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ENTRE EL CIELO y LA TIERRA.. para crear tu Propio Paraíso
Blog de Liliel

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11 de Mayo, 2010 · General

EL SILENCIO HABLA de E. Tolle (completo)

EL SILENCIO HABLA

E. Tolle

Introducción

Un verdadero profesor espiritual no tiene nada que enseñar en el sentido

convencional de la palabra; no tiene nada que darte o añadirte, ya se trate de nueva

información, de creencias o de reglas de conducta. Su única función consiste en

ayudar a librarte de aquello que te aleja de la verdad de lo que eres y de lo que sabes

en el fondo de tu ser. El profesor espiritual está allí para descubrirte y revelarte esa

dimensión de profundidad interna que también es paz.

Si te diriges a un profesor espiritual —o te acercas a este libro— buscando

ideas, teorías, creencias estimulantes o discusiones intelectuales, entonces te sentirás

decepcionado. En otras palabras, si estás buscando alimento mental, no lo

encontrarás y perderás la esencia de la enseñanza, la esencia de este libro, que no

está en las palabras, sino dentro de ti mismo. Es conveniente recordar esto y

sentirlo a medida que vayas leyendo. Las palabras no son más que señales. Aquello

hacia lo que apuntan no se encuentra en el reino del pensamiento, sino en una

dimensión interna que es más profunda e infinitamente más vasta que el

pensamiento. Una de las características de esa dimensión es una paz vibrante de vida,

de modo que cada vez que sientas surgir esa paz interior mientras lees, el libro

estará cumpliendo su cometido y realizando su función docente: te está recordando

quién eres e indicándote el camino de vuelta a casa.

Éste no es un libro para leerlo de una tirada, de principio a fin, y dejarlo. Vive

con él, ábrelo con frecuencia y, lo que es más importante, ciérralo asiduamente; es

decir, pasa más tiempo sosteniéndolo en tus manos que leyéndolo. Muchos lectores

sentirán el deseo natural de dejar de leer después de cada párrafo, para hacer una

pausa, reflexionar, serenarse. Siempre es más útil y más importante dejar de leer que

seguir leyendo. Permite que el libro haga su trabajo, que te despierte y te saque de

los viejos surcos del pensamiento condicionado y repetitivo.

Se puede considerar que este libro, por el modo en que está escrito, revive en

nuestro tiempo el estilo con el que fueron concebidas las más remotas enseñanzas

espirituales: los sutras de la antigua India. Los sutras son vigorosos indicadores de la

verdad en forma de aforismos o sentencias breves, con poca elaboración conceptual.

Los Vedas y los Upanishads son las primeras enseñanzas sagradas registradas en

sutras, como sucede con las palabras de Buda. Los dichos y parábolas de Jesús,

sacados de su contexto narrativo, también pueden ser considerados como sutras, al

igual que las profundas enseñanzas contenidas en el Tao Te Ching, el antiguo libro

chino de la sabiduría. La ventaja del estilo sutra reside en su brevedad. No involucra

la mente pensante más de lo necesario. Lo que el sutra no dice —aunque lo señala—

es más importante que lo que dice. El estilo sutra utilizado en este libro es más

evidente en el capítulo 1 («Silencio y Quietud»), que contiene los párrafos más

breves. Este primer capítulo contiene la esencia de todo el libro, pudiendo ser todo lo

que algunos lectores necesiten. Los demás capítulos están ahí para quienes necesiten

algunos indicadores más.

Al igual que los antiguos sutras, los textos contenidos en este libro son

sagrados, y han surgido de un estado de conciencia que podemos denominar quietud.

Sin embargo, a diferencia de los antiguos sutras, no pertenecen a ninguna religión ni

tradición espiritual, siendo accesibles de inmediato a toda la humanidad. En estos

escritos está presente un sentimiento de urgencia. La transformación de la conciencia

3

humana ya no es un lujo, por así decirlo a disposición de unos cuantos individuos

aislados sino una urgente necesidad para que la humanidad no se destruya a sí

misma. Actualmente, se está acelerando tanto la disfunción de la vieja conciencia

como el surgimiento de una nueva. Paradójicamente, las cosas están yendo a mejor y

peor al mismo tiempo, aunque el empeoramiento es más aparente porque produce

mucho «ruido».

Este libro, desde luego, utiliza palabras que al ser leídas harán surgir

pensamientos en tu mente. Pero no se trata de pensamientos corrientes: repetitivos,

ruidosos, narcisistas, que reclaman atención. Al igual que los verdaderos maestros

espirituales, como los antiguos sutras, los pensamientos de este libro no dicen

«mírame», sino «mira más allá de mí». Como los pensamientos han surgido de la

quietud, tienen poder: el poder de llevarte a la misma quietud de la que surgieron.

Esa quietud también es paz interior; y esa quietud y esa paz son la esencia de tu

Ser. Es la quietud interior que salvará y transformará el mundo.

Capítulo 1

SILENCIO Y QUIETUD

Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo

mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.

Tu sentido más interno de ti mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de

la quietud. Ése es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma.

-----------------------------------

La quietud es tu naturaleza esencial. ¿Qué es la quietud? El espacio interno o

conciencia en el que las palabras de esta página son percibidas y se convierten en

pensamientos. Sin esa conciencia, no habría percepción, ni pensamientos, ni mundo.

Tú eres esa conciencia, disfrazada de persona.

----------------------------------

El equivalente del ruido externo es el ruido interno del pensamiento. El

equivalente del silencio externo es la quietud interna.

Cuando quiera que haya silencio a tu alrededor, escúchalo. Esto significa que,

simplemente, has de darte cuenta de él. Préstale atención. Escuchar el silencio

despierta la dimensión de quietud dentro de ti, porque sólo la quietud te permite ser

consciente del silencio.

Observa que en el momento de darte cuenta del silencio que te rodea, no estás

pensando. Eres consciente, pero no piensas.

-----------------------------------

4

Cuando te das cuenta del silencio, se produce inmediatamente ese estado de

serena alerta interna. Estás presente. Has salido de miles de años de

condicionamiento colectivo humano.

------------------------------------

Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse en ellos.

¡Qué quietud manifiestan, qué profundamente enraizados están en el Ser! Permite

que la naturaleza te enseñe la quietud.

------------------------------------

Cuando miras un árbol y percibes su quietud, tú mismo te aquietas. Conectas

con él a un nivel muy profundo. Te sientes unido a cualquier cosa que percibes en y a

través de la quietud. Sentir tu unidad de ti mismo con todas las cosas es

verdadero amor.

------------------------------------

El silencio ayuda, pero no es necesario para hallar la quietud. Aunque haya

ruido, puedes sintonizar con la quietud subyacente, el espacio en el que surge el

ruido. Ese es el espacio interno de pura conciencia, la conciencia misma.

Puedes darte cuenta de que la conciencia es el trasfondo de todas tus

percepciones sensoriales, de toda tu actividad mental. Siendo consciente de la

conciencia surge la quietud interna.

-----------------------------------

Cualquier ruido molesto puede ser tan útil como el silencio. ¿Cómo?

Abandonando tu resistencia interna al ruido y permitiendo que sea como es; esa

aceptación también te lleva al reino de paz interna que es quietud.

Cuando aceptas profundamente este momento tal como es —tome la

forma que tome—, estás sereno, estás en paz.

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Presta atención a la pausa: la pausa entre dos pensamientos, al breve y

silencioso espacio entre las palabras de una conversación, entre las notas de un piano

o de una flauta, o al breve descanso entre la inspiración y la espiración.

Cuando prestas atención a esas pausas, la conciencia de «algo» se convierte

simplemente en conciencia. Surge de dentro de ti la dimensión informe de pura

conciencia y reemplaza la identificación con la forma.

-----------------------------------

La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde

encontramos la creatividad y la solución a los problemas.

-----------------------------------

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¿Es la quietud tan sólo ausencia de ruido y contenido? No; es la inteligencia

misma: la conciencia subyacente de la que nace toda forma. ¿Y cómo podría eso estar

separado de quien tú eres?

De allí salió la forma que crees ser, y lo que la sustenta.

Es la esencia de todas las galaxias y de las hojas de hierba; de todas las flores,

árboles, pájaros, y de todas las demás formas.

-----------------------------------

La quietud es la única cosa de este mundo que no tiene forma. Pero en realidad

no es una cosa, y tampoco es de este mundo.

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Cuando miras un árbol o un ser humano desde la quietud, ¿quién está mirando?

Algo más profundo que la persona. La conciencia está mirando a su creación.

En la Biblia se dice que Dios creó el mundo y vio que era bueno. Eso es lo que

ves cuando miras sin pensamiento, desde la quietud.

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¿Necesitas más conocimiento? ¿Crees que más información, u ordenadores más

rápidos, o más análisis científicos e intelectuales van a salvar al mundo? ¿No es

sabiduría lo que más necesita la humanidad en estos momentos?

Pero ¿qué es la sabiduría? ¿Dónde se encuentra? La sabiduría viene cuando uno

es capaz de aquietarse. Sólo mira, sólo escucha. No hace falta nada más. Aquietarse,

mirar y escuchar activa la inteligencia no conceptual que anida dentro de ti. Deja que

la quietud dirija tus palabras y tus acciones.

Capítulo 2

MÁS ALLÁ DE LA MENTE PENSANTE

La condición humana: perdidos en el pensamiento.

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La mayoría de la gente se pasa la vida aprisionada en los confines de sus

propios pensamientos. Nunca van más allá de un sentido de identidad estrecho y

personalizado, fabricado por la mente y condicionado por el pasado.

En ti, como en cada ser humano, hay una dimensión de conciencia mucho más

profunda que el pensamiento. Es la esencia misma de tu ser. Podemos llamarla

presencia, alerta, conciencia incondicionada. En las antiguas enseñanzas, es el Cristo

interno, o tu naturaleza de Buda.

