anteriores tiene que consumirse en este nacimiento y que ninguna clase de gracia puede salvar al ser humano. Evidentemente, alguien les ha enseñado a creer esto. Pero yo les aseguro: no necesitan sufrir tal karma. Cuando un fuerte dolor los atormenta, el médico les da una inyección de morfina y dejan de sentirlo aunque sigue ahí, en el cuerpo. La gracia de Dios es como la morfina; no se siente el dolor a pesar que se está padeciendo. De la misma forma, el Señor puede salvar a un ser humano completamente de las consecuencias de su karma”. Sin embargo, para ser merecedores de la gracia divina y poder limpiar nuestro camino de impedimentos kármicos, antes es necesario arrepentirse de todo daño, chico o grande, cometido contra cualquier ser viviente: “Si el arrepentimiento es sincero, la piedad de Dios responderá. Si Él desea perdonar, nada puede impedirlo… A pesar de las malas acciones del pasado, si hay un remordimiento profundo y amor por Dios, los pecados serán lavados y la naturaleza del hombre se volverá pura. Tener miedo de que esto no suceda es una debilidad. Dios tiene compasión infinita, busquen su amor y encontrarán perdón.”
LA LIBERACIÓN DE LA RUEDA Cuando las almas llegan al plano humano deben avanzar a través de un aprendizaje intenso. Este aprendizaje lleva muchas vidas, no se puede completar en una sola. Mientras el ser humano tenga karma pendiente, bueno o malo, tendrá que reencarnar. Una cadena ata, sea de oro, plata o hierro. Si cada pensamiento, palabra o acto genera una reacción, entonces todo lo que hacemos nos condena a vivir una vida tras otra para cosechar los frutos. La gran pregunta que todo aspirante se hace es cómo terminar esta cadena de acción y reacción. Una manera de liberarse de la rueda de reencarnaciones es la entrega, que consiste en dedicar cada acción, palabra y pensamiento a Dios. Esta vía nos asegura dos cosas: que los actos sean buenos y puros, y que nos desapeguemos de los resultados. Cuando regalamos algo tratamos de agradar al que lo recibe, y tampoco esperamos que nos lo devuelva. Asimismo, si dedicamos nuestras acciones a Dios ya no estaremos atados a las consecuencias. Es por eso que la entrega es la salida del laberinto por excelencia para todo aspirante espiritual. Otra manera de terminar con todo el karma acumulado en miles de vidas es el de la Sabiduría: cuando se enciende la Luz del conocimiento supremo, esta llama quema en forma inmediata el granero donde está guardado todo el karma pasado. Ya no hay un “yo” separado que sea autor de las acciones o merecedor de los resultados. Pero es Dios quien en última instancia concede la Sabiduría Suprema: “La Gracia de Dios es uno de los medios fundamentales. No hay límites para el poder de la Gracia Divina. El ser humano a través de sus esfuerzos puede hacerse merecedor de esta Gracia, que otorga el Perdón y la recompensa más grande”, afirma Sathya Sai Baba. Mediante la Gracia, el alma recupera la memoria de su verdadera realidad y vuelve a ser quien siempre fue: inmortal, dichosa, infinita.
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