Hallar esa dimensión te libera, y libera al mundo del sufrimiento que te causas

a ti mismo y a los demás cuando sólo conoces el «pequeño yo» fabricado por la

mente, que es quien dirige tu vida. El amor, la alegría, la expansión creativa y una

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paz interna duradera sólo pueden entrar en tu vida a través de esa dimensión de

conciencia incondicionada.

Si puedes reconocer, aunque sea de vez en cuando, que los pensamientos que

pasan por tu mente son simples pensamientos, si puedes ser testigo de tus hábitos

mentales y emocionales reactivos cuando se producen, entonces esa dimensión ya

está emergiendo en ti como la conciencia en la que ocurren los pensamientos y

emociones: el espacio interno intemporal donde se despliegan los contenidos de tu

vida.

--------------------------------

La corriente de pensamientos tiene una enorme inercia que puede arrastrarte

fácilmente. Cada pensamiento pretende tener una gran importancia. Quiere captar

toda tu atención.

He aquí un ejercicio espiritual que puedes practicar: no te tomes tus

pensamientos demasiado en serio.

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Qué fácilmente se queda atrapada la gente en sus prisiones conceptuales.

La mente humana, en su deseo de conocer, entender y controlar, confunde sus

opiniones y puntos de vista con la verdad. Dice: así son las cosas. Tienes que ser más

amplio que el pensamiento para darte cuenta de que tu manera de interpretar «tu

vida», o la vida o conducta de otra persona, cualquier manera que tengas de juzgar

una situación, no es más que un punto de vista, una de las muchas perspectivas

posibles. No es más que una cadena de pensamientos. Pero la realidad es una

totalidad unificada donde todas las cosas están entrelazadas, donde nada existe en y

por sí mismo. El pensamiento fragmenta la realidad, la corta en pedazos y en

fragmentos conceptuales.

La mente pensante es una herramienta útil y poderosa, pero también muy

limitante cuando se adueña completamente de tu vida, cuando no te das cuenta de

que sólo es un pequeño aspecto de la conciencia que eres.

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La sabiduría no es un producto del pensamiento. El conocer profundo, que es la

sabiduría, surge en el simple acto de prestar toda tu atención a alguien o algo. La

atención es la inteligencia primordial, la conciencia misma. Disuelve las barreras

creadas por el pensamiento conceptual, lo que nos permite reconocer que nada existe

en y por sí mismo. Une el perceptor con lo percibido en un campo de conciencia

unificado. La sabiduría cura la separación.

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Cuando estás inmerso en el pensamiento compulsivo, estás evitando lo que es.

No quieres estar donde estás. Aquí, Ahora.

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Los dogmas —religiosos, políticos, científicos— surgen de la creencia errónea de

que el pensamiento puede contener y encerrar la realidad o la verdad. Los dogmas

son prisiones conceptuales colectivas. Y lo extraño es que la gente ama la celda de su

prisión porque le da sensación de seguridad, una falsa sensación de «yo sé».

Nada ha causado más sufrimiento a la humanidad que sus dogmas. Es cierto

que cada dogma se viene abajo antes o después, porque su falsedad acaba siendo

revelada por la realidad; sin embargo, a menos que el error básico sea visto tal como

es, el dogma será reemplazado por otros.

¿Cuál es el error básico? La identificación con el pensamiento.

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El despertar espiritual es el despertar del sueño del pensamiento.

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El reino de la conciencia es mucho más vasto de lo que el pensamiento puede

entender. Cuando dejas de creerte todo lo que piensas, sales del pensamiento y ves

con claridad que el pensador no es quien tú eres.

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La mente existe en un estado de «nunca tener suficiente», por lo que siempre

ambiciona más. Cuando te identificas con la mente, te aburres y te inquietas

fácilmente. El aburrimiento significa que la mente tiene hambre de nuevos estímulos,

de más alimento para el pensamiento, y que su hambre no está siendo satisfecha.

Cuando estás aburrido, puedes satisfacer el «hambre mental» leyendo una

revista, haciendo una llamada telefónica, poniendo la tele, navegando en Internet,

yéndote de compras o —y esto es bastante común— transfiriendo al cuerpo la

sensación mental de carencia y la necesidad de querer siempre algo más, y

satisfaciéndolas brevemente ingiriendo más comida.

O puedes sentirte aburrido e inquieto y observar la sensación de estar aburrido

e inquieto. A medida que vayas dándote cuenta de estas sensaciones, empezará a

surgir algún espacio y quietud en torno a ellas Al principio sólo habrá un poco, pero,

conforme crezca la sensación de espacio interno, el aburrimiento empezará a

disminuir en intensidad y significado. De modo que incluso el aburrimiento te puede

enseñar quién eres y quién no eres.

Descubres que ser «una persona aburrida» no es tu identidad esencial. El

aburrimiento, simplemente, es un movimiento interno de la energía condicionada.

Tampoco eres una persona enfadada, triste o temerosa. El aburrimiento, el enfado, la

tristeza o el miedo no son «tuyos», no son personales. Son estados de la mente

humana. Vienen y van.

Nada de lo que viene y va eres tú.

«Estoy aburrido»; ¿quién sabe esto?

«Estoy enfadado, triste, atemorizado»; ¿quién lo sabe?

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Tú eres el conocimiento, no el estado conocido.

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Los prejuicios de todo tipo implican que te estas identificado con la mente

pensante. Significan que ya no ves al otro ser humano, sino únicamente tu propio

concepto de ese ser humano. Reducir la riqueza de vida de otro ser humano a un

concepto es en sí mismo, una forma de violencia.

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El pensamiento que no está enraizado en la auto-conciencia se sirve a sí mismo

y es disfuncional. El ingenio exento de sabiduría es extremadamente peligroso y

destructivo. Constituye el estado habitual de la mayor parte de la humanidad. La

expansión del pensamiento por vías científicas y tecnológicas, aunque no es

intrínsecamente bueno ni malo, también se ha vuelto destructivo, porque muy a

menudo el proceso mental del que surge no hunde sus raíces en la conciencia.

El paso siguiente en la evolución humana es trascender el pensamiento.

Actualmente es nuestra tarea más urgente. Esto no implica dejar de pensar, sino

dejar de identificarse completamente con el pensamiento, dejar de estar poseídos por

el pensamiento.

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Siente la energía de tu cuerpo interno. El ruido mental se serena y cesa

inmediatamente. Siéntela en tus manos, en tus pies, en tu abdomen, en tu pecho.

Siente la vida que eres, la vida que anima el cuerpo.

Entonces el cuerpo se convierte en una puerta, por así decirlo, hacia una

sensación de vida más profunda que subyace a las fluctuantes emociones y al

pensamiento.

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Hay una riqueza de vida en ti que puedes sentir con todo tu Ser, no sólo con la

cabeza. En esa presencia en la que no necesitas pensar, cada célula está viva. Sin

embargo, en ese estado, el pensamiento puede activarse si se le necesita para alguna

finalidad práctica. La mente puede seguir operando, y opera perfectamente cuando la

inteligencia mayor que eres la usa y se expresa a través de ella.

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Quizá te haya pasado inadvertido que esos breves periodos en los que «eres

consciente sin pensamiento» ya ocurren natural y espontáneamente en tu vida.

Puedes estar realizando alguna actividad manual, o paseando por la habitación, o

esperando en el mostrador de la aerolínea, y estar tan completamente presente que el

ruido mental de fondo se disipa y es reemplazado por la presencia consciente.

También puedes estar mirando al cielo o escuchando a alguien sin que surja ningún

comentario interno. Tus percepciones se vuelven claras como el cristal, no están

empañadas por el pensamiento.

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Para la mente, todo esto no es significativo, porque tiene cosas «más

importantes» en que pensar. Además, no es memorable, y por eso te ha pasado

inadvertido.

Lo cierto es que es lo más significativo que puede ocurrirte. Es el principio de

un cambio desde el pensamiento hacia la presencia consciente.

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Siéntete cómodo en el estado de “no saber”. Este estado te lleva más allá de la

mente, porque la mente siempre está intentando concluir e interpretar. Tiene miedo

de no saber. Por eso, cuando puedes sentirte cómodo en el no saber, ya has ido más

allá de la mente. De ese estado surge un conocimiento más profundo que es noconceptual.

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Creación artística, deporte, danza, enseñanza, terapia: la maestría en cualquier

disciplina implica que la mente pensante o bien ya no participa, o se ha quedado en

un discreto segundo plano. Un poder y una inteligencia mayores que tú, aunque en

esencia son uno contigo, toman el mando. Ya no hay proceso de toma de decisiones;

la acción justa surge espontáneamente, y «tú» no la estás haciendo. La maestría de la

vida es lo opuesto del control. Te alineas con la conciencia mayor. Ella actúa, habla y

hace los trabajos.

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Un momento de peligro puede producir el cese temporal de la corriente de

pensamientos, permitiéndote degustar lo que significa estar presente, alerta,

consciente.

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La Verdad es mucho más omniabarcante de lo que la mente podrá comprender

jamás. Ningún pensamiento puede encerrar y contener la Verdad. En el mejor de los

casos, puede indicarla. Por ejemplo, puede decir: «Todas las cosas son

intrínsecamente una.» Eso es una indicación, no una explicación. Comprender estas

palabras significa sentir profundamente dentro de ti la verdad hacia la que apuntan.

Capítulo 3

EL YO SEPARADO

La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está

buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo

separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.

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Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y

mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus miedos

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y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. Es un sentido de

quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que trata de encontrar

su realización en el futuro.

¿Puedes ver que este «yo» es pasajero, que es una formación temporal, como

una onda que recorre la superficie del agua?

¿Quién ve que esto es así? ¿Quién es consciente de que tus formas física y

psicológica son pasajeras? Yo soy. Éste es el «yo» profundo que no tiene nada que ver

con el pasado y el futuro.

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¿Qué quedará de todos los temores y deseos asociados con tu problemática

situación existencial, que consumen cada día la mayor parte de tu atención? Un guión

de varios centímetros de largo entre la fecha de tu nacimiento y la fecha de tu muerte

inscritas en tu lápida.

Para el ego este es un pensamiento deprimente. Para ti es liberador.

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Cuando cada pensamiento absorbe tu atención lentamente significa que te

identificas con la voz que suena en tu cabeza. Entonces los pensamientos quedan

investidos de un sentido de yo. Esto es el ego, el «yo» creado por la mente. Este yo

fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el temor y el deseo

son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras.

Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que

nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la corriente

de pensamientos.

Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—,

sino quien es consciente de ella.

La libertad estriba en conocerte a ti mismo como la conciencia que está detrás

de la voz.

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El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro

para completarse.

Esto explica su preocupación compulsiva por el futuro.

Cuando te des cuenta de que estás viviendo «para el momento siguiente», ya

has salido del patrón mental del ego, con lo que surge la posibilidad de elegir prestar

toda tu atención a este momento.

Prestando toda tu atención a este momento, una inteligencia mucho mayor que

la inteligencia de la mente egótica entra en tu vida.

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Cuando vives a través del ego, siempre reduces el momento presente a un

medio para un fin. Vives para el futuro, y cuando consigues tus objetivos, no te

satisfacen, o al menos no por mucho tiempo.

Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que quieres

conseguir con ello, rompes el viejo condicionamiento del ego.

Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre y

satisfactorio.

------------------------------------

Casi cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar «identidad

de víctima». La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan

fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios

forman parte esencial de su sentido del yo.

Aunque tus agravios estén completamente «justificados», te has construido una

identidad de víctima que se parece mucho a una prisión cuyos barrotes están hechos

de formas mentales. Mira lo que te estás haciendo a ti mismo o, más bien, lo que te

está haciendo tu mente. Siente tu apego emocional por tu historia de víctima y date

cuenta de la tendencia compulsiva a pensar o hablar de ella. Mantente presente como

testigo de tu estado interno. No tienes que hacer nada. Con la conciencia vienen la

transformación y la libertad.

----------------------------------------

Los hábitos mentales favoritos del ego, los que le fortalecen, son la queja y la

reactividad. Buena parte de la actividad emocional-mental de muchas personas

consiste en quejarse o reaccionar contra esto o lo otro. Ello hace que los demás, o la

situación, estén «equivocados», mientras que tú «tienes razón». Teniendo razón te

sientes superior, y sintiéndote superior fortaleces tu sentido del yo. En realidad sólo

estás fortaleciendo la ilusión del ego.

¿Puedes observar estos hábitos dentro de ti mismo y reconocer tu quejumbrosa

voz interior por lo que es?.

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El sentido del yo característico del ego necesita el conflicto porque su identidad

separada se fortalece al luchar contra esto o lo otro, y al demostrar que esto soy «yo»

y eso no soy «yo».

Es frecuente que tribus, naciones y religiones consigan fortalecer su sentido de

identidad colectiva teniendo enemigos, ¿Quién sería el «creyente» sin el «infiel»?

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En tus tratos con otras personas, ¿puedes detectar ligeros sentimientos de

superioridad o inferioridad hacia ellas? Lo que estás viendo es el ego, que vive de la

comparación.

La envidia es un derivado del ego, que se siente disminuido cuando a otra

persona le pasa algo bueno, o cuando alguien tiene más, sabe más o puede hacer

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más que tú. La identidad del ego depende de la comparación y siempre quiere más.

Se agarra a cualquier cosa. Si todo lo demás fracasa, puedes fortalecer tu ficticio

sentido del yo sintiéndote más maltratado por la vida o más enfermo que otras

personas.

¿Cuáles son las historias, las ficciones de las que derivas tu sentido del yo?

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La necesidad de oponerse, de resistirse y de excluir está incorporada a la

estructura misma del ego ya que esto le permite mantener el sentido de separación

del que depende su supervivencia. De modo que «yo» voy contra el «otro»,

«nosotros» contra «ellos».

El ego necesita estar en conflicto con alguien o algo. Eso explica por qué buscas

la paz, la alegría y el amor, pero no puedes tolerarlos por mucho tiempo. Dices que

quieres la felicidad, pero eres adicto a tu infelicidad.

En último término, la infelicidad no surge de las circunstancias de tu vida, sino

del condicionamiento de tu mente.

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¿Albergas sentimientos de culpa respecto a algo que hiciste -o dejaste de

hacer- en el pasado?

Lo cierto es que actuaste de acuerdo a tu nivel de conciencia, o más bien de

inconsciencia, de aquel tiempo. Si hubieras estado más alerta, si hubieras sido más

consciente, habrías actuado de otra manera.

La culpa es otro intento del ego de crear una identidad, un sentido del yo. Al

ego no le importa que el sentido del yo sea positivo o negativo. Lo que hiciste o

dejaste de hacer fue una manifestación de inconsciencia, de la inconsciencia humana.

El ego, no obstante, lo personaliza y dice: «Yo hice aquello», y así te creas una

imagen mental de ti mismo como persona «mala».

A lo largo de la historia, los seres humanos han cometido incontables actos de

agresión, crueldad y violencia hacia sus semejantes, y continúan realizándolos. ¿Son

todos ellos condenables? ¿Son todos culpables? ¿O dichos actos son expresiones de la

inconsciencia, de una etapa evolutiva que ahora estamos dejando atrás?.

Las palabras de Jesús: «Perdónales porque no saben lo que hacen», también

son aplicables a ti.

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Si con el fin de liberarte te marcas metas egóticas que te potencian o te hacen

sentirte importante, aunque las consigas, no te sentirás satisfecho.

Márcate metas, pero sabiendo que alcanzarlas no tienen la menor importancia.

Cuando algo surge de la presencia, significa que este instante no es un medio para un

fin: la acción es satisfactoria por sí misma en cada momento. Ya no reduces el Ahora

a un medio para un fin, que es lo que hace la conciencia del ego.

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«Cuando el yo desaparece, desaparecen los problemas», dijo el maestro budista

cuando le pidieron que explicara el significado profundo del budismo.

Capítulo 4

EL AHORA

Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre

muchos, muchos momentos. Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de

momentos en los que ocurren distintas cosas. Pero, si miras más a fondo, ¿no hay

siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»?

Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el

único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay

una cosa segura: siempre es Ahora.

Y ya que no es posible escapar del Ahora, ¿por qué no darle la bienvenida y

hacerse amigo suyo?

-----------------------------------------

Cuando te haces amigo del momento presente te sientes como en casa

dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incómodo

dondequiera que vayas.

------------------------------------

El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?

------------------------------------

La división de la vida en pasado, presente y futuro es obra de la mente y, en

definitiva, es ilusoria. Pasado y futuro son formas-pensamiento, abstracciones

mentales. El pasado sólo puede ser recordado Ahora. Lo que recuerdas es un suceso

que tuvo lugar en el Ahora, y lo recuerdas Ahora. El futuro, cuando llega, es un Ahora.

De modo que lo único que es real, lo único que llega a tener existencia, es el Ahora.

--------------------------------------

Mantener la atención en el Ahora no implica negar las necesidades de tu vida.

Se trata de reconocer que es lo fundamental. Eso te permite gestionar lo secundario

con gran facilidad. No se trata de decir: «Ya no me ocupo de las cosas porque sólo

existe el Ahora.» No. Empieza por encontrar lo que es más importante y haz del Ahora

tu amigo, no tu enemigo. Reconócelo, hónralo. Cuando el Ahora es el fundamento y el

núcleo principal de tu vida, ésta se despliega con facilidad.

--------------------------------------

Recoger la vajilla, diseñar una estrategia empresarial, planear un viaje... ¿Qué

es mas importante el acto en sí o el resultado que quieres conseguir con ese acto?

¿Este momento o algún momento futuro?

14

¿Tratas este momento como si fuera un obstáculo por superar? ¿Sientes que lo

más importante es llegar a algún momento futuro?

Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo. Como el futuro

nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional. Genera una

continua corriente subterránea de tensión, alteración y descontento. No hace honor a

la vida, que es Ahora y nunca deja de ser Ahora.

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Siente la vida dentro de tu cuerpo. Eso te ancla en el Ahora.

-----------------------------------------

No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de

este momento, del Ahora. Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde

se halla la vida.

Responsabilizarse de este momento significa no oponerse internamente a la

«cualidad» del Ahora, no discutir con lo que es. Significa estar alineado con la vida.

El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos

confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados.

Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son

parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.

Cuando dices «sí» a lo que es, te alineas con el poder y la inteligencia de la

Vida misma. Sólo entonces puedes convertirte en un agente del cambio positivo en el

mundo.

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Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora,

dentro y fuera.

------------------------------------

Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. Es como si despertases

de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay

claridad, simplicidad. No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este

momento es como es.

------------------------------------

En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es

sagrada. Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes. Cuanto

más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la

santidad de toda vida.

La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero

son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el

espacio en el que ocurren las cosas.

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Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora

es más profundo que cualquier contenido que surja en él.

---------------------------------------

Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente. La corriente

incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu

atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos,

espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto

que tus pensamientos.

---------------------------------------

Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen

el contenido de tu vida. «Mi vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida»

son los contenidos, o al menos eso crees.

Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno Yo

Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los

contenidos. Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. Siempre permanece igual. En

la infancia y en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el fracaso, el Yo

Soy —el espacio del Ahora— permanece inmutable al nivel más profundo.

Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo experimentas el Yo Soy o

el Ahora levemente, indirectamente, a través de los contenidos de tu vida. En otras

palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por las circunstancias, por la corriente

de pensamientos y por todas las cosas de este mundo. El Ahora queda oscurecido por

el tiempo.

Y así olvidas que estás enraizado en el Ser, en tu realidad divina, y te pierdes

en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres

humanos olvidan quiénes son.

Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa.

Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias.

Yo no soy el contenido de mi vida. Yo soy Vida. Yo soy el espacio en el que ocurren

todas las cosas. Yo soy conciencia. Yo soy el Ahora. Yo Soy.

Capítulo 5

TU VERDADERO SER

El Ahora es inseparable de quien eres en el nivel más profundo.

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Hay muchas cosas importantes en tu vida, pero sólo una importa

absolutamente.

Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del mundo. Importa si tienes o

no tienes salud, si has recibido o no una buena educación. Importa si eres rico o

pobre; ciertamente, establece una carencia en tu vida. Sí, todas estas cosas tienen

importancia, una importancia relativa, pero no importancia absoluta.

16

Hay algo más importante que cualquiera de estas cosas: encontrar tu ser

esencial más allá de esa entidad efímera, del efímero yo personal.

No encontrarás la paz reordenando las circunstancias de tu vida, sino dándote

cuenta de quién eres al nivel más profundo.

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La reencarnación no te ayudará si en la próxima encarnación sigues sin saber

quién eres.

-------------------------------------

Todas las desgracias del planeta surgen del sentido personalizado del «yo» o

del «nosotros», que recubre la esencia de tu ser. Cuando no eres consciente de la

esencia interna, siempre acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple. Cuando no

sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso ser divino,

y te apegas a ese yo temeroso y necesitado.

Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte

en tu principal fuerza motivadora.

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Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la propia estructura del

lenguaje, revelan que las personas no saben quiénes son. Por ejemplo, dices: «El ha

perdido su vida», o hablas de «mi vida», como si la vida fuera algo que pudieras

poseer o perder. Lo cierto es que no tienes una vida; eres una vida. La Vida Una, la

conciencia que interpenetra todo el universo y toma forma temporalmente para

experimentarse como piedra o como hoja de hierba, como un animal, una persona,

una estrella o una galaxia.

¿Puedes sentir en lo profundo de ti que ya sabes eso? ¿Puedes sentir que ya

eres Eso?

-----------------------------------

Necesitas tiempo para la mayoría de las cosas de la vida: para adquirir nuevas

aptitudes, para construir una casa, para especializarte en una disciplina, para

prepararte una taza de té.... Sin embargo, el tiempo es inútil para la cosa más

esencial de la vida, para la única cosa que importa: la autorrealización, que significa

saber quién eres más allá del yo superficial; más allá de tu nombre, de tu forma

física, de tu historia personal, de tus historias.

No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el futuro. El único lugar

donde puedes encontrarte es en el Ahora.

Los buscadores espirituales buscan la autorrealización o la iluminación en el

futuro. Ser un buscador implica necesitar un futuro. Si lo crees así, entonces esto se

vuelve verdad para ti: necesitarás tiempo hasta que llegues a darte cuenta de que no

necesitas tiempo para ser quien eres.

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17

Cuando miras un árbol, eres consciente del árbol. Cuando tienes un

pensamiento o sentimiento, eres consciente de ese pensamiento o sentimiento.

Cuando tienes una experiencia placentera o dolorosa eres consciente de esa

experiencia.

Estas declaraciones parecen ciertas y evidentes; sin embargo, si las examinas

de cerca descubrirás que, sutilmente, su propia estructura contiene una ilusión

fundamental, una ilusión inevitable cuando se usa el lenguaje. Pensamiento y

lenguaje crean una aparente dualidad y una persona separada donde no la hay. Lo

cierto es: tú no eres alguien que es consciente del árbol, del pensamiento, del

sentimiento o de la experiencia. Tú eres la conciencia en la que -y por la que- esas

cosas aparecen.

Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti mismo como la conciencia

en la que se despliega todo el contenido de tu vida?

-------------------------------------

Dices: «Yo quiero conocerme a mí mismo.» Tú eres el «yo». Tú eres el

Conocimiento. Tú eres la conciencia por la que todo es conocido. Y eso no puede

conocerse a sí mismo; eso es si mismo.

No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo todo conocimiento

surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un objeto de conocimiento, de

conciencia.

De modo que no puedes convertirte en un objeto para ti mismo. Por eso mismo

ha surgido la ilusión de la identidad egótica, porque mentalmente has hecho de ti

mismo un objeto. «Eso soy yo», dices. Y empiezas a tener una relación contigo

mismo, y te cuentas tu historia a ti mismo y a los demás.

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Conociéndote como la conciencia en la que ocurre la existencia fenoménica, te

liberas de la dependencia de los fenómenos, te liberas de la búsqueda del yo en

situaciones, lugares y estados. En otras palabras: lo que ocurre o deja de ocurrir ya

no es tan importante. Las situaciones pierden su gravedad, su seriedad. Un ánimo

juguetón entra en tu vida. Reconoces que este mundo es una danza cósmica, la danza

de la forma, ni más ni menos.

-----------------------------------

Cuando sabes verdaderamente quién eres, vives en una vibrante y permanente

sensación de paz. Puedes llamarla alegría, porque la alegría es eso: una paz vibrante

de vida. Es la alegría de conocerte a ti mismo como la esencia de vida antes de tomar

forma. Eso es la alegría de Ser, de ser quien realmente eres.

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Así como el agua puede ser sólida, líquida o gaseosa, la conciencia puede estar

«congelada» y tomar la forma de la materia física; puede ser «líquida», tomando la

forma de la mente y del pensamiento, o puede ser informe, como la conciencia pura.

18

La conciencia pura es la Vida antes de manifestarse, y esa Vida mira al mundo

de la forma a través de «tus» ojos, porque esa conciencia es quien tú eres. Cuando te

conoces como Eso, te reconoces todas las cosas. Es un estado de completa claridad de

percepción. Ya no eres más una entidad con un gravoso pasado, convertida en una

pantalla de conceptos que interpreta cada experiencia.

Cuando percibes sin interpretación, puedes sentir qué es lo que se percibe. Lo

máximo que podemos expresar con el lenguaje es que existe un campo de quietud

consciente en el que ocurre la percepción.

A través de «ti», la conciencia informe se hace consciente de sí misma.

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Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por el deseo y el miedo.

El deseo es la necesidad de añadirte algo para poder ser tú mismo más

plenamente. Todo miedo es el miedo de perder algo y, por tanto, de sentirte reducido

y de ser menos de lo que eres.

Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser no puede ser dado ni

quitado. El Ser ya está en ti en toda su plenitud, Ahora.

Capítulo 6

ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN

Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando

conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias

externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus

pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse

internamente a lo que es?

Cuando reconoces este hecho, también te das cuenta de que ahora eres libre de

renunciar a este conflicto fútil, al estado interno de guerra.

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Si verbalizaras tu realidad del momento, ¿cuántas veces al día tendrías que

decirte: «No quiero estar donde estoy»? ¿Cómo te sientes cuando no quieres estar

donde estás: en el embotellamiento, puesto de trabajo, en la sala de espera del

aeropuerto, con la gente que te acompaña?

Sin duda es cierto que lo mejor que se puede hacer en ciertos lugares es salir

de ellos, y a veces eso es lo más apropiado. No obstante, en muchos casos no tienes

la opción de irte. En esas situaciones, el «no quiero estar aquí», además de inútil, es

disfuncional. Te hace infeliz y hace infelices a los demás.

Ha sido dicho: dondequiera que llegues, allí estás. En otras palabras: estás

aquí. Siempre. ¿Es tan duro de aceptar?

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19

¿Realmente necesitas etiquetar mentalmente cada percepción sensorial y cada

experiencia? ¿Necesitas tener esa relación reactiva de gusto o de disgusto ante la

vida, que te lleva a estar continuamente en conflicto con personas y situaciones? ¿O

se trata únicamente de un habito mental profundamente arraigado que puedes

romper? Sin hacer nada en particular; simplemente, dejando que este momento sea

como es.

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El «no» habitual y reactivo fortalece el ego. El «sí» lo debilita. Tu identidad en

la forma, el ego, no puede sobrevivir a la rendición.

«Tengo muchas cosas que hacer.» Sí, pero ¿cuál es la calidad de tu hacer?

Conducir yendo al trabajo, hablar con los clientes, trabajar en el ordenador, hacer

recados, atender las innumerables cosas que constituyen tu vida... ¿Hasta qué punto

eres total en lo que haces? ¿Es tu acción una rendición o una resistencia? Esto es lo

que determina el éxito que consigues en la vida, no la cantidad de esfuerzo que

pongas. El esfuerzo implica estrés, tensión, necesidad de alcanzar cierto punto en el

futuro o de conseguir algún resultado.

¿Puedes llegar a detectar en tu interior la más leve sombra de no querer estar

haciendo lo que estás haciendo? Eso es una negación de la vida, y por ello no puedes

conseguir un resultado verdaderamente exitoso.

Si has sido capaz de detectar esa negación en ti, ¿puedes también dejarlo y ser

total en lo que haces?

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«Hacer una cosa cada vez»; así es como un maestro Zen definió la esencia del

Zen.

Hacer una cosa cada vez significa ser total en lo que haces, prestarle toda tu

atención. Eso es acción rendida, acción poderosa.

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Tu aceptación de lo que es te lleva a un nivel más profundo, donde tanto tu

estado interno como tu sentido del yo no dependen ya de que la mente los juzgue

«buenos» o «malos».

Cuando dices «sí» a la vida tal como es, cuando aceptas este momento como

es, puedes sentir dentro de ti un espacio profundamente pacífico.

Superficialmente puedes seguir sintiéndote feliz cuando hace sol y menos feliz

cuando llueve; puedes sentirte feliz si ganas un millón de euros e infeliz si pierdes

todas tus posesiones. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no calan tan hondo.

Son olas en la superficie de tu Ser. La paz de fondo que hay dentro de ti permanece

inmutable en cualesquiera que sean las condiciones externas.

20

El «sí a lo que es» revela una dimensión de profundidad en ti que no depende ni

de las condiciones externas ni de la condición interna de los pensamientos y

emociones en constante fluctuación.

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La rendición se vuelve mucho más fácil cuando te das cuenta de la naturaleza

efímera de todas las experiencias, y de que el mundo no puede darte nada de valor

duradero. Entonces sigues conociendo gente, sigues teniendo experiencias y

participando en actividades, pero sin los deseos y miedos del ego. Es decir, ya no

exiges que una situación, persona, lugar o suceso te satisfaga o te haga feliz. Dejas

ser a su naturaleza pasajera e imperfecta.

Y el milagro es que, cuando dejas de exigirle lo imposible, cada situación,

persona, lugar o suceso se vuelve no sólo satisfactorio, sino también más armonioso,

más pacífico.

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Cuando aceptas este momento completamente, cuando ya no discutes con lo

que es, el pensamiento compulsivo mengua y es remplazado por una quietud alerta.

Eres plenamente consciente, y sin embargo la mente no pone ninguna etiqueta a este

momento. Este estado de no-resistencia interna te abre a la conciencia

incondicionada, que es infinitamente mayor que la mente humana. Entonces esta

vasta inteligencia puede expresarse a través de ti y ayudarte, tanto desde dentro

como desde fuera. Por eso cuando abandonas la resistencia interna, a menudo

descubres que las circunstancias cambian para mejor.

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¿Estoy diciendo: «Disfruta este momento. Sé feliz»? No.

Permite que se exprese este momento tal como es. Eso es suficiente.

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Rendirse es rendirse a este momento, no a una historia a través de la cual

interpretas este momento y después tratas de resignarte a él.

Por ejemplo, puede que estés tullido y que ya no puedas caminar. Tu estado es

lo que es.

Tal vez tu mente esté creando una historia que diga: «A esto se ha reducido mi

vida. He acabado en una silla de ruedas. La vida me ha tratado con dureza,

injustamente. No me merezco esto.»

¿Puedes aceptar que este momento es como es y no confundirlo con la historia

que la mente ha creado a su alrededor?

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La rendición llega cuando dejas de preguntar: «¿Por qué me está pasando esto

a mí?»

21

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Incluso en las situaciones aparentemente más inaceptables y dolorosas se

esconde un bien mayor, y cada desastre lleva en su seno la semilla de la gracia.

A lo largo de la historia, siempre ha habido mujeres y hombres que, cuando

tuvieron que hacer frente a grandes pérdidas, enfermedades, prisión o muerte

inminente, aceptaron lo aparentemente inaceptable, y así hallaron «la paz que supera

toda comprensión». La aceptación de lo inaceptable es la mayor fuente de gracia en

este mundo.

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Hay situaciones en las que todas las respuestas y explicaciones fracasan. La

vida deja de tener sentido. O alguien que está pasando un apuro viene a pedirte

ayuda, y tú no sabes qué decir ni qué hacer.

Cuando aceptas plenamente que no sabes, renuncias a esforzarte por encontrar

respuestas con la mente pensante y limitada, y es entonces cuando una inteligencia

mayor puede operar a través de ti. En ese instante, hasta el pensamiento puede

beneficiarse, porque la inteligencia mayor puede fluir a él e inspirarlo.

A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo

en el desconocimiento.

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¿Conoces a ese tipo de persona cuya principal función en la vida parece ser la

de ser desgraciada y hacer desgraciados a los demás, la de extender la infelicidad?

Perdónales, porque ellos también forman parte del despertar de la humanidad.

Representan una intensificación de la pesadilla de la conciencia egótica, del estado de

no-rendición. En su función no hay nada personal. Ellos no son eso.

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Uno podría decir que rendirse es la transición interna de la resistencia a la

aceptación, del «no» al «sí». Cuando te rindes, tu sentido del yo pasa de estar

identificado con una reacción o juicio mental a ser el espacio que rodea a la reacción o

al juicio. Es pasar de identificarte con la forma -el pensamiento o emoción- a ser y

reconocerte como aquello que no tiene forma, la conciencia espaciosa.

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Lo que aceptes completamente te hará sentirte en paz, incluyendo la aceptación

de que no puedes aceptar, de que te estás resistiendo.

Deja la Vida en paz. Déjala ser.

Capítulo 7

NATURALEZA

22

Dependemos de la naturaleza no sólo para nuestra supervivencia física.

También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el

camino de salida de la prisión de nuestras mentes. Nos hemos perdido en el hacer, en

el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto,

en un mundo de problemas.

Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben. Nos

hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde

está la vida: Aquí y Ahora.

----------------------------------

Cuando diriges tu atención hacia algo que ha venido a la existencia sin la

intervención humana, sales de la prisión del pensamiento conceptual y, en cierta

medida, participas del estado de conexión con el Ser en el que todavía existe todo lo

natural.

Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar en

ellos, sino simplemente percibirlos, darte cuenta de ellos.

Entonces se te transmite algo de su esencia. Puedes sentir lo aquietado que

está y, sintiéndolo, surge en ti esa misma quietud. Sientes lo profundamente que

descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con dónde está. Al darte

cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.

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Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo

allí plenamente. Serénate. Mira. Escucha. Observa cómo cada planta y animal son

completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos, no están divididos en dos.

No viven a través de imágenes mentales de sí mismos, y por eso no tienen que

preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes. El ciervo es él mismo. El narciso

es él mismo.

Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están

unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad

reclamando una existencia separada: «yo» y el resto del universo.

La contemplación de la naturaleza puede liberarte del «yo», el gran creador de

conflictos.

----------------------------------

Percibe los múltiples sonidos sutiles de la naturaleza: el susurro de las hojas al

viento, la caída de las gotas de lluvia, el zumbido de un insecto, la primera canción del

pájaro al amanecer. Entrégate completamente al acto de escuchar. Más allá de los

sonidos, hay algo mayor: una sacralidad que no puede ser comprendida a través del

pensamiento.

------------------------------------

Tú no creaste tu cuerpo, y tampoco eres capaz de controlar las funciones

corporales. En tu cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente humana. Es la

misma inteligencia que lo sustenta todo en la naturaleza. Para acercarte al máximo a

23

esa inteligencia, sé consciente de tu propio campo energético interno, siente la vida,

la presencia que anima el organismo.

-----------------------------------

La alegría y las ganas de jugar de un perro, su amor incondicional y su

disposición a celebrar la vida en cualquier momento suelen contrastar agudamente

con el estado interno del dueño del perro: deprimido, ansioso, cargado de problemas,

perdido en el pensamiento, ausente del único momento y lugar que existen: el Aquí y

el Ahora. Uno se pregunta: viviendo con esa persona, ¿cómo consigue el perro

mantenerse tan sano, tan alegre?

----------------------------------

Cuando percibes la naturaleza sólo a través de la mente, del pensamiento, no

puedes sentir su plenitud de vida, su ser. Sólo ves la forma y no eres consciente de la

vida que la anima, del misterio sagrado. El pensamiento reduce la naturaleza a un

bien de consumo, a un medio de conseguir beneficios, conocimiento, o algún otro

propósito práctico. El antiguo bosque se convierte en madera; el pájaro, en un

proyecto de investigación; la montaña, en el emplazamiento de una mina o en algo

por conquistar.

Cuando percibas la naturaleza, permite que haya espacios sin pensamiento, sin

mente. Cuando te acerques a la naturaleza de este modo, ella te responderá y

participará en la evolución de la conciencia humana y planetaria.

------------------------------------

Nota lo presente que está la flor, lo rendida que está a la vida.

------------------------------------

La planta que tienes en casa..., ¿la has mirado detenidamente alguna vez? ¿Has

permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus

secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un

campo de quietud? En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que

emana, esa planta se convierte en tu maestra.

-----------------------------------

Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada

uno de ellos es él mismo. Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin

embargo, para poder ver esto, tienes que ir más allá del hábito mental de nombrar y

etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales, sientes la

dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser comprendida el pensamiento ni

percibida por los sentidos. Es una armonía, una sacralidad que, además de

compenetrar la totalidad de la naturaleza, está dentro de ti.

-----------------------------------

El aire que respiras es natural, como el propio proceso de respirar.

24

Dirige la atención a tu respiración y date cuenta de que no eres tú quien

respira. La respiración es natural. Si tuvieras que acordarte de respirar, pronto

morirías, y si intentaras dejar de respirar, la naturaleza prevalecería.

Reconecta con la naturaleza del modo más íntimo e interno percibiendo tu

propia respiración y aprendiendo a mantener tu atención en ella. Esta es una práctica

muy curativa y energetizante. Produce un cambio de conciencia que te permite pasar

del mundo conceptual del pensamiento al ramo de la conciencia incondicionada.

--------------------------------------

Necesitas que la naturaleza te enseñe y te ayude a reconectar con tu Ser. Pero

tú no eres el único necesitado; ella también te necesita a ti.

No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida Una que se

manifiesta en incontables formas en todo el universo, formas que están, todas ellas,

completamente interconectadas. Cuando reconoces la santidad, la belleza, la increíble

quietud y dignidad en las que una flor o un árbol existen, tú añades algo a esa flor o a

ese árbol. A través de tu reconocimiento, de tu conciencia, la naturaleza llega a

conocerse a sí misma. ¡Alcanza a conocer su propia belleza y sacralidad a través de ti!

-------------------------------------

Un gran espacio silencioso contiene en su abrazo la totalidad del mundo

natural. Y también te contiene a ti.

------------------------------------

Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que

habitan las rocas, las plantas y los animales. Sólo cuando tu mente ruidosa se queda

en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación

creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una

quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el

pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres

humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del

pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ése es su regalo para ti. Cuando

percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu

conciencia. Ése es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la

naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años.

Capítulo 8

RELACIONES

Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué

rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta

25

satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar

juicios severos.

Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta

manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su

entorno cultural.

No es que ese ser humano sea así, pero así es como se presenta. Cuando

emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales condicionados

con lo que esa persona es. Esa acción, en sí misma, denota un patrón profundamente

inconsciente y condicionado. Das a esa persona una identidad conceptual, y esa falsa

identidad se convierte en una prisión no sólo para ella, sino también para ti.

Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su

conducta es una forma de condicionamiento; implica verla y aceptarla tal como es, sin

construir una identidad para esa persona a partir del condicionamiento.

Eso te libera a ti y a la otra persona de la identificación con el

condicionamiento, con la forma, con la mente. Entonces el ego ya no rige tu relación.

------------------------------------------

Mientras el ego dirija tu vida, la mayor parte de tus pensamientos, emociones y

acciones surgirán del deseo y del miedo. Entonces, en las relaciones, o bien

demandarás, o bien temerás algo de la otra persona.

Puede que quieras placer o beneficios materiales, reconocimiento, alabanzas o

atención, o fortalecer tu sentido del yo mediante la comparación y el establecimiento

de que eres, tienes o sabes más que la otra persona. Y lo que temes es que ocurra

justo lo contrario, que esa persona pueda reducir de algún modo tu sentido del yo.

Cuando diriges tu atención al momento presente -en lugar de usarlo como un

medio para un fin- vas más allá del ego y más allá de la compulsión inconsciente de

usar a la gente como un medio para un fin, siendo el fin tu propio fortalecimiento a

costa de los demás. Cuando prestas toda tu atención a la persona con la que estás

interactuando, dejas fuera de la relación el pasado y el futuro, excepto para fines

prácticos. Cuando estás plenamente presente en tus encuentros con otras personas,

renuncias a la identidad conceptual que has creado para ellas -tu interpretación de

quiénes son y de lo que hicieron en el pasado-, y eres capaz de interactuar

prescindiendo de los movimientos egóticos del deseo y del miedo. La clave está en la

atención, que es una alerta serena.

Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y del miedo en las relaciones. El

amor no desea ni teme nada.

------------------------------------------

Si su pasado fuera tu pasado, si su dolor fuera tu dolor, si su nivel de

conciencia fuera tu nivel de conciencia, pensarías y actuarías exactamente como él o

ella. Esta compresión trae consigo perdón, compasión y paz.

Al ego no le gusta oír esto, porque pierde fuerza cuando no puede mostrarse

reactivo y tener razón.

26

------------------------------------------

Cuando recibes como a un noble invitado a cualquiera que venga al espacio del

Ahora, cuando permites a cada persona ser como es, él o ella empieza a cambiar.

------------------------------------------

Para conocer a otro ser humano en su esencia, no te hace falta saber nada

sobre él: su pasado, su historia personal, sus experiencias. El saber acerca de lo

confundimos con un conocimiento más profundo, un conocimiento no-conceptual.

Saber acerca de y el conocimiento no-conceptual son dos formas de conocer

completamente distintas. Una tiene que ver con la forma; la otra, con lo informe. Una

opera a través del pensamiento; la otra, a través de la quietud.

Saber acerca de resulta útil a nivel práctico; de hecho, es imprescindible. No

obstante, cuando ése es el modo predominante de conocer en las relaciones se vuelve

muy limitante, incluso destructivo. Los conceptos y pensamientos crean una barrera

artificial, una separación entre los seres humanos. Entonces tus interacciones no

están enraizadas en el Ser, sino que se basan en la mente. Cuando no hay barreras

conceptuales, el amor se encuentra presente de manera natural en todas las

interacciones humanas.

------------------------------------

La mayoría de las interacciones humanas se limitan a un intercambio de

palabras: al reino del pensamiento. Es esencial conseguir cierta quietud

particularmente en las relaciones íntimas.

Ninguna relación puede crecer sin la sensación de espacio que acompaña a la

quietud. Meditad juntos o pasad ratos en silencio en la naturaleza. Cuando vayáis de

paseo, o estéis sentados en el coche o en casa, sentiros cómodos compartiendo la

quietud. La quietud ni puede ser creada ni es necesario crearla. Simplemente,

permaneced receptivos a la quietud que ya se encuentra presente, aunque suele

quedar oscurecida por el ruido mental.

Si se pierde la quietud espaciosa, la relación estará dominada por la mente, y

los problemas y los conflictos podrán adueñarse de ella fácilmente. Si está presente la

quietud, podrá contener cualquier cosa.

--------------------------------------

La verdadera escucha es otro modo de llevar quietud a la relación. Cuando

escuchas verdaderamente a alguien, surge la dimensión de quietud y se convierte en

parte esencial de la relación. Pero la verdadera escucha es un don escaso.

Generalmente, la mayor parte de la atención de la persona está consumida por su

pensamiento. En el mejor de los casos, puede estar evaluando tus palabras o

preparando la siguiente frase que va a decir. O puede que no te esté escuchando en

absoluto, perdida en sus propios pensamientos.

La verdadera escucha va mucho más allá de la percepción auditiva. Es el

emerger de una atención alerta, un espacio de presencia en el que las palabras son

recibidas. Ahora las palabras se vuelven secundarias. Pueden ser significativas o

pueden no tener sentido. Mucho más importante que aquello que estás escuchando es

el acto mismo de la escucha, el espacio de presencia consciente que surge al

27

escuchar. Ese espacio es un campo de conciencia unificador en el que te encuentras

con la otra persona sin las barreras separativas creadas por el pensamiento

conceptual. Y la otra persona deja de ser «otra». En ese espacio, estáis unidos en una

misma alerta, una conciencia.

-----------------------------------------

¿Vives dramas frecuentes y repetitivos en tus relaciones íntimas? ¿Desacuerdos

relativamente insignificantes que provocan violentas discusiones y dolor emocional?

Los patrones egóticos básicos están en la raíz de estas experiencias: la

necesidad de tener razón y, por supuesto, de que el otro esté equivocado; es decir, la

identificación con posiciones mentales. También está presente la necesidad periódica

del ego de estar en conflicto con algo o alguien para fortalecer su sentido de

separación entre «yo» y el «otro», sin el que no puede sobrevivir.

Además, está el dolor emocional acumulado del pasado que tú y cada ser

humano arrastra en su interior, tanto de tu pasado personal como del dolor colectivo

de la humanidad que se remonta mucho, mucho tiempo atrás. Este «cuerpo-dolor» es

un campo energético interno que se adueña esporádicamente de ti porque necesita

experimentar más dolor emocional para alimentarse y reabastecerse. Tratará de

controlar tu pensamiento y de hacerlo profundamente negativo. Le encantan tus

pensamientos negativos, porque resuenan con su frecuencia y puede alimentarse de

ellos. También provoca reacciones emocionales negativas en las personas que están a

tu alrededor, especialmente en tu pareja, para alimentarse del drama y del dolor

emocional.

¿Cómo puedes liberarte de esta identificación inconsciente y profundamente

arraigada con el dolor, que genera tanta miseria en tu vida?

Toma conciencia de él. Date cuenta de que no es quien tú eres, y reconócelo

por lo que es: dolor del pasado. Sé su testigo cuando te ocurra o le ocurra a tu pareja.

Cuando rompes tu identificación inconsciente con él, cuando eres capaz de observarlo

dentro de ti, dejas de alimentarlo, y gradualmente perderá su carga energética.

-------------------------------------------

La interacción humana puede ser un infierno. O puede ser una gran práctica

espiritual.

-------------------------------------------

Cuando miras a otro ser humano y sientes un gran amor por él, o cuando

contemplas la belleza natural y algo dentro de ti responde profundamente a ella,

cierra los ojos un momento y siente la esencia de ese amor o de esa belleza interna,

inseparable de quien eres, de tu verdadera naturaleza. La forma externa es un reflejo

temporal de lo que, en esencia, eres por dentro. Por eso el amor y la belleza nunca

pueden abandonarte, aunque todas las formas externas lo harán.

-------------------------------------------

¿Cuál es tu relación con el mundo de los objetos, con las incontables cosas que

te rodean y que utilizas cada día? ¿La silla en la que te sientas, el bolígrafo, el coche,

la taza? ¿Son para ti simples medios para un fin, o de vez en cuando reconoces su

28

existencia, su ser, aunque sea brevemente, dándote cuenta de ellos y prestándoles

atención?

Cuando te apegas a los objetos, cuando los usas para justificar tu valía ante ti

mismo o a ojos de los demás, la preocupación por las cosas puede adueñarse

completamente de tu vida. Cuando te identificas con las cosas, no las aprecias por lo

que son, porque te estás buscando en ellas.

Cuando aprecias un objeto por lo que es, cuando reconoces su ser sin

proyecciones mentales, no puedes dejar de sentirte agradecido por su existencia.

También podrías sentir que en realidad no es inanimado, que sólo parece inanimado a

los sentidos. Los físicos confirman que, a nivel molecular, cada objeto es un campo de

energía pulsante.

La apreciación desinteresada del reino de las cosas hará que el mundo que te

rodea cobre vida de un modo que ni siquiera puedes comenzar a comprender con la

mente.

-------------------------------------------

Cuando te encuentras con alguien, aunque sea muy brevemente, ¿reconoces su

ser prestándole toda tu atención? ¿O le reduces a un medio para un fin, un mero

papel o función?

¿Cuál es la calidad de tu relación con la cajera del supermercado, con el

empleado del aparcamiento, con el mecánico, con el «cliente»?

Un momento de atención es suficiente. Mientras le miras o le escuchas hay una

alerta silenciosa tal vez de unos pocos segundos, tal vez más larga. Eso es suficiente

para que emerja algo más real que los papeles con los que nos identificamos y que

estamos acostumbrados a desempeñar. Todos los papeles son parte de la conciencia

condicionada característica de la mente humana. Lo que emerge a través del acto de

atención es lo incondicionado: quien eres en tu esencia, por debajo de tu nombre y de

tu forma. Dejas de seguir un guión, te vuelves real. Cuando esa dimensión emerge

dentro de ti, también la evocas en la otra persona.

En último término no hay otro, siempre te estás encontrando contigo mismo.

Capítulo 9

MUERTE Y ETERNIDAD

Cuando caminas por un bosque que no ha sido domesticado por la mano del

hombre, no sólo ves abundante vida a tu alrededor; también encuentras a cada paso

árboles caídos y troncos desmoronados, hojas podridas y materia en descomposición.

Dondequiera que mires, encontrarás muerte además de vida.

Al escrutarlo más de cerca, descubrirás que el tronco que se está

descomponiendo y las hojas podridas no sólo hacen nacer nueva vida, sino que ellos

mismos están llenos de vida. Los microorganismos están actuando en ellos. Las

moléculas están reordenándose. De modo que no hay muerte por ninguna parte. Sólo

existe una metamorfosis de las formas de vida. ¿Qué puedes aprender de esto?

29

La muerte no es lo contrario de la vida. La vida no tiene opuesto. Lo opuesto de

la muerte es el nacimiento. La vida es eterna.

----------------------------------------------

A lo largo de los siglos, los sabios y los poetas han reconocido la cualidad

onírica de la existencia humana: aparentemente tan sólida y real, y sin embargo tan

efímera, que puede disolverse en cualquier momento.

En la hora de tu muerte, la historia de tu vida puede parecerte como un sueño

que está llegando a su fin. Sin embargo, hasta en un sueño tiene que haber una

esencia que sea real. Debe haber una conciencia en la que ocurra el sueño, porque de

otro modo no soñarías.

Esa conciencia..., ¿la crea el cuerpo, o es la conciencia la que crea el sueño de

un cuerpo, el sueño de ser alguien?

¿Por qué la mayoría de los que han revivido después de la muerte clínica han

perdido el miedo a la muerte? Reflexiona sobre ello.

---------------------------------------------

Por supuesto que sabes que vas a morir, pero eso no es más que un concepto

mental hasta que te topes por primera vez con la muerte «en persona»: por medio de

una enfermedad grave, de un accidente que te ocurre o le sucede a alguien cercano a

ti o por el deceso de un ser querido, la muerte entra en tu vida haciendo que te des

cuenta de tu propia mortalidad.

La mayoría de las personas se alejan atemorizadas de la muerte; pero si no te

acobardas y afrontas el hecho de que tu cuerpo es pasajero y podría desvanecerse en

cualquier momento, se produce cierta desidentificación, por pequeña que sea, de tu

forma física y psicológica, del «yo». Cuando ves y aceptas la naturaleza

impermanente de todas las formas de vida, te sobreviene una extraña sensación de

paz.

Afrontando la muerte, tu conciencia se libera, en cierta medida, de la

identificación con la forma. Por eso, en algunas tradiciones budistas los monjes visitan

regularmente los cementerios para sentarse y meditar entre los difuntos.

En las culturas occidentales, la negación de 1a muerte sigue estando muy

extendida. Incluso la gente mayor trata de no hablar ni pensar en ella, y existe la

costumbre de ocultar los cuerpos de los muertos. Una cultura que niega la muerte

será inevitablemente superficial, pues sólo se preocupa por la forma externa de las

cosas. Cuando se niega la muerte, la vida pierde su profundidad. La posibilidad de

saber quiénes somos más allá del nombre y la forma, la dimensión trascendente,

desaparece de nuestras vidas porque la muerte es la puerta a esa dimensión.

--------------------------------------

La gente suele sentirse incómoda con los finales, porque cada final es una

pequeña muerte. Por eso, en muchas lenguas, la palabra «adiós» significa

«volveremos a vernos».

30

Cuando una experiencia -una reunión de amigos, unas vacaciones, que tus hijos

crezcan y se vayan de casa- llega a su fin, mueres un poco. La «forma» que esa

experiencia tenía en tu conciencia se disuelve. Esto suele producir un sentimiento de

vacío que muchas personas prefieren no sentir, no afrontar.

Si puedes aprender a aceptar, e incluso a dar la bienvenida a los finales de tu

vida, tal vez descubras que el sentimiento de vacío, que inicialmente te pareció

incómodo, se convierte en una sensación de espacio interno que es profundamente

apacible.

Aprendiendo a morir diariamente de este modo, te abres a la Vida.

------------------------------------

La mayoría de las personas sienten que su identidad, su sentido del yo, es algo

increíblemente precioso que no quieren perder. Por eso tienen tanto miedo a la

muerte.

Parece inimaginable y pavoroso que el «yo» pudiera dejar de existir. Pero

confundes ese precioso «yo» con tu nombre y tu forma, y con la historia asociada a

él. Ese «yo» no es más que una formación temporal en el campo de conciencia.

Mientras sólo conozcas la identidad vinculada a la forma, no serás consciente de

que esa preciosidad es tu propia esencia, tu sentido Yo Soy más interno que es la

conciencia misma. Es lo eterno en ti, y eso es lo único que no puedes perder.

--------------------------------------

Cada vez que se produce una gran pérdida en tu vida -como la pérdida de

posesiones, de tu hogar, de una relación íntima; o la pérdida de tu reputación, de tu

trabajo o de tus capacidades físicas-, algo muere dentro de ti. Sientes que mengua tu

sentido de identidad. También podrías sentir cierta desorientación. «Sin esto...,

¿quién soy yo?»

Cuando una forma con la que te habías identificado inconscientemente y que

considerabas parte de ti te deja o se desvanece, eso puede ser muy doloroso. Podría

decirse que deja un agujero en la trama de tu existencia.

Cuando te ocurra algo así, no niegues ni ignores el dolor o la tristeza que

sientes. Acepta que están ahí. Date cuenta de la tendencia de la mente a construir

una historia en torno a esa pérdida en la que se te asigna el papel de víctima. El

miedo, la ira, el resentimiento o la autocompasión son las emociones que acompañan

a ese papel. A continuación, registra de lo que está detrás de esas emociones y detrás

de la historia fabricada por la mente: ese agujero, ese espacio vacío. ¿Puedes afrontar

y aceptar esa extraña sensación de vacío? Si lo haces, tal vez descubras que ya no te

da miedo. Quizá te sorprenda descubrir la paz que emana de él.

Cada vez que se produce una muerte, cada vez que una forma de vida se

desvanece, Dios, el informe e inmanifestado, brilla a través de la abertura dejada por

la forma disuelta. Por eso lo más sagrado de la vida es la muerte. Por eso la paz de

Dios puede llegar hasta ti en la contemplación y en la aceptación de la muerte.

----------------------------------------

31

¡Qué efímera es cada experiencia humana, que breves nuestras vidas! ¿Hay

algo que no esté sujeto al nacimiento y a la muerte, algo que sea eterno?

Considera este hecho: si sólo existiera un color, digamos el azul, y el mundo

con todo lo que contiene fuera azul, entonces no habría color azul. Es necesario que

haya algo que no sea azul para poder reconocer el color azul; de otro modo no

«destacaría», no existiría.

Asimismo, ¿no hace falta que haya algo no pasajero ni impermanente para

poder reconocer la evanescencia de todas las cosas? En otras palabras: si todo,

incluyéndote a ti mismo, fuera impermanente, ¿llegarías a darte cuenta de ello? El

hecho de que seas consciente y puedas testificar la naturaleza pasajera de todas las

formas, incluyendo la tuya, ¿no implica que hay algo en ti que no está sometido a la

muerte?

A los veinte años eres consciente de tener un cuerpo fuerte y vigoroso; sesenta

años después eres consciente de tener un cuerpo envejecido y débil. Es posible que tu

forma de pensar también haya cambiado desde que tenías veinte años, pero la

conciencia que sabe que tu cuerpo es joven o viejo, o que tu y tu forma de pensar no

es la misma, no ha cambiado. Esa conciencia es lo eterno en ti: la conciencia misma.

Es la Vida Una sin forma. ¿Puedes perderla? No, porque eres Ella.

---------------------------------------

Algunas personas entran en una paz profunda y se vuelven casi luminosas justo

antes de morir, como si algo brillara a través de la forma que se está desvaneciendo.

A veces ocurre que personas muy enfermas o mayores se vuelven casi

transparentes, metafóricamente hablando, en las últimas semanas, meses o incluso

años de sus vidas. Cuando te miran, puedes ver la luz que brilla a través de sus ojos.

No queda sufrimiento psicológico. Se han rendido, y por tanto la persona, el «yo»

egótico de fabricación mental, ya se ha disuelto. Han «muerto antes de morir», y han

encontrado esa profunda paz interna que es la realización de lo inmortal dentro de

ellos.

-------------------------------------

Cada accidente o desastre contiene una dimensión potencialmente redentora de

la que no solemos ser conscientes.

El tremendo impacto de la muerte inminente y totalmente inesperada puede

obligar a tu conciencia a desidentificarse completamente de la forma. En los últimos

momentos antes de la muerte física, y mientras mueres, te experimentas como

conciencia libre de forma. De repente ya no queda temor; sólo paz y el conocimiento

de que «todo está bien» y que la muerte sólo es la disolución de la forma. Entonces

reconoces que la muerte es ilusoria, tan ilusoria como la forma con la que te habías

identificado y creías ser.

--------------------------------------

La muerte no es una anomalía ni el suceso más negativo, como la cultura

moderna quiere hacernos creer, sino la cosa más natural del mundo, inseparable de -

y tan natural como- su opuesto polar, el nacimiento. Recuérdalo cuando estés sentado

junto a un moribundo.

32

Estar presente como testigo y compañero en la muerte de una persona es un

gran privilegio y un acto sagrado.

Cuando te sientes con la persona moribunda, no niegues ningún aspecto de esa

experiencia. No niegues lo que está ocurriendo ni niegues tus sentimientos. El

reconocimiento de que no puedes hacer nada podría hacer que te sintieras impotente,

triste o enfadado. Acepta lo que sientes. Después ve un paso más allá: acepta que no

puedes hacer nada, y acéptalo completamente. No controlas lo que está pasando.

Ríndete profundamente a cada aspecto de la experiencia, tanto a tus sentimientos

como a cualquier dolor o incomodidad que el moribundo pueda experimentar. Tu

estado interno de rendición y la quietud que lo acompaña serán una gran ayuda para

el moribundo que facilitará su transición. Si es necesario decir algo, las palabras

brotarán de tu quietud interior. Pero serán secundarias.

Con la quietud viene la bendición: la paz.

Capítulo 10

SUFRIMIENTO Y EL FINAL DEL SUFRIMIENTO

Los budistas han conocido desde siempre la interconexión de todas las cosas, y

ahora los físicos la confirman. Nada de lo que ocurre es un suceso aislado; sólo

aparenta serlo. Cuanto más lo juzgamos y lo etiquetamos, más lo aislamos. Nuestro

pensamiento fragmenta la totalidad de la vida. Sin embargo, es la totalidad de la vida

la que ha producido ese suceso, que es una parte de la red de interconexiones que

constituyen el cosmos.

Esto significa que cualquier cosa que es, no podría haber sido de otra manera.

En la mayoría de los casos, ni siquiera podemos empezar a comprender la

función que un suceso aparentemente sin sentido puede desempeñar en la totalidad

del cosmos; pero reconocer su inevitabilidad dentro de la inmensidad de la totalidad

puede ser el principio de una aceptación interna de lo que es y nos permite

realinearnos con la totalidad de la vida.

--------------------------------------

La verdadera libertad y el final del sufrimiento estriban en vivir como si

hubieras elegido deliberadamente cualquier cosa que sientas o experimentes en este

momento.

Este alineamiento interno con el Ahora es el final del sufrimiento.

-------------------------------------

¿Es imprescindible sufrir? Sí y no.

Si no hubieras sufrido como has sufrido, no tendrías profundidad como ser

humano, ni humildad, ni compasión. No estarías leyendo esto. El sufrimiento abre el

33

caparazón del ego, pero llega un momento en que ya ha cumplido su propósito. El

sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario.

-------------------------------------

La infelicidad necesita un «yo» fabricado por la mente, con una historia, una

identidad conceptual. Necesita tiempo, pasado y futuro. Cuando retiras el tiempo de

tu infelicidad, ¿qué queda? Únicamente este momento tal como es.

Puede ser una sensación de pesadez, agitación, tirantez, enfado e incluso

náusea. Eso no es infelicidad, y no es un problema personal. No hay nada personal en

el dolor físico humano. Simplemente es una intensa presión o una intensa energía que

sientes en alguna parte del cuerpo. Al prestarle atención, la sensación no se convierte

en pensamiento, y de ese modo no reactiva el «yo» infeliz.

Observa qué ocurre cuando dejas que la sensación sea.

-----------------------------------------

Surge mucho sufrimiento, mucha infelicidad, cuando crees que es verdad cada

pensamiento que se te pasa por la cabeza. Las situaciones no te hacen infeliz. Pueden

causarte dolor físico, pero no te hacen infeliz. Tus pensamientos te hacen infeliz. Tus

interpretaciones, las historias que te cuentas, te hacen infeliz.

«Los pensamientos que estoy pensando ahora mismo me hacen infeliz.»

Cuando te das cuenta de este hecho, rompes tu identificación inconsciente con dichos

pensamientos.

----------------------------------------

¡Qué día más horrible!

Él no ha tenido el detalle de devolverme la llamada.

Ella me ha decepcionado.

Pequeñas historias que nos contamos y contamos a otros, a menudo en forma

de quejas. Están diseñadas inconscientemente para ensalzar nuestro siempre

deficiente sentido de identidad haciendo que nosotros «tengamos razón» y la otra

persona que esté «equivocada». «Tener razón» nos sitúa en una posición de

superioridad imaginaria, fortaleciendo el falso sentido del yo, el ego. Este mecanismo

nos crea algún tipo de enemigo: sí, el ego necesita enemigos para definir sus límites,

y hasta el tiempo meteorológico puede cumplir esa función.

Los juicios mentales habituales y la contracción emocional hacen que

mantengas una relación personalizada y reactiva con las personas y sucesos de tu

vida. Todo esto son formas de sufrimiento autocreado, pero no las reconoces como

tales porque son satisfactorias para el ego. El ego se crece en la reactividad y el

conflicto.

Qué simple sería la vida sin estas historias.

Está lloviendo.

34

El no ha llamado.

Yo estuve allí. Ella, no.

------------------------------------------

Cuando estés sufriendo, cuando te sientas infeliz estáte totalmente con lo que

es Ahora. La infelicidad y los problemas no pueden sobrevivir en el Ahora.

------------------------------------------

El sufrimiento comienza cuando nombras o etiquetas mentalmente una

situación como mala o indeseable. Te sientes agraviado por una situación y ese

resentimiento la personaliza, haciendo que surja el «yo» reactivo.

Nombrar y etiquetar son procesos habituales, pero esos hábitos pueden

romperse. Empieza a practicar en pequeños hechos el hábito de «no nombrar». Si

pierdes el avión, si dejas caer y rompes una taza, o si te resbalas y caes en un charco,

¿puedes contenerte y no llamar mala o dolorosa a esa experiencia? ¿Puedes aceptar

inmediatamente que ese momento es como es?

Considerar que algo es malo produce una contracción emocional en ti. Cuando

dejas que la situación sea, sin nombrarla, de repente dispones de una enorme

energía.

La contracción corta tu conexión con ese poder, el poder de la vida misma.

--------------------------------------------

Comieron el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.

Ve más allá del bien y del mal absteniéndote de etiquetar mentalmente las

cosas, de considerarlas buenas o malas. Cuando vas más allá del hábito de nombrar,

el poder del universo se mueve a través de ti. Cuando mantienes una relación no

reactiva con las experiencias, muchas veces lo que antes hubieras llamado «malo»

dará un giro rápido, cuando no inmediato, mediante el poder de la vida misma.

Observa qué ocurre cuando, en lugar de considerar «mala» una experiencia, la

aceptas internamente, le das un «sí» interno, dejándola ser como es.

---------------------------------------------

Sea cual sea tu situación existencial, ¿cómo te sentirías sí la aceptases

completamente como es, ahora mismo?

--------------------------------------------

Hay muchas formas de sufrimiento sutiles y no tan sutiles que consideramos

«normales», y que generalmente no reconocemos que nos hacen sufrir, e incluso

pueden ser satisfactorias para el ego: irritación, impaciencia, ira, tener un problema

con algo o alguien, resentimiento, queja.

35

Puedes aprender a reconocer todas esas formas de sufrimiento cuando se

presentan, y reconocer: «En este momento estoy creando sufrimiento para mí

mismo.»

Si tienes el hábito de crearte sufrimiento, probablemente también harás sufrir a

otros. Estos patrones mentales inconscientes tienden a llegar a su fin por el simple

hecho de hacerlos conscientes, dándote cuenta de ellos a medida que ocurren.

No puedes ser consciente y crearte sufrimiento a ti mismo.

--------------------------------------------

Éste es el milagro: detrás de cada estado, persona o situación que parece

«malo» o «malvado» se esconde un bien mayor. Ese bien mayor se te revela -tanto

dentro como fuera- mediante la aceptación interna de lo que es.

«No te resistas al mal» es una de las más altas verdades de la humanidad.

------------------------------------------

Un diálogo:

Acepta lo que es.

Realmente no puedo aceptarlo. Hace que me sienta molesto y enfadado.

Entonces acepta lo que es.

¿Aceptar que estoy molesto y enfadado? ¿Aceptar, que no puedo aceptarlo?

Sí. Lleva aceptación a tu no-aceptación. Lleva rendición a tu no-rendición. A

continuación observa qué ocurre.

-----------------------------------------

El dolor físico es uno de los profesores más severos que podemos tener. Su

enseñanza es: «La resistencia es inútil.»

Nada podría ser más normal que el deseo de no sufrir. Sin embargo, si puedes

abandonar esa actitud y permitir que el dolor esté presente, tal vez sientas una sutil

separación interna del dolor, como un espacio entre el dolor y tú, por así decirlo. Esto

implica sufrir conscientemente, voluntariamente. Cuando sufres conscientemente, el

dolor físico puede quemar rápidamente el ego en ti, ya que el ego está compuesto en

gran medida de resistencia. Lo mismo es válido para la incapacidad física extrema.

«Ofrecer tu sufrimiento a Dios» es otro modo de decir lo mismo.

---------------------------------------

No hace falta ser cristiano para comprender la profunda verdad universal

contenida simbólicamente en la imagen de la cruz.

La cruz es un instrumento de tortura. Representa el sufrimiento más extremo,

la mayor limitación, la mayor impotencia con la que un ser humano puede toparse.

36

Entonces, de repente, ese ser humano se rinde, sufre voluntariamente,

conscientemente, y eso queda expresado en las palabras: «Hágase tu voluntad, y no

la mía.» En ese momento, la cruz, el instrumento de tortura, muestra su cara oculta:

también es un símbolo sagrado, un símbolo de lo divino.

Lo que parecía negar la existencia de cualquier dimensión trascendental en la

vida, se convierte, mediante la rendición, en una abertura a esa dimensión

trascendental.

publicado por angelteprotege a las 00:40 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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